jueves. 28.03.2024
El ministro de Planificación Federal e interventor de la petrolera YPF, Julio De Vido (i), y su esposa Alessandra Minnicelli (d) se retiran este lunes en un automóvil del edificio de la empresa YPF en Buenos Aires

“No le vamos a pagar lo que ellos quieran, esos 10.000 millones de dólares”, dijo el viceministro de Economía, Axel Kicillof

“Vamos a ser absolutamente inflexibles”, dijo Julio de Vido, ministro de Planificación e interventor del Estado en YPF, durante la discusión en el Senado del decreto para la estatización de la petrolera. Y advirtió que los daños ambientales y de infraestructura que habría causado Repsol serían tenidos en cuenta para descontar el precio que el gobierno argentino tiene que pagar por las acciones nacionalizadas.

Cada uno de los gobernadores informará sobre los supuestos daños ambientales. “En Mendoza dejaron un desastre en infraestructura de producción, esto tiene su costo y lo van a tener que pagar porque el medio ambiente no se rifa y tiene precio”, dijo un agresivo de Vido en el Senado.

Pero el peso de la defensa del decreto nacionalizador lo llevó el viceministro de Economía, Axel Kicillof, que fiel a su imagen de joven radical dijo que se van a revisar las cifras del valor de la compañía, advirtiendo: “no le vamos a pagar lo que ellos quieran, esos 10.000 millones de dólares”. Acusó a Repsol de haber exprimido hasta la última gota a YPF, de tener una deuda cercana a los 9.000 millones de dólares y de haber usado la petrolera argentina para solventar la expansión económica del grupo

Kicillof argumentó que los intereses de Repsol y los del gobierno argentino entraron en contradicción: “todos los días operaba, insistía, presionaba para subir el precio de los combustibles y ni bien se vino la devaluación empezaron una política sistemática de reducir la producción”. En este sentido señaló que la política del gobierno argentino es mantener las tarifas a un nivel racional “para garantizar cierto bienestar a la sociedad”.

Frente a las advertencias de que la estatización de YPF iba a cerrar muchas puertas al gobierno argentino, en términos de inversiones y financiación internacional, el ministro de Planificación, Julio de Vido, aseguró que muchas empresas petroleras internacionales se han puesto en contacto con el gobierno, interesadas en participar en el desarrollo y explotación de áreas junto a YPF. Pero no dio ninguna precisión al respecto.

El diputado y ex viceministro de Economía, Roberto Feletti, trató por su parte de disipar temores sobre nuevas nacionalizaciones: “no estamos ante una política de nacionalizaciones masivas”. El que fuera jefe de gabinete, Aníbal Fernández, también justificó enfáticamente la decisión: “cuando ellos vinieron a trabajar en una empresa argentina, a sacarle beneficios que fueron abrumadores, que la llevaron al vaciamiento, nunca se pusieron en el zapato de los argentinos, nunca quisieron crecer con la Argentina; ellos vinieron a hacer la suya, a recuperar el dinero rápidamente, no hay mucho más para discutir”.

La discusión en el Senado no estuvo exenta de polémica. El senador Gerardo Morales, de la Unión Cívica Radical (UCR), se trenzó en una discusión a los gritos con el ministro de Planificación, que lo llamó “caradura” y “provocador”. Morales cuestionó al gobierno al decir que fue cómplice en el vaciamiento de YPF. Y preguntó por qué solo se expropia a Repsol y no al grupo local Eskenazi. El senador radical mostró también su desacuerdo con que de Vido haya sido nombrado interventor de la compañía, al considerarlo responsable de la crisis de política energética en el país.

La medida del gobierno argentino despertó diversidad de reacciones en los países latinoamericanos, a diferencia de los apoyos unánimes que despierta el reclamo sobre Malvinas. El presidente de México, Felipe Calderón, fue abierta y francamente hostil: “me parece muy lamentable que el gobierno de Argentina, de nuestra buena amiga Cristina Fernández, haya tomado una medida que no le va a hacer bien a nadie”, dijo. No hay que olvidar que la mexicana Pemex forma parte minoritaria del accionariado de Repsol (10%). Tampoco los desacuerdos comerciales entre los dos países, que llevaron a México a quejarse públicamente por las trabas argentinas a sus exportaciones.

En el extremo contrario está, lógicamente, el gobierno venezolano, que saludó y respaldó la medida. Curiosamente, el boliviano Evo Morales se mostró prudente al decir que “es un tema de Argentina y España” y que no supondrá ningún problema para Bolivia, que mantiene una relación “de mucha confianza” con Repsol, empresa “ que respeta todas las normas bolivianas y las inversiones que están haciendo van bien”.

“El costo de YPF lo vamos a tener que conversar”