martes. 16.04.2024
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Los demócratas son más fuertes frente a Trump, pero el presidente se hace fuerte ante un liderazgo republicano que ha tratado de hacer virtud de la necesidad con un aliado en la Casa Blanca al que nunca han considerado uno de los suyos

El veredicto de las midterm ha sido desigual: los demócratas conquistan la Cámara de Representantes con suficiente holgura, pero los republicanos avanzan puestos en el Senado. No ha habido blue wave (oleada azul), pero si un fortalecimiento suficiente para frenar la agenda de Trump y consolidar las investigaciones que pesan sobre el presidente, aunque la mayoría reforzada del Great Old Party en el Senado puede hacer más difícil el impeachment. La causa progresista avanza aunque algunos de sus principales exponentes no hayan triunfado. El auge de la participación en más del 35% es el reflejo de una mayor movilización ciudadana.

Éstas son las principales claves de la gran jornada electoral de ayer, considerada como una de la más importantes de la política norteamericana en las últimas décadas.

1) El Partido Demócrata dominará la Cámara de Representantes al arrebatar más de los 23 escaños necesarios al Partido Republicano para obtener una superioridad aún pendiente de definir. La Cámara baja permitirá al partido azul frenar la agenda de Trump, impulsar la investigación sobre sus maniobras en la campaña electoral de 2016 y sus dudosas conexiones con la Rusia de Putin y, lo que puede ser más destructivo, esclarecer sus irregularidades empresariales y financieras.

2) Trump puede contar con un cierto colchón de protección al reforzar el Great Old Party (GOP) el control del Senado, con la ganancia de 2-3 escaños. Si los senadores republicanos deciden proteger a su líder nominal, Trump puede escapar a la destitución, aunque quede muy expuesto de cara a la reelección en 2020. Asimismo, el presidente podrá asegurar la nominación de nuevos puestos en su ejecutivo, ya que es la Cámara Alta tiene la atribución de confirmarlos.

3) El país sale más dividido aún de estas elecciones correctivas. Se reproduce una situación similar a 2010, cuando Obama perdió el apoyo de la Cámara de Representantes debido al empuje conservador impulsado por el auge del tea party. El pulso entre conservadores y liberales, con los múltiples matices existentes a uno y otro lado, se incrementará. Nos esperan dos años de disputas políticas aún más feroces.

4) La izquierda obtiene un resultado prometedor. El legislativo contará con más representantes progresistas que nunca y una representación más amplia de las minorías, en particular las mujeres y los afroamericanos. Algunos candidatos emblemáticos han conseguido entrar en el Capitolio: Alexandra Ocasio-Cortez (la latina y socialista será la congresista más joven en la historia del país); Ayanna Presley, la primera afro-americana que gana un escaño de representante por Massachussets; el mismo caso de Jayana Hayes, ella por Connetticut; las musulmanas y socialistas Rashida Tlalib (hija de palestinos) e Ilhan Omar (de origen somalí); Verónica Escobar y Silvia García, primeras latinas en la House, por Texas; Sharice Davids, lesbiana, primera congresista nativa (indígena), obtiene un escaño por Kansas; Jared Pollis, será el primer gobernador gay, al ganar en Colorado.

Sin embargo, se han producido sonoras decepciones. Andrew Gillum, considerado como sucesor de Obama, no ha conseguido su propósito de convertirse en el primer gobernador afroamericano de Florida, al ser derrotado por el republicano y aliado de Trump Ron DeSantis, por apenas un punto de diferencia. El progresista Beto O’Rourke no ha podido arrebatarle el escaño del senado por Texas al ultraconservador Ted Cruz, que no oculta su aspiración a intentar de nuevo el asalto a la Casa Blanca. La afroamericana Stacey Abrams se ha quedado a pocos votos de lograr la gobernación del sureño estado de Georgia.

5) En los llamados swinging states o estados cambiantes (los que suelen decidir las elecciones), se ha reflejado esta corrección hacia el centro-izquierda. El territorio de Trump queda mermado con los avances demócratas en zonas como el Medio Oeste o la región de los lagos (Illinois, Michigan, Winconsin, Minnesotta), que han sido tradicionalmente demócratas, pero se inclinaron en 2016 del lado republicano, debido a la basculación del electorado blanco trabajador a favor del mensaje proteccionista y nacionalista de Trump.

6) Desde la Segunda Guerra Mundial nunca había votado tanta gente en unas elecciones de este tipo, lo que indica el incremento del interés ciudadano por la política. Según cifras provisionales, han votado 114 millones de personas, frente a los 83 millones de 2014, un aumento del 37%. Sin duda, el clima de polarización explica esta mayor afluencia a las urnas. Pero también la creciente sensación de que el país se encuentra en una delicada encrucijada. Algunas de las conquistas sociales se han percibido en peligro y otras causas emergentes han empujado a sectores habitualmente pasivos o descreídos a pronunciarse.

7) En la jornada de ayer también se celebraron referéndums sobre cuestiones de especial importancia. Por destacar algunos, en Florida, pese al triunfo del candidato conservador en la gobernación del Estado, los ciudadanos votaron a favor de acabar con la privación de voto para las personas con antecedentes penales.

Al cabo, las midterm estimularán el debate y la confrontación política, ya que los dos grandes partidos intentarán ofrecer la imagen del país que más le conviene a cada uno. Los demócratas son más fuertes frente a Trump, pero el presidente se hace fuerte ante un liderazgo republicano que ha tratado de hacer virtud de la necesidad con un aliado en la Casa Blanca al que nunca han considerado uno de los suyos. La izquierda ha dado un paso adelante, pero más tímido de lo deseado y tendrá que seguir trabajando en la movilización social y ciudadana para avanzar en la causa de la justicia social.

Las elecciones de mitad de mandato profundizan la división política