martes. 16.04.2024
versalles

La postura oficial socialista se había inclinado hacia los aliados porque se consideraba que su victoria era mejor que la de los Imperios Centrales

Los socialistas españoles emitieron su opinión desde El Socialista sobre el Tratado de Versalles a los pocos días de firmarse, entre finales de junio y principios de julio de 1919. El PSOE fue muy crítico con lo que se había hecho en Francia, a pesar de que la mayoría de los socialistas había siempre manifestado sus simpatías hacia la causa aliada.

Pablo Iglesias fue el primero que opinó, el 30 de junio, dos días después de la firma. El Tratado había sido obra de los líderes de las cuatro potencias vencedoras, pero no se había inspirado en los Catorce Puntos de Wilson.

Los socialistas españoles se habían mostrado muy proclives a Wilson y a sus famosos Catorce Puntos. Ahora Pablo Iglesias acusaba al presidente norteamericano de no haber sabido o podido aplicar los principios contenidos en los mismos. Pero también acusaba a Lloyd George, Clemenceau y Orlando de no haber cumplido las palabras que habían dado anteriormente.

El Tratado de Versalles tenía un espíritu imperialista, que encerraba en sí mismo la “semilla de la guerra”. Esa no era la paz que querían los pueblos ni los trabajadores. La paz que se había anunciado era calificada como “burguesa”, conteniendo antagonismos y odios entre las naciones. No era, por lo tanto, una “paz socialista”. Este tipo de paz debía motivar a los trabajadores para que perseverasen con el fin de fomentar la conciencia de clase y la organización para librar a la Humanidad de las guerras. Pero el líder español era consciente que la Segunda Internacional no había evitado el estallido de la Gran Guerra. En todo caso, consideraba que la Sociedad de Naciones no evitaría tampoco la guerra, como no lo había hecho la Conferencia de la Haya.

Y el viejo líder no podía dejar de emplear el argumento socialista del factor económico generador de conflictos. Por esa razón, había que implantar el socialismo, es decir, abolir las clases y cambiar el sistema productivo.

Al día siguiente, el periódico obrero publicaba una columna de opinión, que ahondaba en la crítica del Tratado de Versalles. La importancia de este artículo reside en el hecho de que se admitía que los socialistas españoles habían defendido oficialmente la causa aliada, aunque conviene recordar que hubo líderes más fieles al pacifismo de la Segunda Internacional. La postura oficial socialista se había inclinado hacia los aliados porque se consideraba que su victoria era mejor que la de los Imperios Centrales. Aunque no se expresase en esta columna, muchos socialistas españoles aborrecían el autoritarismo de los Imperios Centrales y se sentían más cómodos con las democracias británica y francesa, además de ser defensores de Bélgica, ocupada por los alemanes. Pero, al igual que se había apoyado en España, junto con el resto de las izquierdas, a los aliados, ahora se consideraba, en línea con lo expuesto por Iglesias, que Versalles no era la paz de los pueblos, ni una paz basada en el derecho y la reconciliación. Era una paz, calificada de peligrosa, porque permitía que el vencido justificase su rencor, una paz que preveía la posibilidad de futuras guerras, unas apreciaciones de una gran lucidez, como bien sabemos. El resto de las críticas ahondaban en lo expresado por Pablo Iglesias sobre el carácter imperialista y económico de la paz, pero, además, se recordaba que los aliados seguían luchando, y lo hacían contra la Rusia soviética, una cuestión que también interesaría y movilizaría al PSOE.

Hemos trabajado con los números 3612 y 3613 de El Socialista. La postura del PSOE y el debate interno que vivió en relación con la Primera Guerra Mundial fueron abordados por Santos Juliá en una obra que hemos citado en varios artículos, Los socialistas en la política española, 1879-1982, Taurus, Madrid, 1997.

El PSOE y el Tratado de Versalles (1919)