sábado. 20.04.2024
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Woodrow Wilson

En los años veinte se frenó la entrada de inmigrantes, por el temor de las autoridades norteamericanas a una posible avalancha de inmigrantes europeos con ideas consideradas peligrosas y que huían de los problemas en el viejo continente

@Montagut5 | Al comenzar la década se inauguró una larga etapa de administraciones republicanas –Harding, Coolidge y Hoover-, que cerraron la época de Wilson y que duró hasta 1932. Los republicanos plantearon que la intervención en la Gran Guerra había sido un paréntesis que había que cerrar inmediatamente y volver a lo que ellos consideraban la normalidad. En política interior había que frenar al poderoso movimiento obrero norteamericano, agitando el miedo a los bolcheviques y recordando la intensa conflictividad social del año 1919, lleno de huelgas. En segundo lugar, debían emplearse medios expeditivos contra los sindicatos, las manifestaciones, las huelgas y contra todo lo que tuviera que ver con la izquierda. La represión contra los anarquistas fue especialmente intensa, llegando al terrible episodio de la ejecución de Sacco y Vanzetti. Esta política antiprogresista caló en la sociedad y provocó una clara crisis en el Partido Demócrata, que se dividió en dos y que no levantó cabeza hasta la llegada de Roosevelt.

El conservadurismo de raíz social, con tintes de verdadero puritanismo, se plasmó en la prohibición del consumo de bebidas alcohólicas, la famosa Ley Seca, pero también en una remozada versión del sueño americano, con tintes de enfervorizado nacionalismo, en virtud del crecimiento económico vertiginoso de la década, que permitió la posibilidad de que la clase media se enriqueciese a través de la bolsa. La sociedad norteamericana se lanzó a una inusitada fiebre consumista, como lo probaría el vertiginoso aumento del parque automovilístico. La cultura de la especulación bursátil y del consumo tendría un duro despertar en el otoño de 1929, pero mientras tanto, inundaba todo y se convirtió en el caldo de cultivo propicio para la corrupción política y el auge de la Mafia, que se aprovechó de la doble moral de la prohibición.

Los republicanos consiguieron imponer una política exterior aislacionista que comenzó cuando el legislativo norteamericano tumbó los proyectos de Wilson, que intentaban organizar de forma racional, abierta y democrática las relaciones internacionales. Estados Unidos no ratificó el Tratado de Versalles y no se integró en la Sociedad de Naciones. Una mayoría política y social consideró que la conflictividad europea no les concernía y les había llevado a intervenir en una guerra, que produjo pérdida de vidas norteamericanas. El aislacionismo se mantuvo en los años treinta y se transformaría en un movimiento contrario a la intervención en Europa en el momento del auge del fascismo y el nazismo, aunque, bien es cierto, que en el país surgió otra tendencia en un sentido progresista, que consideraba fundamental la necesidad de frenar a Hitler o de intervenir en la Guerra Civil española.

El aislacionismo tuvo otra faceta. En los años veinte se frenó la entrada de inmigrantes, por el temor de las autoridades norteamericanas a una posible avalancha de inmigrantes europeos con ideas consideradas peligrosas y que huían de los problemas en el viejo continente.

Estados Unidos en los años veinte