jueves. 25.04.2024

interior@Montagut5 | La Segunda Internacional siempre dedicó mucha atención al grave problema del paro. Interesa detenernos en la resolución del Congreso de Copenhague, celebrado entre finales del mes de agosto y principios del de septiembre de 1910, porque ejemplifica la interpretación sobre el mismo, y porque incidía en la creación de seguros generales y obligatorios de desempleo.

A propuesta de la Cuarta Comisión del Congreso se adoptó una resolución en la que se interpretaba el paro como una de las características del modo de producción capitalista. Solamente desaparecería si éste lo hacía. Todo lo que se hiciera mientras tanto sería solamente paliativo. Pero los socialistas, fieles a su doble estrategia política y sindical, planteaban cuestiones concretas para mejorar las condiciones de los trabajadores antes del final del capitalismo. Por eso se reclamaba el seguro de desempleo general obligatorio, con un modelo en el que la gestión del mismo debía estar en manos de los sindicatos, mientras que los gastos correrían a cuenta de los empresarios, los dueños de los medios de producción.

Los representantes de los obreros debían reclamar de los poderes públicos una serie de medidas. En primer lugar, la elaboración de estadísticas regulares y precisas sobre el paro. En segundo lugar, había que luchar por la aprobación de políticas de creación de empleo a través de obras públicas, con salarios para los parados de acuerdo con lo que fijasen los sindicatos. En los períodos de crisis económica los poderes públicos deberían aprobar subvenciones extraordinarias para sostener las cajas de parados. La Segunda Internacional, al respecto, exigía que estas subvenciones no podían suponer una merma de los derechos políticos de los trabajadores, justo en un momento en el que se estaba generalizando el sufragio universal masculino. Se debía apoyar a las instituciones de colocación, pero donde se respetasen los derechos y libertades de los obreros, por lo que debían estar presentes los sindicatos. Otra petición debía ir encaminada a la reducción de las horas de trabajo a través de la aprobación de la legislación correspondiente. Por último, los sindicatos debían reclamar, mientras se aprobaba el seguro de desempleo obligatorio, que los poderes públicos estimulasen por medio de subvenciones a las cajas de seguro contra el paro, como hemos indicado en una reclamación anterior. Las subvenciones no debían ir nunca contra la autonomía de las organizaciones sindicales.

En conclusión, los socialistas estaban proponiendo una política activa en relación con el seguro de desempleo, justo en el momento en el que se estaba tratando en muchos países occidentales.

Podemos consultar lo aprobado en el Congreso de Copenhague en el número 1279 de El Socialista.

La lucha contra el paro en el Congreso de Copenhague