viernes. 29.03.2024
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Betül Celep, en la plaza Kalkedon de Estambul. / Foto: Javier Pérez de la Cruz

Betül Celep representa una Turquía en extinción. Sonriente, optimista y con muchas ganas de resistir y protestar. Por delante le queda el gran reto de recuperar su puesto de trabajo en mitad de las purgas masivas promovidas por el presidente Recep Tayyip Erdogan.

A la población turca no le faltan motivos para la depresión y el miedo. El país eurasiático ha sufrido un último año y medio cargado de tragedias. Centenares de muertos en ataques terroristas, una guerra civil en el sudeste del país, un golpe de Estado, el arresto de más de 40.000 personas y la suspensión o la pérdida del empleo de más de 120.000.

Una de ellas fue Betül. Pero, a diferencia de la mayoría, no piensa dejar de pelear contra la que considera una medida “injusta”. Esta joven matemática ha sobrepasado bajo la lluvia los 50 días consecutivos acampando en la plaza Kalkedon del barrio de Kadiköy, en el lado asiático de Estambul.

El 6 de enero su nombre apareció, junto al de otros 6000 funcionarios, en uno de los temidos decretos ejecutivos (KHK en turco). A través de estas medidas el Gobierno, aparte de destrozar decenas de miles de carreras profesionales, también ha conseguido clausurar universidades, medios de comunicación y sindicatos. Así fue como de la noche a la mañana Betül perdió su trabajo como investigadora en la Agencia de Desarrollo de Estambul.

A pesar del desmesurado número de afectados por la respuesta del Gobierno a la sublevación militar, las manifestaciones y protestas han brillado por su ausencia durante los últimos meses. El miedo, señalan los analistas. Betül decidió y consiguió librarse de esa carga.

Mujeres sin miedo

“A mí me despidieron el 6 de enero y aquí [a la plaza] vine por primera vez el 23 de enero. Los días entre esas dos fechas yo tenía mucho miedo. ¿Voy a ser capaz de hacerlo? ¿No voy a poder? ¿Qué puede pasar? Pero en cuanto llegué aquí todo se aclaró y me tranquilicé. Ahora ya no tengo miedo”.

La última gran manifestación opositora que se recuerda en Estambul, la ciudad más importante del país, ha tenido, precisamente, a las mujeres como protagonistas. Fue el 8 de marzo, en la marcha en el Día Internacional de la Mujer. “Tayyip, Tayyip, corre, corre, que venimos”, corearon, en referencia a Erdogan, las cerca de 10.000 personas que se concentraron en la céntrica avenida de Istiklal.

Soy socialista. Y feminista. Además era representante sindical en mi trabajo. Creo que estas son las razones. No quieren a nadie que luche por los derechos humanos y los derechos de la mujer

Desde el primer momento Betül decidió darle un enfoque feminista a su protesta. “Los políticos en Turquía dicen que las mujeres tienen que quedarse en casa. Y que tienen que quedarse embarazadas y tener tres hijos. Y que las mujeres y los hombres no pueden ser iguales”, explica. Y continúa: “Todas las estrategias del Gobierno parten de estas ideas. Con los decretos ejecutivos están haciendo lo mismo contra las mujeres. Ellos quieren que me quede en casa, que me case… Esta es la idea que defendemos aquí sobre todo: no nos vamos a quedar en casa y vamos a resistir. Las calles son nuestra casa”.

Numerosos colectivos feministas de Turquía cargan con dureza contra las políticas promovidas por el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo, en el poder desde 2002. Estas organizaciones justifican su rechazo señalando comentarios como el realizado por el propio Erdogan, que dijo que las vidas de las mujeres sin hijos “son incompletas y deficientes”.

No obstante, el Gobierno lo ve de manera diametralmente opuesta. Considera que medidas como eliminar la prohibición de llevar velo en las instituciones públicas son verdaderas acciones para el desarrollo profesional de las turcas. Además también hay organizaciones de mujeres que trabajan codo a codo con el poder Ejecutivo. El caso más claro es del de KADEM (Asociación de Mujeres y Democracia), donde la hija del presidente, Sümeyye Erdogan, es parte del consejo directivo.

Betül, que ha elegido para su acampada el lema de ‘Las mujeres resisten contra los decretos ejecutivos’, cree que son varias las razones de su despido. “Soy socialista. Y feminista. Además era representante sindical en mi trabajo. Creo que estas son las razones. No quieren a nadie que luche por los derechos humanos y los derechos de la mujer. No puedes hablar de esas cosas si trabajas para el Gobierno”.

A pesar de que Betül se queja de las pocas iniciativas que se han organizado para protestar por los despidos de funcionariado, sí se han producido actos similares al suyo en diferentes puntos de la geografía turca. En cambio, estas mujeres no siempre han compartido la tranquilidad y la ausencia de problemas de las que ella ha disfrutado hasta el momento.

Problemas con la policía

En Ankara, la capital del país, Nuriye Gülmen, Semih Ozakça y Acun Karadag fueron detenidos antes de siquiera poder comenzar la huelga de hambre que habían anunciado. Ellos también han perdido sus empleos en la Administración Pública y, como último recurso de presión, habían recurrido a la protesta. Su abogado, Engin Gokoglu, señaló que los tres fueron golpeados durante el asalto policial.

Hay personas que deciden resistir. La esperanza está aquí, eso es lo que trato de decir con mi campaña

“Vienen todos los días [la policía]. Esos dos de ahí son de la policía secreta. No nos lo han dicho, pero lo sabemos” ¿Esos dos? “Sí, me conocen. Van cambiando, pero se les puede reconocer fácilmente. Me obligan a quitar el cartel con el nombre de Ahmet Onal [vicegobernador de Estambul y responsable de la Agencia en la que ella trabajaba]. Dicen que no lo puedo hacer, que es ilegal, pero yo lo sigo haciendo. Ahora han dejado de hablar conmigo, pero no pasa nada, no hay problema”, explica la exfuncionaria.

“¿Quién es Ahmet Onal?”, reza la cartulina colocada junto a otros trastos en el momento de la conversación. Betül le culpa a él de su despido y le pide explicaciones. Pikara ha tratado de ponerse en contacto con su oficina sin éxito.

Mientras espera una respuesta, Betül continúa narrando su protesta a través de las redes sociales. ¿Hasta cuándo? “Hasta que haga falta”, responde alegre y firme. “La gente tiene miedo y está desesperanzada, dicen que no se puede vivir en Turquía, que no hay trabajo para nosotros. Pero también hay personas que deciden resistir. La esperanza está aquí, eso es lo que trato de decir con mi campaña”.

Fuente: Javier Pérez de la Cruz / Pikara Magazine

Una feminista contra la purga de Erdogan