viernes. 19.04.2024
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Para Pablo Iglesias, la huelga debía ser un recurso empleado con cuidado y cuando hubiera condiciones para el triunfo

@Montagut5 | En el aniversario del fallecimiento de un personaje fundamental en la Historia del movimiento obrero y de la propia España, Pablo Iglesias, planteamos sus ideas sobre las huelgas en un artículo que publicó hace 110 años, en abril de 1908. Resume, en gran medida, lo que el sindicalismo socialista defendió a lo largo de su Historia, presentando cuestiones que van más allá de su época, definiendo lo que es una parte fundamental del sindicalismo de clase.

La huelga constituye uno de los instrumentos fundamentales del movimiento obrero, pero existen diferencias entre el sindicalismo socialista y el anarcosindicalismo. Los socialistas siempre consideraron con prudencia este medio, siendo muy reacios a las huelgas generales, aunque las emprendieran. En los inicios del siglo XX, en el marco del debate parlamentario y de la opinión pública española sobre la elaboración y aprobación de la primera ley de huelga, los socialistas españoles dedicaron muchos esfuerzos en su prensa, mítines y conferencias a dejar clara su postura hacia esta cuestión, criticando las cortapisas que pretendía el poder, pero también el uso que consideraban indiscriminado de la huelga por parte de los anarquistas. En 1908 se incrementó este trabajo. Precisamente, en marzo y abril de ese año se produjo un mitin en el Teatro Barbieri de Madrid contra el proyecto de ley del gobierno, y una conferencia de Pablo Iglesias sobre las huelgas. Nos centraremos en este último acto porque incide más en el espíritu socialista sobre las mismas, con un detallado análisis de lo que era la organización y la lucha obreras, fruto de una experiencia de decenios.

Pablo Iglesias comenzó su conferencia aludiendo a que muchos trabajadores pensaban que las huelgas siempre eran precisas para mejorar las condiciones de trabajo. La huelga debía ser siempre el último recurso, al que las Sociedades de Resistencia (sindicatos) recurrían para hacer valer sus reivindicaciones, empleando antes medios persuasivos o negociando con cesión de algunas de esas reclamaciones para conseguir lo sustancial. Aquí estaría, pues, la esencia del método socialista de lucha obrera.

Las Sociedades de Resistencia que más huelgas planteaban era, realmente, las más débiles y, por lo tanto, las que terminaban por perder. Los patronos solían conocer esta situación, por lo que, negándose a ceder, conseguían la declaración de la huelga, con la consiguiente derrota obrera.

La solución pasaba por el fortalecimiento de la organización, un valor en sí misma para los socialistas. Las Sociedades Obreras con recursos económicos suficientes, unión y disciplina conseguían sacar adelante sus reivindicaciones o, al menos, una parte. La razón de su éxito estribaría en su fuerza, porque los empresarios, conocedores de la misma, prefieren negociar o ceder. Pablo Iglesias ponía como ejemplo de organización obrera la de los albañiles y carpinteros “de armar” madrileños, que nunca habían necesitado declarar una huelga general para conseguir sus objetivos.

Tampoco era acertado, para Pablo Iglesias, recurrir a la huelga cuando se producía el despido injusto de un asociado. La huelga debía ser un recurso empleado con cuidado y cuando hubiera condiciones para el triunfo. Si se recurría a ella sin la fuerza necesaria se corría el riesgo no sólo de no conseguir que el despedido fuese readmitido, sino que se despidiese a todos los asociados. Era preferible auxiliar al despedido, apelando a la solidaridad obrera, otro valor propio del sindicalismo socialista, hasta que encontrase una nueva colocación.

Tampoco eran defendibles las huelgas declaradas para que los patronos despidiesen a los obreros no asociados.

Otro problema derivaba de la cuestión de las indemnizaciones. Si los gastos generados en una huelga eran pequeños, y la Sociedad Obrera correspondiente contaba con elementos para resistir era más fácil conseguir que los patronos abonaran lo gastado o una parte. Pero si la huelga había durado mucho tiempo y comprendido a un alto número de trabajadores era casi imposible que los empresarios aportasen el importe de lo gastado. Por ese motivo, algunas Sociedades Obreras, que no habían calibrado bien el recurso a la huelga, no habían percibido las cantidades reclamadas, además de no conseguir las reclamaciones planteadas.

Además de la fuerza de la organización, era importante que las Sociedades de Resistencia estudiasen bien las condiciones de trabajo, si escaseaba o no, porque si no se hacía este análisis previo los resultados de la huelga solían no ser muy buenos. Era muy importante el trabajo de análisis de la industria y las transformaciones que en la misma tratasen de establecerse, ya fuera en lo puramente organizativo, ya en la forma de realizarse el trabajo. Para Iglesias nada podía dejarse al azar.

El corporativismo o “espíritu profesional” era un enemigo del proletariado. Los obreros se organizaban por oficios, y luchaban por sus derechos laborales y salariales, pero no debían pensar en sus intereses exclusivos, o con el objetivo de conseguir una mejora concreta, sacrificando a otros compañeros de otros oficios. Los trabajadores debían trabajar por los intereses generales de todos los asalariados.

En línea con lo anterior, también había que superar lo puramente local. Los trabajadores no podían preocuparse solamente de sus compañeros más cercanos. Todos los explotados, independientemente de su profesión y del lugar donde vivieran y trabajasen, debían tener presente a todos. La unión y la solidaridad obreras proporcionaban resultados mayores.

Dentro de la organización, las organizaciones más fuertes debían trabajar más y mejor en beneficio de las más débiles. En este sentido, insistió mucho en la solidaridad entre las Sociedades Obreras que iban mejor o habían conseguido más conquistas salariales, por ejemplo, con las que peor estaban. En consecuencia, Pablo Iglesias estaba haciendo un ejercicio de defensa de la conciencia de clase y de la organización obrera, un valor en sí, como siempre se insistió.

Hemos consultado el número 1153 de El Socialista.

Pablo Iglesias sobre las huelgas