viernes. 29.03.2024
historia
Imagen de la rendición de Madrid ante Napoleón en Chamartín

El emperador vino a España para dominar la situación ante el repliegue francés que había comenzado en el verano de 1808, algo impensable en aquel momento en Europa

@Montagut5 | En este trabajo analizamos los decretos que firmó Napoleón desde Chamartín de la Rosa, localidad al norte de Madrid y hoy distrito de la capital. Napoleón interfirió en la administración josefina y que ese fue uno de los factores, entre otros, del fracaso de las reformas, ya que el emperador estaba más interesado en ganar la guerra que en emprender profundos cambios en España. Pues bien, sin negar este hecho, aquí veremos la excepción, porque los decretos que firmó en esa localidad planteaban cambios profundos en las estructuras del Antiguo Régimen español.

En un anterior artículo abordamos el reformismo afrancesado del gobierno de José I. Pues bien, para completar el conocimiento de la impronta francesa en España nos quedaban por estudiar los decretos que firmó Napoleón desde Chamartín de la Rosa, localidad al norte de Madrid y hoy distrito de la capital. En ese artículo aludíamos a que Napoleón interfirió en la administración josefina y que ese fue uno de los factores, entre otros, del fracaso de las reformas, ya que el emperador estaba más interesado en ganar la guerra que en emprender profundos cambios en España. Pues bien, sin negar este hecho, aquí veremos la excepción, porque los decretos que firmó en esa localidad planteaban cambios profundos.

Sin lugar a dudas, el contexto en el que se dieron explica el carácter revolucionario de estos decretos de Chamartín, ya que se promulgaron cuando Napoleón había conseguido sofocar la resistencia. El emperador vino a España para dominar la situación ante el repliegue francés que había comenzado en el verano de 1808, algo impensable en aquel momento en Europa. Estos decretos castigaban a las fuerzas más reaccionarias, especialmente la Iglesia, por ser las más contrarias no sólo a la presencia francesa sino, sobre todo, a las ideas de cambio.

El día 2 de diciembre de 1808, el emperador instaló su cuartel general en el Palacio del duque del Infantado en Chamartín, propiedad incautada a su propietario, edificio que ya no existe pero que se encontraba en los solares de una actual institución educativa. Además de la gestión de la capitulación de la capital, el día 4 de diciembre decretó la destitución de los miembros del Consejo de Castilla por considerarlos cobardes e indignos de su cargo, pero, sobre todo, suprimió el Tribunal de la Inquisición por atentar contra la soberanía y autoridad civil. Fue la primera vez que se abolió el Santo Oficio, antes de que lo hicieran los liberales. Además, sus bienes se debían expropiar para amortizar la deuda.

El emperador decretó la reducción de los conventos a una tercera parte de los existentes, además de prohibir la admisión de novicios y dio libertad a los religiosos que se quisieran secularizar. La reducción del clero regular siempre fue una idea que muchos ilustrados defendieron y que definitivamente harían los liberales.

Por fin, decretó el fin del derecho feudal, de las cargas personales, los derechos exclusivos de pesca, de almadrabas, derechos sobre hornos, molinos y posadas, así como la supresión de aduanas interiores con el fin de fomentar la libre industria.

El 12 de diciembre dio un decreto por el que se abolía la jurisdicción señorial, declarando que no habría más jurisdicción que la real.

En conclusión, estos decretos de diciembre, aunque su cumplimiento solo pudo darse en las zonas dominadas por los franceses o por el gobierno josefino y fueron abolidas con la restauración de Fernando VII, suponen un conjunto de medidas muy importantes porque prefiguran las que el liberalismo español estableció con posterioridad.

Napoleón y Chamartín en la historia de España