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NUEVATRIBUNA.ES - 25.02.2009

Últimamente Mariano Rajoy se deja ver poco por el Congreso. El flash de las cámaras y los ‘plumillas’ le incomodan. Suele salir por la trasera de los pasillos del Palacio (no sabemos si para visitar los sótanos que se están habilitando), pero el caso es que escapa y�; a lo que vamos, en las últimas semanas ni siquiera ha aparecido por allí.

Los diputados del PP suman la mitad de las ausencias que se han producido desde la apertura del periodo de sesiones y, de ellos, Rajoy es el novillero mayor de la bancada popular. El líder del PP ni siquiera ha acudido a votar ninguna de las mociones presentadas por su Grupo. Sabemos que la campaña gallega (no tanto la vasca) le ha absorbido el seso, pero también sabemos que el gallego huye de la prensa cuando no tiene nada que decir.

Y por lo que se ve estos días poco tiene que decir.

Y con respecto a los demás, el nombre de Fabra (que se pone de moda cada vez que salta un caso de corrupción en España, mientras él sigue vanagloriándose de dar trabajo a diestro y siniestro), ronda la Carrera de San Jerónimo.

Su hija, Andrea Fabra, ni aparece por lugar tan noble. A dedo la pusieron antes en el Senado, por designación autonómica. Hija mayor de Carlos Fabra, imputado por varios delitos de tráfico de influencias. Mujer de Juan José Güemes, consejero de Sanidad, ahora más conocido como yerno de Fabra, Andrea es diputada popular por Castellón y, junto a Rajoy, la ‘pepera’ que más ‘pellas’ hace en el Congreso.

Faltas también a anotar de Gustavo de Arístegui (será por su faceta de diplomático que le obliga a pasar buenas temporadas fuera de España); de la tan aplicada Fátima Báñez; de la minifaldera Ana Mato; de los ‘niños buenos’ Sebastián González y Gonzalo Robles; del mochilero Jorge Moragas; y del valenciano Esteban González Pons, al que Francisco Correa le dedica una de sus lindezas según obra en una de las grabaciones relacionadas con la trama de corrupción que investiga Garzón.

La cosa no sería para tanto si no fuera porque el PP ha propuesto en el Congreso habilitar los meses de enero y julio, en los que hasta ahora no se celebran plenos; y además quiere hacerlo a lo grande, reformando la Constitución, cuando todavía están pendientes otras modificaciones como la equiparación de la mujer a la sucesión al trono; la incorporación de la Constitución Europea o la reforma del Senado.

El caso es hacer ruido, pero si los ‘peperos’ quieren trabajar que empiecen por ir a los plenos ordinarios.

Novillos de Rajoy y de la hija de Fabra