jueves. 28.03.2024

ataturk@Montagut5 | En los inicios del siglo XIX el Imperio turco manifestaba ya claramente síntomas de debilidad y decadencia por la creciente presencia e intervención del ejército en la sociedad y la política y por el surgimiento del nacionalismo en muchas de sus provincias.

En el nuevo siglo comenzó un largo proceso de pérdidas territoriales. Egipto era prácticamente independiente desde las guerras napoleónicas. Grecia se independizó en 1830 y Serbia de hecho, también. Al poco tiempo, se perdieron las provincias del norte de África y comenzaron los largos conflictos y enfrentamientos con Rusia.

Mahmud II (1808-1839) inició un proceso de reformas para enfrentarse a la crisis del Imperio. Las reformas decimonónicas tuvieron una clara influencia occidental. Estas reformas pretendían modernizar el ejército y centralizar el sistema de gobierno frente a la tradicional autonomía administrativa turca. Se creó un ejército profesional y se establecieron los primeros servicios públicos, como el correo, se inició la centralización administrativa y se crearon ministerios según el modelo europeo.

En el período conocido como Tanzimet (1839-1876) profundizó en las reformas pero tuvo que hacer frente a los problemas de control de las provincias más lejanas, especialmente en los Balcanes. En esta época, los herederos de Mahmud II plantearon una reforma fiscal, se crearon nuevas instituciones educativas y se implantó la educación primaria obligatoria. En la administración se publicó un código civil, según el modelo francés. Pero todas estas reformas provocaron la reacción de algunos sectores militares e intelectuales porque se inspiraban en los modelos europeos.

La guerra de Crimea (1853-1856) supuso una dura derrota y graves pérdidas territoriales, además de alentar a los cada vez más poderosos movimientos nacionalistas en los Balcanes pero, también, en la península de Arabia. Esta situación provocó un colapso financiero porque el imperio no pudo hacer frente a las deudas contraídas con Occidente y se decretó la bancarrota del tesoro.

En 1876 la presión de la oposición política provocó la promulgación de la primera Constitución de la historia turca, que terminó con el absolutismo y convirtió al sultán en un monarca constitucional, pero estas reformas de signo liberal fueron combatidas por el sultán Abdul Hamid II, que intentó el restablecimiento del absolutismo desarrollando una política despótica de mayor centralización pero, también de modernización. Pero la decadencia turca era ya imparable. Los "Jóvenes Turcos”, el movimiento más activo de la oposición, compuesto por intelectuales y militares, exigía cambios radicales y más libertad. El sultán abdicó y se implantó de nuevo la constitución. Mehmed V creó un parlamento y desarrolló una política industrializadora. En esta época se desarrolló una conciencia nacional o de identidad turca que criticaba con dureza la excesiva occidentalización del período anterior.

Por otro lado, en la segunda mitad del siglo XIX la crisis del Imperio turco-otomano despertó las apetencias imperialistas de Austria-Hungría y de Rusia. En el Tratado de San Stefano de 1878 consiguieron algunas ventajas. Posteriormente, los turcos perderían Bosnia, que se incorporó al imperio austro-húngaro en 1908, y se entraría en una vorágine militar de guerras balcánicas que terminarían desembocando en la gran guerra de 1914.

Los “Jóvenes Turcos” fueron los integrantes de un movimiento político de jóvenes oficiales del ejército turco que pretendían una profunda reforma en sentido liberal del Imperio turco-otomano, aunque también contrario a lo que consideraban una excesiva presencia económica occidental en el país. Su defensa de las reformas les llevó a ser considerados por algunos como antimusulmanes. El movimiento nació en 1865 en el círculo de Midhat Bajá, aunque su gran actividad se dio ya en el nuevo siglo, especialmente, entre 1903 y 1909.

El levantamiento de los oficiales en Salónica en julio de 1908, conocida como la “Revolución de la Joven Turquía”, condujo a la creación  de un “Comité de Unión y Progreso” en Estambul, encabezado por Enver Bey, Ahmed Djemel y Mehmed Talaat. El nuevo sultán –Mehmed V- restableció el gobierno constitucional que había suprimido el anterior sultán y convocó un parlamento. Pero pronto surgieron diferencias en el seno del movimiento entre un sector radical, que hasta entonces había actuado desde el exilio y otro, vinculado a los tres líderes, que ponían más en énfasis en las tesis nacionalistas. En 1911 decayó el movimiento pero, poco después reapareció, agrupándose el sector nacionalista en torno a la figura de Mustafá Kemal Atartük. Este grupo llevó a un aumento del prestigio e influencia política de los “Jóvenes Turcos” en la época de las guerras balcánicas de 1912-1913 y al claro acercamiento turco hacia Alemania. Siguieron teniendo poder durante la gran guerra hasta 1918. En ese momento perdieron influencia.

El Imperio turco-otomano se alineó con los Imperios centrales en la primera guerra mundial. La finalización del conflicto supuso la desaparición del imperio turco. El Tratado de Sèvres del año 1920 desmembró el imperio, que se vio reducido a las fronteras de lo que hemos conocido a partir de entonces como Turquía (parte de península de Anatolia y la zona europea de Estambul). Pero además, las hostilidades no terminaron, ya que turcos y griegos estuvieron en guerra entre 1919 y 1923. En el año 1923, el sultán Mehmed VI, presionado por la situación política, abandonó el poder. El sultanato fue abolido. Comenzaba una nueva época política republicana de la mano de Kemal Atatürk, verdadero fundador del sistema político moderno turco.

La crisis del Imperio Turco