sábado. 20.04.2024
Cristina Fernández y su hija Florencia Kirchner tras conocerse el triunfo de la mandataria en las primarias abiertas celebradas el 14 de agosto de 2011. Foto (Casa Rosada)

Mientras el Partido Comunista Cubano plantea limitar a 10 años el tiempo máximo para ocupar un cargo en el gobierno, numerosos países de América Latina han recorrido o recorren el camino inverso, el de las reelecciones ilimitadas. Al ser todas repúblicas presidencialistas, las constituciones de todos los países de la zona establecieron en su momento la limitación de mandatos para evitar los excesos del caudillismo.

El caso más emblemático es el de México, que tras la Revolución de 1910 institucionalizó el régimen evitando la repetición de sus presidentes, aunque durante décadas ejercieron el derecho a elegir sucesor, mediante el conocido “dedazo”. Aún hoy todos los documentos oficiales llevan impreso el lema “Sufragio efectivo, no reelección”. A Carlos Salinas de Gortari, presidente entre 1988 y 1994 se le pasó por la cabeza la idea de la reelección, pero en México es demasiado fuerte la tradición en contrario.

Pero en los últimos años la tendencia en la mayoría de los países de la zona fue contra estas limitaciones, subrayando el hecho de que en Europa no las había, obviando el detalle de que se trata de regímenes parlamentarios. El caso más importante es Venezuela, donde Hugo Chávez reformó dos veces la Constitución, primero para permitirle un segundo mandato y después para eliminar cualquier límite.

Otros dos países gobernados por presidentes afines a Chávez, Ecuador y Bolivia también reformaron a sus respectivas leyes fundamentales, posibilitando la continuidad de los presidentes Rafael Correa y Evo Morales.

En Nicaragua, Daniel Ortega ni siquiera reformó la Constitución. Después de dos fallidos intentos para que el Parlamento cambiara la Carta Magna, optó por acudir a la Corte Suprema, con jueces que responden al gobierno, y que dictaminaron que su candidatura era legal porque lo contrario atentaba contra los derechos humanos del presidente.

La tendencia se rompió en la vecina Honduras, donde la tentación reeleccionista le costó la presidencia a Manuel Zelaya, desalojado por los militares en junio del 2009. Y en Colombia, donde tampoco prosperó el intento de Álvaro Uribe en este sentido.

El tema vuelve ahora a plantearse en Argentina, aunque la presidente, Cristina Fernández, no ha dicho nada al respecto. Pero, un mes después de asumir su segundo mandato, legalmente el último, sectores del kirchnerismo empiezan a plantearlo y discutirlo internamente. Durante el primer mandato, la diputada Diana Conti fue desautorizada por la propia mandataria después de que la legisladora hablase de una “Cristina eterna”. Pero el vicepresidente, Amado Boudou, acaba de mostrarse partidario de no esperar más para una reforma constitucional.

Inmediatamente aclaró que la reforma no planteaba la reelección, pero las aclaraciones posteriores no hicieron nada por despejar dudas. “No es tiempo de hablar de ingenierías electorales”, señaló, aunque también dijo que “uno no puede decir lo que va a pasar mañana, hay cosas que no están en la agenda de un día y pasan a estar en la agenda al otro día”. En apoyo de una nueva reelección ya se manifestó el gobernador de la provincia de San Juan, José Luis Gioja. Por cierto que casi todas las provincias argentinas también modificaron sus constituciones para permitir reelecciones indefinidas, incluyendo Santa Cruz, cuando Néstor Kirchner era su gobernador.

En Chile, donde solo se permite un período, o dos no consecutivos, los ex presidentes Lagos y Bachelet, que dejaron sus gobiernos con un altísimo índice de popularidad, no demostraron ningún interés en volver. Lo mismo el brasileño Lula, una vez agotados sus dos períodos legales de gobierno.

Por último, el peruano Ollanta Humala no ha sido claro sobre su posible postulación a un segundo mandato, en 2016, al que no puede aspirar sin cambiar la Constitución. En una tensa entrevista, en septiembre pasado, con la cadena hispana de EE.UU. Univisión, se negó insistentemente a responder a su interlocutor, el prestigioso periodista Jorge Ramos. Aunque después, en su cuenta de Twitter escribiría: “mi juramento con el Perú y la democracia fue y es: no a la reelección”. Durante la campaña electoral, Humala había jurado que no buscaría un segundo mandato. Aunque muchos piensan que la carta que jugará será la de postular a su esposa, Nadine Heredia, que tiene una fuerte influencia política en el presidente.

Los ejemplos reeleccionistas tienen algunas otras características en común que rebajan la calidad institucional. No solo se cambian las constituciones respectivas: sufren la independencia de los poderes, enfrentan la relación con la prensa como si de un enemigo se tratase y retroceden en algo que es fundamental en las democracias, la rendición de cuentas de los respectivos gobiernos ante los ciudadanos.

En Argentina ya se habla de reformar la Constitución