jueves. 28.03.2024

No obstante, los 78.000 millones de euros que la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) concedieron a cambio de un duro programa de austeridad y reformas, le han permitido al Estado luso financiarse con fondos que paga a intereses cercanos al 4 %.

Cuando pidió ayuda, el bono luso a diez años se pagaba casi al 9 % y, aunque siguió subiendo hasta llegar, nueve meses después del rescate, al 17 %, se ha mantenido a la baja desde febrero y ahora no llega al 12 %.

El Gobierno socialista de José Sócrates pidió el rescate tras haber renunciado ya al cargo a raíz del rechazo a su último plan de ajustes económicos por la oposición conservadora, que dos meses después ganó con mayoría absoluta las elecciones anticipadas.

La presión de los intereses de la deuda lusa, que la especulación y la desconfianza de los mercados dispararon, obligaron al país a seguir los pasos de Grecia e Irlanda.

Los bancos no fueron un problema para Portugal aunque, según revelaron varios medios lusos, presionaron al Gobierno de entonces para que pidiera el rescate por sus dificultades para financiarse a los altos intereses que exigía el mercado.

El dinero del rescate luso reservó una partida de 13.000 millones de euros para necesidades de capital de la banca que no se ha usado hasta ahora.

Esta misma semana, los tres mayores bancos lusos solicitaron, como ya se esperaba, 6.600 millones de euros en total para cumplir las nuevas exigencias comunitarias de solvencia.

Al igual que ocurrió con los intereses de su deuda, que siguieron subiendo pese al rescate, la ayuda externa a Portugal tampoco le salvó de nuevos descensos de nota de las agencias de calificación, que han llevado al país, sus empresas y bancos a los más bajos escalones del bono basura.

Sin embargo, los últimos descensos de nota no se han hecho ya con el argumento de los problemas financieros, sino de la debilidad y las malas perspectivas de la economía por el esfuerzo de austeridad exigido en el rescate.

En medio de una generalizada subida de impuestos, recortes del gasto público y descensos salariales, el desempleo se ha disparado en Portugal hasta rondar niveles históricos del 15 % y este año se espera una caída del PIB del 3 %.

El principal objetivo del rescate, que Portugal pueda financiarse solo en el mercado a mediados de 2013, está cuestionado por los analistas, las agencias de calificación y los informes de la troika sobre la evolución del país.

Pero tanto la UE como el Ejecutivo luso han expresado que hay el compromiso de que el país siga recibiendo ayuda si los intereses de su deuda no bajan lo suficiente, aunque eso equivaldría a un segundo rescate.

Los problemas de Portugal no acabaron con el rescate