miércoles. 24.04.2024
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El socialismo español había actuado en pugna constante con la sociedad capitalista, dividida en dos clases

El PSOE consideraba, desde las páginas de El Socialista, que el Congreso cerrado el domingo 12 de julio de 1931, había sido una de las asambleas de mayor transcendencia en la política española. Aunque pudiera parecer una visión autocomplaciente, debemos recordar que los socialistas eran el principal grupo parlamentario, después de las elecciones a Cortes Constituyentes, y su sello en la Constitución, en determinadas cuestiones, iba a ser evidente. En ese sentido, se interpretaba el Congreso en clave nacional, al aludir que nunca antes habían coincidido el interés del Partido con el general. El PSOE había sido hasta entonces una especie de Estado dentro del Estado. Pues bien, en este Estado regido por las normas de la propiedad, los socialistas consideraban que habían representado el futuro, de un cambio social avanzado, aunque se reconocía que no había sido mas que un comienzo, pero que podía alimentarse y crecer merced a una oportunidad histórica.

El socialismo español había actuado en pugna constante con la sociedad capitalista, dividida en dos clases. El conflicto también era con el Estado, ya que legislaba siempre a favor de una de esas dos clases, la burguesía. Se reconocía que el PSOE había ido construyendo sus críticas a través del pensamiento marxista en la convicción de que mientras no cambiase de manos el poder del Estado, las leyes serían parciales e injustas.

Por otro lado, también se consideraba que el Partido no podría ser realmente un Estado dentro del Estado si no se contara con masas, mientras el proletariado no se organizase con los socialistas. Pero eso se había ido consiguiendo, alcanzando esa condición de Estado que, aunque no legisla, aspiraba a hacerlo, es decir, en una organización política de peso. No era un Estado que manda, pero sí un Estado que se negaba a obedecer, en rebeldía.

Pero la situación en 1931 era distinta porque, aunque el PSOE seguía en pugna contra el Estado por su condición de burgués, se afirmaba que pronto desaparecería, y gracias, en gran medida, a la hostilidad protagonizada por el socialismo. El PSOE desde el Gobierno se iba a enfrentar al Estado en algún momento. Se señalaba que las aspiraciones del Partido Socialista no podrían señalarse en ese momento, en el Congreso Extraordinario, ni tampoco había sido el momento de repetir viejas demandas. Lo que ocurría era que el Congreso había tenido que adaptarse al nuevo tiempo, a concretar lo que había que realizarse y, de ahí su trascendencia. En ese sentido, Indalecio Prieto había aludido al cambio de los procedimientos impuestos al PSOE por la nueva situación. Antes bastaban unas líneas generales en las reivindicaciones, estando los socialistas convencidos que no se concederían, buscando siempre que se legislara a favor de los trabajadores. Pero desde el momento en el que se había proclamado la República, aunque de forma relativa, los socialistas habían comenzado a legislar. Así pues, ahora tocaba realizar análisis detallados. Por eso, el Congreso había estado conectado con la nación, y había suscitado la atención de todo el mundo. En fin, los socialistas se consideraban satisfechos con la labor realizada, con la altura de miras demostrada.

El Congreso Extraordinario había dicho lo que tenía que decir, ahora se abrirían las puertas de las Cortes para 110 diputados socialistas.

Hemos trabajado con el número 6997 de El Socialista.

El PSOE ante el reto constitucional de 1931