jueves. 28.03.2024
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El cuarto centenario de la muerte de Cervantes, empezó con más pena que gloria pero ante el aluvión de críticas se están animando las iniciativas culturales sin que pueda decirse que las instituciones estén dando aún al acontecimiento la importancia debida. Algunas de nuestras autoridades, locales, regionales y nacionales si vivieran y mandaran dentro de cuatro siglos, le dedicarían a la última duquesa de Alba unos actos conmemorativos de mayor relieve, visto lo visto en el entierro de esta señora. 

Pero las alcaldadas con Cervantes, vienen de lejos. Dice Pedro de Répide en su clásico "Las calles de Madrid" que Mesoneros Romanos escribió en 1833 uno de sus más bellos artículos atribulado ante el derribo de la casa donde vivió Cervantes en la esquina de la calle del León y la que entonces se llamaba de los Francos y que hoy lleva el nombre del escritor alcalaíno.

El  rey Fernando VII  reaccionó intentando  suspender el derribo para que el Estado pudiera comprar el inmueble, pero el propietario, un tal Franco, dijo nones y tiró la casa. Tiene lógica que el rey felón, que machacó los más elementales derechos del pueblo se plegara dócilmente ante el de la propiedad privada, sin duda más sagrado.

El ayuntamiento tampoco paró al dueño piquetero cometiéndose así, por activa y por pasiva una gran pérdida y una desgracia irreparable para la villa de Madrid

A lo mejor no es para cantar ¡ay de mi Alhama! como en el romance del rey moro, pero de lo que se perdió con la casa de Cervantes ya daba cuenta en 1920 el diplomático boliviano Alberto Ostria cuando recreaba  el entonces llamado barrio del Parnaso, y hoy de Las Letras: "Madrid no pudo o no quiso conservar la casa de Cervantes. Esa misma casa situada en Londres habría pasado a ser un lugar santo, venerable, sagrado. Madrid no sabe lo que ha perdido perdiendo la casa de Cervantes. Conservada solo como la casa del Greco que seductora casita!/ en Toledo, constituiría  hoy uno de los más notables lugares de peregrinación del mundo y, por consiguiente, uno de los más preciados atractivos de Madrid... El rey francés José Bonaparte fue el primero que proyecto erigir una estatua a Cervantes, Inglaterra se anticipo a España haciendo la edición monumental del Quijote, la mejor evocación del Quijote la escribió un alemán, Heine... España, la patria de Cervantes, todavía no ha hecho nada por Cervantes".

Es posible que algunas autoridades actuales quisieran que la certificación de los restos de Cervantes en el magnífico convento de las Trinitarias de la calle de las Huertas (donde su  hija Isabel fue monja)  fuera el gran momento del aniversario, algo que no pudo ser por el fiasco de los trabajos que parece que no desmostaron al cien por cien que allí se encuentran los restos del escritor.

Digo yo que si el arzobispado de Santiago esta forrado a cuenta de albergar al apóstol Santiago (hasta el punto de que tardó años en darse cuenta de que un empleado birlaba centenares miles de euros de los cepillos), cuando sabido es que ni estuvo en España e incluso es dudosa su existencia, ¿por qué se es tan tiquismiquis con el aprovechamiento cultural y turístico de Cervantes por la ciudad y región de Madrid?

Centrar el aniversario en la busca de unos huesos (sin negar su interés histórico) cuando está meridianamente demostrado que allí fue enterrado el manco madrileño más famoso, (también por esas calles Valle-Inclán, manco gallego y madrileño adoptivo, ambientaría su esperpéntica Luces de Bohemia) fue un error propio de gente "de buena fe pero de poca sal en la mollera" como el escudero Sancho.

La Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid todavía pueden aprovechar las efemérides para rescatar el conjunto y contexto cervantino y reivindicar alto y fuerte el Barrio de las Letras. En sus calles pudieron cruzarse paseando, entre otros,  Cervantes, Góngora, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Quevedo y Tirso de Molina, que lo habitaron en esas fechas. Eso sería suficiente en otros lares para presumir de un poderoso patrimonio cultural, pero parece que la corrección política impone que Madrid debe de disimular o esconder  sus riquezas, mientras solo se recrean sus pobrezas, que ciertamente no son pocas.

Calle de Cervantes: viejas y nuevas alcaldadas