sábado. 20.04.2024

@caval100 | Cuán lejos estamos del Estado laico. El gobierno se aparta de la Constitución española, entre otros preceptos, del que declara que «Ninguna confesión tendrá carácter estatal». De todas formas es comprensible, que un gobierno que procede y profesa el nacionalcatolicismo, arrime el ascua a su sardina y como de hacer cumplir la ley es la cuestión, pues hace la ley a su imagen conservadora y semejanza ideológica, para que se cumpla, incumpliendo la mayor, que aun diciendo defender, desprecian.

La asignatura de religión, lejos de retirarse, vuelve a tener plena validez y contará en el expediente académico —incluso a la hora de pedir una beca—. La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE) o ley Wert, establece una materia alternativa que se llama «Valores Culturales y Sociales» en primaria y «Valores Éticos» en secundaria; sustituyendo a la desaparecida «Educación para la ciudadanía». Todos ellos contentos, junto con la jerarquía eclesiástica católica, que rezando, ordena y manda.

En contraste con la situación española, en Francia, a partir de este mes de septiembre, los colegios, además del lema de la República francesa —«Libertad, igualdad, fraternidad»—, deberán colgar en lugar bien visible la «Carta del Laicismo». «Sólo tratamos de explicar lo que pone en el artículo primero de nuestra Constitución, donde se indica que la República es indivisible, democrática, social y laica», ha declarado el ministro de Educación, Vincent Peillon.

Recordemos que de acuerdo con la Ley Orgánica de Educación, en el año 2006, el Parlamento español, aprobó el Real Decreto Ley 1631, por el que fue aprobada la asignatura «Educación para la Ciudadanía». Esta norma venía a dar cumplimiento a la Recomendación (2002)12 del Comité de Ministros a los Estados miembros, del Consejo de Europa: «La educación para la ciudadanía democrática es esencial para promover una sociedad libre, tolerante y justa, además de contribuir a la defensa de los valores y los principios de libertad, pluralismo, derechos humanos y Estado de Derecho, que constituyen los fundamentos de la democracia». Es lo más cerca que hemos estado del laicismo en la educación, hasta que llegó el ministro Wert.

El objetivo de «La Carta de la laicidad en la Escuela», es reforzar la enseñanza del laicismo y la promoción de la igualdad, la libertad y la fraternidad entre el alumnado. En sus primeros preceptos declara que «Francia es una República indivisible, laica, democrática y social; y asegura la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, en el conjunto de su territorio, respetando todas las creencias» (1), y que «La República laica organiza la separación de las religiones y del Estado, que no tiene religión. El Estado es neutro con respecto a las convicciones religiosas o espirituales» (2).

Estos son algunos de sus quince puntos: (3) La laicidad garantiza la libertad de conciencia a todos, siendo cada uno libre de creer o de no creer; permitiendo la libre expresión de sus convicciones, dentro del respeto de las de los demás y dentro de los límites del orden público. (4) La laicidad permite el ejercicio de la ciudadanía, conciliando la libertad de cada uno con la igualdad y la fraternidad de todos, con la preocupación del interés general. (6) La laicidad de la Escuela ofrece a los alumnos las condiciones para forjar su personalidad, ejercer su libre albedrío y hacer el aprendizaje de la ciudadanía. (7) La laicidad asegura a los alumnos el acceso a una cultura común y compartida. (9) La laicidad implica el rechazo de todas las violencias y de todas las discriminaciones, garantiza la igualdad entre las chicas y los chicos y se fundamenta sobre una cultura del respeto y de la comprensión del otro.

Con todas las matizaciones, incorporaciones y enmiendas, según las diferencias sociales y culturales, tenemos que igualarnos a lo que ahora hacen en Francia. Un estado democrático y laico —como el diseñado en la Constitución española—, debe proteger con neutralidad y pluralismo las libertades del individuo. «Laicismo y Democracia son principios indisociables, ya que laicismo significa defensa del pluralismo ideológico en pie de igualdad, como regla fundamental del Estado de Derecho, y el establecimiento de un marco jurídico adecuado y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia de instituciones religiosas o de otra naturaleza filosófica o ideológica», dice Francisco Delgado, Presidente de la Asociación Europa Laica.

Propugno un Estado federal, republicano y laico; y para desarrollar el último precepto, tenemos que empezar por exigir: la derogación de los Acuerdos con la Santa Sede; que la religión deje de formar parte del currículo y del horario lectivo, saliendo de la Escuela; que ninguna simbología religiosa tenga presencia institucional en los centros escolares; que con dinero público no se financie el adoctrinamiento religioso en ningún centro escolar o que segregue por razón de sexo o por otra naturaleza ideológica o social; así como la retirada de la LOMCE.

La Carta de la laicidad