viernes. 29.03.2024
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En este artículo estudiamos una parte del complejo sistema de partidos en la Cataluña de fines del siglo XIX y comienzos del XX en el sector catalanista moderado o conservador.

El Centre Català fue una organización fundada en Barcelona en junio de 1882 con el objetivo de defender los intereses de Cataluña y promover la unidad en el seno del catalanismo. El proyecto había sido formulado por Valentí Almirall en el Primer Congrés Catalanista del año 1880 y fue propiciado por la ruptura de éste con Pi i Margall en 1881, lo que facilitaría la colaboración de diversas personalidades de la Reinaixença. Después de una primera etapa más apolítica el Centre se reorganizó en 1883 en el Segon Congrés Catalanista, donde se asumieron más claramente las reivindicaciones del catalanismo político. Se condenaron la participación de políticos catalanes en los partidos dinásticos, se organizaron campañas proteccionistas y se inició la elaboración del Memorial de Greuges (1885). Poco después, los miembros más conservadores, como Ferran Alsina, Joan Josep Permanyer, Angel Guimerá o Domènech i Montaner se separaron del Centre Català para fundar la Lliga de Catalunya. A partir de esta escisión el Centre Català entró en franca decadencia.

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El Centre Escolar Catalanista fue una organización fundada en Barcelona en octubre de 1886 por estudiantes universitarios vinculados al Centre Català. Inicialmente fue presidido por Martí Roger. En 1887, muchos de sus miembros ingresaron en la recién creada Lliga de Catalunya, nacida de la escisión del Centre Català, como hemos visto. En 1892 se adhirió a la Unió Catalanista y participó en la elaboración de las Bases de Manresa, documento fundamental del catalanismo. En 1901 desapareció al constituirse la Lliga Regionalista de Catalunya en la que se integrará. Entre sus miembros destacaron personalidades como Enric Prat de la Riba, Josep Puig i Cadafalch, Lluís Duran i Ventosa, Narcís Verdaguer i Callís y Francesc Cambó.

La Lliga de Catalunya fue un club político constituido el 5 de noviembre de 1887 en Barcelona cuando un grupo de personalidades abandonó el Centre Català a causa de desavenencias con el proyecto político de Valentí Almirall. Su presidente fue F. Romaní i Puigdengoles. Entre sus miembros estarían A. Guimerá, J. Permanyer, F. Alsina y Ll. Domènech i Montaner. Posteriormente, se unieron un grupo de jóvenes del Centre Escolar Catalanista: N. Verdaguer i Callís, E. Prat de la Riba, J. Puig i Cadafalch y Ll. Duran i Ventosa. En 1888, cuando la reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena fue reina de los Juegos Florales, la Lliga de Catalunya le dirigió un mensaje en catalán donde era saludada como condesa de Barcelona y le solicitaba la instauración de un sistema autonómico. La Lliga de Catalunya participó activamente en la campaña por el nuevo Código Civil de 1898. A impulsos de la Lliga nacerá en 1891 la Unió Catalanista. La mayoría de los miembros de la Lliga de Catalunya terminarían en 1901 en la Lliga Regionalista.

La Unió Catalanista fue una entidad de carácter político constituida en Barcelona en febrero de 1891 con la voluntad de estructurar y guiar el catalanismo. Surgirá de la campaña inspirada por Narcís Verdaguer i Callis en defensa del derecho catalán. Agrupaba a asociaciones, periódicos y personalidades destacadas. En marzo de 1892 celebró su primera asamblea en Manresa donde se aprobaron las Bases de Manresa. Posteriormente, celebró asambleas para discutir cuestiones concretas en diversas ciudades catalanas. En el seno de la Unió se fueron perfilando dos tendencias: una apolítica, aglutinada en lo que supuso la Renaixença, y otra política, con hombres como Enric Prat de la Riba, Carner, F. Cambó, y que abandonó la Unió en torno a 1899 para formar el Centre Nacional Català. La Unió estaba dirigida por una junta permanente. Tenía pocos militantes pero una amplia difusión geográfica y popular por Cataluña. Emitía sellos y monedas alegóricas a la “pàtria catalana”, tenía una bandera y un himno compuesto por Joan Maragall y Enric Morera. La Unió representó, al principio, un catalanismo romántico y conservador pero con en el tránsito al nuevo siglo, aglutinó a sectores más radicales y que reclamaban alianzas o contactos con el movimiento obrero, especialmente con la presidencia de Martí i Julià. En marzo de 1897 publicó un manifiesto catalanista y autonomista que fue incorporado en la cabecera de los periódicos adheridos a la Unió bajo el lema “volem” (“La Renaixença”, “La Nació Catalana”, “Llevant”, “La Devantera”, “La Tralla”, “Progrés”, “Catalunya”, etc... Participó en la Solidaritat Catalana y apoyó al independentismo cubano. Sus presidentes más destacados fueron: Ll. Domènech i Montaner (1892), J.J. Permanyer (1893), Á. Guimerà (1894), A. Gallissà (1898) y D. Martí i Julià. Posteriormente a la presidencia de éste último la Unió fue decayendo.

El Centre Nacional Català fue una asociación política fundada en Barcelona en enero de 1900 por una fracción escindida de la Unió Catalanista. Fue presidida Narcís Verdaguer. Tres sectores convergieron en el Centre: uno procedente del Centre Escolar Catalanista con E. Prat de la Riba, Cambó, Duran i Ventosa, Antoni Gallissà, Puig i Cadafalch y Antoni Muntaner, que eran gente joven y muy activos; un segundo grupo procedía de la Unió con Pella i Forgas, Domènech i Montaner y Ramon d’Abadal; y, finalmente, la denominada “penya de l’Ateneu”, formada por un grupo de jóvenes abogados republicanos con Jaume Carner, Ildefons Sunyol, Santiago Gubern y Joaquín Lluhí i Rissech. El Centre se identificaba con el espíritu de las Bases de Manresa y utilizaron como portavoz el diario “La Veu de Catalunya”. En abril de 1901 se fusionaron con la Unió Regionalista para formar la Lliga Regionalista.

La Unió Regionalista fue un grupo político constituido el 18 de octubre de 1898 a partir de la Junta regional polaviejista de espíritu regeneracionista. Se trataba de un grupo de empresarios e industriales catalanes descontentos con el gobierno y que desconfiaban de los partidos políticos dinásticos. Entre sus miembros estarían Lluís Ferrer-Vidal, presidente del grupo, Carles e Ignasi Girona, J. Bertran i Musitu y Ferran Agulló, además del alcalde dimisionario de Barcelona, B. Robert. La Unió se definía como regionalista y regeneracionista. En 1901 se fusionaron con el Centre Nacional Català y formaron la Lliga Regionalista.

El partido catalanista Lliga Regionalista se creó en 1901, y se convirtió en la principal formación política en Cataluña durante las dos primeras décadas del siglo pasado. Su fundación en Barcelona es fruto de la convergencia de los sectores burgueses polaviejistas de la Unió Regionalista y el catalanismo del Centre Nacional Català, pequeño grupo escindido de la Unió Catalanista con su órgano de expresión “La Veu de Catalunya”. El éxito de la candidatura de los “quatre presidents” en las elecciones de mayo de 1901 posibilitó la creación de la Lliga, con una gran influencia en las comarcas barcelonesas y gerundenses. La Lliga se organizó como un moderno partido, superando el modelo de los dinásticos, con cuadros y un programa político definido, estructura organizativa estable, afiliados, prensa propia (“La Veu”), oficina electoral y dirección profesionalizada. Esta dirección estaba integrada por E. Prat de la Riba, F. Cambó, Abadal y Ventosa i Duran.

Frente al surgimiento de los radicales de Lerroux, la Lliga se convirtió en la opción política conservadora y confesional, siendo el partido de la burguesía, de las clases medias y del clero de Cataluña. Después de 1907 se incorporaron al partido los propietarios rurales y de los antiguos caciques vinculados en el pasado a los partidos dinásticos.

El programa de la Lliga, cuyo principal autor fue Prat de la Riba, se basaba en la “nacionalización” interior, paso previo para asumir la autonomía, y en la intervención en la política española para modernizar el Estado. La Lliga buscó el control de las instituciones de poder: diputaciones provinciales (Barcelona y Girona desde 1907), la Mancomunitat de Catalunya (1914) y el Ayuntamiento de Barcelona (1915). Estos resortes del poder le permitieron desarrollar un programa de reformas, obras públicas, educativas y culturales, y que contaron con el apoyo de los principales intelectuales y profesionales catalanes.

En 1906, la Lliga protagonizó la formación de la Solidaritat Catalana, como reacción a la Ley de Jurisdicciones, pero, a partir de 1915 cambió de estrategia política al priorizar su participación en la política española general. Este cambio se conoció bajo el lema de la campaña “Per Catalunya i l’Espanya Gran”.

En julio de 1917, en plena crisis política, social y militar, la Lliga promovió la Asamblea de Parlamentarios, pero ante el peligro de verse superada por las fuerzas antimonárquicas, la formación optó por dar marcha atrás y pactar con el sistema político estatal, entrando en el gobierno en octubre de ese mismo año. Entre 1917 y 1923 la política de la Lliga osciló entre la presión autonomista con la campaña pro-Estatut, con la activa participación en los gobiernos de Madrid, donde Cambó tendría un especial protagonismo. Cambó defendió el accidentalismo político: “¿Monarquía?, ¿República?, ¡Catalunya!”, pero, lo que es cierto, es que la Lliga no atacó en ningún momento a la Monarquía. Con la fuerte crisis social en Barcelona, en pleno auge del choque entre anarquistas y fuerzas del orden, la Lliga optó por una tendencia harto conservadora, provocando que una gran parte de sus juventudes se saliera de la formación a la altura de 1922, así como los intelectuales. La aceptación de la Dictadura de Primo de Rivera, al considerarla un mal menor y necesaria para mantener el orden público en Barcelona, así como la defensa realizada por Cambó de la continuidad de la Monarquía en su escrito Per la concòrdia (1930) terminarían por provocar un claro divorcio entre la Lliga y el catalanismo de signo progresista.

Los partidos del catalanismo moderado entre el XIX y el XX