viernes. 29.03.2024
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Los estudios de las consecuencias de la pertenencia a una clase social, las desigualdades en la distribución de la renta y la riqueza y las condiciones de vida [1], sobre la morbilidad y mortalidad, ya tradicionales,  vienen a confirmar que a mayor desigualdad más incidencia [2]. Y no sólo en las enfermedades somáticas también en las psicológicas y psicosomáticas. No sólo las desigualdades materiales y absolutas sino también la percepción y conciencia de esa desigualdad y el grado de las desigualdades relativas en la población de una sociedad, parecen influir negativamente en la salud de los que padecen las peores condiciones [3]. Sintomáticamente, en muchas ocasiones, las tremendas desigualdades en el seno de un país perjudican más a la salud que las desigualdades más extremas entre países.

La eficiencia técnico-económica se ha erigido en bandera de los gobernantes. Y los economistas han jugado un papel relevante en la gestión político-administrativa durante los últimos años. La eficiencia técnica se propone, en el límite, la explotación de un recurso hasta su agotamiento, obteniendo de él el máximo fruto con el mínimo coste. Esa concepción se ha trasladado también a las políticas de salud, y la gestión se ha convertido en referente. Es conveniente recuperar el contenido social de la ciencia económica y trabajar en la consecución de la eficiencia social que integre la técnica y no al revés. Se han marginado y despreciado las teorías económicas del desarrollo, de la distribución de la renta, de la fiscalidad progresiva, de la producción y gestión pública eficiente de los bienes públicos y sus efectos progresivos en las estrategias para la igualdad. El asalto real a los cielos lo han realizado los/las Reagan, Thatcher, Bush, Blair, Merkel, Berlusconi, Trump, como buenos testaferros del capitalismo financiero internacional.

En nuestro país el asalto correspondió a Felipe, Boyer, Solchaga, Aznar, Rato, de Guindos. Más de 150 empresas públicas se vendieron al capital privado. Las Cajas de Ahorro que representaban el 50% de la actividad financiera pasaron a la Banca privada. Los Gobiernos actual y futuro han  dejado de tener a su disposición, y a disposición del legislativo, instrumentos imprescindibles para desarrollar una política económica al servicio de la mayoría social.

Y esas políticas son imprescindibles para conseguir la universalización y calidad de la sanidad, la enseñanza, el derecho a la vivienda, a la alimentación saludable y a una distribución poblacional racional en base a una dotación de servicios igualitaria. Hay que actuar sobre los determinantes sociales de la salud y las desigualdades son las causas más relevantes.

Una vez comprobado que los recursos materiales son limitados, y puesta en duda la conveniencia de su agotamiento, se vuelven hacia la tecnología y el factor trabajo. Y a éste se trasladan conceptos procedentes de la ingeniería: ductilidad-adaptabilidad,  elasticidad-flexibilidad, resistencia-seguridad, fatiga-recuperación, vida útil, obsolescencia, resiliencia, etc., para su mayor “optimización”. 

Efectivamente, el ser humano retiene todavía para sí una serie de características no suficientemente aprovechadas por el capital [4]. Cognitividad, capacidad de aprendizaje, capacidad de análisis y reflexión, memoria relacional, imaginación, tenacidad, espontaneidad, capacidad relacional, inteligencia emocional, emotividad, gestión del conocimiento, constituyen ventajas utilizadas hasta ahora sólo parcialmente en el aumento de la productividad. El capitalismo es insaciable y hoy su camino está expedito para exprimir los recursos más íntimos del trabajador/a y sus diferentes y numerosas cualidades.

Trabajo y consumo, producción y reproducción, ocupan, hoy como nunca, espacios y tiempos cada vez más amplios, despojados a espacios y tiempos de la vida social, familiar y personal de los trabajadores/as [5].

El modelo productivo y las tecnologías aplicables, que aportan mayor valor añadido al capitalismo en el mundo desarrollado actual, requieren de la aplicación más intensiva de estos factores y, coherentemente, de unas nuevas relaciones de producción. Nuevas formas de organización del trabajo, de gestión y de condiciones de trabajo.

Por último, para enmarcar la relevancia cuantitativa y cualitativa del tema, reproducimos el primer apartado del Proyecto de Plan de Acción Mundial sobre la salud de los trabajadores 2008-2017 de la OMS: Los trabajadores constituyen la mitad de la población del mundo y son los máximos contribuyentes al desarrollo económico y social. Su salud no está condicionada sólo por los riesgos en el lugar de trabajo, sino también por factores sociales e individuales y por el acceso a los servicios de salud” [6].

Añadir que hoy, esos factores y las condiciones de trabajo, se retroalimentan y son cada vez más interdependientes. Salvo excepciones, coinciden trabajos de mayor riesgo con condiciones sociales e individuales más precarias. Se conforman, así, desigualdades que convergen sobre los mismos sectores sociales en el trabajo, la vida, la salud y la muerte.


[1] OMS. Comisión sobre determinantes sociales de la salud. Subsanar las desigualdades en una generaciónAgosto 2008
[2] NAVARRO LÓPEZ, Vicenç ; BENACH, Juan. Desigualdades sociales de salud en EspañaEstudio de la Comisión Científica de estudios de las desigualdades sociales de salud en España. Revista Española de Salud Pública. 1996, nº 5-6.
[3] WILKINSON, Richard. Las desigualdades perjudican. Jerarquías, salud y evolución humana.  Crítica  2001
FLIESSBACH, K.; WEBER, B; y otros.. Social comparison affects reward-related brain activity in the human ventras striatum. Universidad de Bonn, 2007.
[4] TRENTIN, Bruno. Trabajo y Conocimiento. Editado en español por la FSE. 2006. 
[5] Los reputados analistas de Goldman Sachs exigen trabajar sólo 80 horas a la semana en vez de las 100 actuales. Eso deja 4 horas para comer, ir al baño y dormir. Es inhumano. elEconomista 20.03.21
[6] OMS. Plan de Acción Mundial sobre la Salud de los Trabajadores 2008-2017. 60ª Asamblea General. Mayo 2007.

Desigualdades, trabajo y salud