jueves. 25.04.2024

870Martina Castells y Ballespí nació en Lérida el 23 de julio de 1852. Era hija del médico Martín Castells Melcior y de Luisa Ballespí Solanes. Su abuelo, su bisabuelo y tres hermanos fueron también médicos. Siendo muy niña empezó a despuntar, como recordaba el poeta, narrador y ensayista Lluis Bertrán Pijoan en un artículo publicado en Estampa en el cincuenta aniversario de su muerte:

 “...pronto vino Martina a ser entre sus condiscípulas la abeja-reina; es decir, individualidad que, sin forma de sufragio ni de lucha y sólo por indiscutible fuero de naturaleza -cual acontece en los misteriosos palacios de cera y miel, se erige en cabeza visible y soberana dentro de cada escuela”

Logró superar el impacto emocional de la muerte de un hermano, ahogado en el río Segre, y terminó el bachillerato de manera brillante. De ahí, a la Escuela de Medicina de la Universidad de Barcelona, donde se matriculó en 1877. La Restauración había impuesto la obligatoriedad de asistencia a clase, de tal manera que su presencia -y la de otras dos alumnas- produjo sensación, además de un reto para el catedrático de Anatomía, José Letamendi, quien, en una extensa glosa publicada en El Globo en 1882, recordaba así aquel momento:

 "Tocóme, pues, a mí el arduo paso de resolver el conflicto; es decir, instalar a la mujer española en la cátedra más vidriosa de las facultades, y de realizarlo solo, sin más fuerza ni recursos valederos que la cariñosa adhesión de mis discípulos, sin la cual no sé imaginarme catedrático”

EL GLOBO

Fue -junto a María Elena Maseras y Dolors Aleu-, una de las tres primeras mujeres que se licenció en medicina, con catorce sobresalientes, dieciséis notables y ocho premios extraordinarios. Meses después se trasladó a Madrid y se convirtió en la primera mujer en alcanzar el doctorado, el 4 de octubre de 1882, cuatro días antes que Aleu. Fue en un solemne acto que tuvo lugar en el Colegio de San Carlos de Madrid, al que acudió el político, ensayista e historiador Francisco Pi y Margall, que había sido presidente de la República, lo que da una idea de la expectación que suscitó y la relevancia que tuvo.  

Martina_Castells_Ballespí_firma

De hecho, Letamendi, que la apadrinó en aquel acto, calificó de "heroica" la consecución de aquel doctorado, dada la actitud adversa de la opinión, pública. En una carta a otro hermano de Martina Castells, escribe:

“¿Imagina usted la energía de carácter y el temple de voluntad que necesité, primero en Barcelona, para lograr, cuando la empresa de la pobre Martina y compañeras de estudio, llevar adelante por espacio de dos años académicos la doble enseñanza de Anatomía clásica y del Arte de disecar, y dar con mayor rigor, orden y formalidad que nunca entrambas enseñanzas, a un curso compuesto de doscientos cincuenta alumnos varones y tres señoritas de unos diez y siete años de edad, y luego, en Madrid, acometer por primera vez el salto mortal político y artístico de entrar en un salón de gradas repletas de curiosa y anhelante juventud escolar, acompañando a una señorita con los avíos de licenciado, en demanda del grado supremo de doctor, de preceptor, de maestro, en fin, del arte de Esculapio?”

Se trasladó a Reus (Tarragona), donde trabajó en el Hospital Militar y el Instituto Pere Mata. Se especializó en pediatría, escribió varios textos (Educación física, intelectual y moral que debe darse en la mujer para que contribuya en grado máximo en la perfección y la dicha de la humanidadLa madre y el niño, Educación de la mujer, Nosaltres les dones) y contrajo matrimonio con el médico militar Antonio Constantí. Sin embargo, en pleno embarazo sufre una nefritis y fallece el 21 de enero de 1884, “discretamente, dejando una estela de simpatía y de bondad y a la vez una estela de dolor”, evoca Bertrán Pijoan. No pudo ser madre ni ejercer la profesión que amaba. Solo tenía treinta y un años.

Martina Castells, la primera mujer doctora en medicina de España