martes. 16.04.2024
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Foto: Twitter @Atleti

En medio de la pandemia asesina. Tras la marabunta ayusista en la Comunidad de Madrid, una corriente de aire fresco llega a lo más hondo del corazón.

Por alguna razón que se escapa a mis entendederas, el triunfo del Atleti ha recibido un reconocimiento general, en el momento más difícil, en el año más difícil. Puro ADN rojiblanco. Si hacemos abstracción de los forofos e integristas de las diferentes aficiones, muchos españoles se han alegrado de ver una imaginaria corona de laurel en la cabeza del equipo rojiblanco como vencedores en el estadio griego o en el circo romano.

Y lo han hecho desde la humildad. Hay muchas maneras de triunfar en el deporte. De alguna manera este deporte de jeques y supermillonarios me recuerda al Grand National donde compiten caballos de cientos de millones, cuidados por una pléyade de entrenadores que los cuidan a cuerpo de rey en cuadras que mas bien parecen fincas de lujo con piscinas incluidas. Lo del Atleti es algo así como si ese gran premio lo ganara un caballo salido de un pueblo donde no conocen las palabras de pura sangre o el pedigrí.

Em la mañana del domingo, me contaba un feligrés atlético que tenía “resaca sicológica”. No sé muy bien que puede ser. Lo achaco al agotamiento pandémico. Al cansancio por tantas noticias tristes. Por tanta muerte, incluida la de ese muchacho muerto en un aparcamiento de Madrid. Una muerte sobre más muertes.

Si me tengo que quedar con una imagen, escojo al Gran Luis, no el Aragonés, sino el uruguayo Suárez, capaz de levantarse de su entierro futbolístico y de mostrar la humanidad de un héroe llorando delante de las cámaras

Volviendo a lo estrictamente deportivo, me choca la actuación de tantos periodistas deportivos a quienes traiciona su subconsciente. Causa risa comprobar frases como “los atléticos van a celebrar la victoria en Cibeles, perdón, quería decir en Neptuno”. O “se van a reunir en torno al Bernabeu, perdón, en el Wanda Metropolitano”. Y otros lapsus semejantes casi generalizados en muchos comentaristas. Aficionados del Madrid, no se me enfaden. Ustedes no tienen la culpa de tales despistes. Utilizando una frase al uso “es lo que hay”.

Por el contrario, deben estar orgullos de su equipo. Qué magnifica lucha hasta el final. Qué gran jugador este Benzemá despertado tras el fantasma de Cristiano. No menos grande han sido Barca o Sevilla. Y los equipos más modestos haciendo honor al tópico de que “en esta liga cualquiera te hace un roto”. Sin ir más lejos ese Valladolid que vendió carísima su derrota en el último partido. Seguidores del Pucela, créanme que no me explico cómo no han sido subcampeones si hubiera jugado toda la temporada como con el Atleti..

Lo mismo digo para sus últimos oponentes: el Osasuna, la Real o aquel Levante que le hizo hincar la rodilla en su campo metiéndole la zozobra de la duda. Casi más que las infligidas por el virus a todos los equipos. Todo ello hace muy grande la conquista de esta Liga tan extraña. En fútbol se abusa de adjetivos como histórico. No llego a tanto. Lo que sí ha sido es memorable. Para quedar en la memoria.

Se escribirán muchas líneas hablando de los méritos de unos y otros. Los dirigentes. El Cholo, contra viento y marea. Su afición. Los jugadores, todos, con Koke a la cabeza. No se puede mencionar a todos. Ahí quedan Oblak, Savic, el joven Llorente, el regateador Correa. Por sintetizar me quedo con el discurso del Cholo el domingo. No se puede llegar aquí sin los Costa, Godín, Juanfran o Gabi. No es común acordarse de los que no están en el éxtasis del triunfo. Y si me tengo que quedar con una imagen, escojo al Gran Luis, no el Aragonés, sino el uruguayo Suárez, capaz de levantarse de su entierro futbolístico y de mostrar la humanidad de un héroe llorando delante de las cámaras en medio del triunfo.

Feligreses del futbol, espero que ustedes lo hayan disfrutado y les sirva de analgésico dentro de tanta tragedia. Ahí les dejo algunas líneas para que sepan encontrar lo bonito de la vida.

El Atlético hace feliz a la gente