viernes. 29.03.2024

diana querFrancisco Canals | Las desapariciones perfectas se caracterizan por la concurrencia de distintos ingredientes: la inexistencia de un móvil claro; la falta de testigos; la ausencia de pruebas o sospechosos; el gran número de efectivos desplegados e hipótesis mal planteadas. Se trata de desapariciones que esperan respuesta, son largas y complicadas y arrojan pocos o ningún resultado; mantienen en vela a todo un país y someten a sus familiares a una tensa e indefinida espera. El niño de Somosierra; el caso Madeleine o Yeremi Vargas son iconos de este fenómeno que ya se ha convertido en un reto para los investigadores de todos los rincones del país. 14.000 desapariciones se denuncian cada año en España; el 98% de resuelven con éxito aunque aún existen 3.496 casos de desaparecidos acumulados en todo el territorio.

Los investigadores se enfrentan cada año a casos similares activando protocolos ya estandarizados: uno de ellos es la reconsideración del proceso investigativo, se trata de “resetear” y analizar desde el día 1 todos los elementos ya cotejados a la búsqueda de algún cabo sin atar. El caso Bretón es el mejor exponente: el error inicial en el análisis pericial de los huesos encontrados en la finca de las Quemadillas reveló que estos pertenecían a restos humanos y no a animales.

14.000 desapariciones se denuncian cada año en España; el 98% de resuelven con éxito aunque aún existen 3.496 casos de desaparecidos acumulados en todo el territorio.

La investigación de un desaparecido nunca cesa, tan solo se minimiza. La búsqueda en bases de datosla genética avanzada o el uso de avances tecnológicos tales como la informática o el cotejo del ADN pueden resolver casos décadas después de la comisión de un hecho delictivo, “es la ciencia contra el crimen” la cual aguarda paciente y prudente a que las variables se crucen. La gestión del tiempo constituye otro recurso valioso: es habitual el seguimiento a largo plazo de algunos sospechosos quienes acaban relajándose con el paso de los años cometiendo errores e imprudencias que acaban delatando su autoría. Es el caso de Eva Blanco, la joven de Algete (Madrid) apuñalada en 1997; la Guardia Civil localizó en Francia al autor del crimen 18 años después del brutal asesinato.

Diana Quer se suma a la larga lista de las "desapariciones perfectas" en España