sábado. 20.04.2024

Julia Vipsania Agripina nace en el año 14 a. C., fue una noble romana, hija de Agripa y de Julia (ésta era hija única de Augusto) y nieta directa del emperador Augusto.

“La sospechosa muerte de su esposo Germánico llevó a Agripina a enfrentarse al emperador Tiberio. Desterrada de Roma y maltratada por los sicarios de Tiberio, se dejó morir de hambre”.

AGRIPINA1Fue educada, al igual que su hermana bajo la estricta supervisión del emperador y de su esposa Livia. Se le instruyó en todas las disciplinas, tanto como en las actividades propias de las matronas romanas que eran las labores de la lana. Augusto sólo vestía prendas tejidas por las mujeres de su casa.

Agripina desde pequeña vivió la deshonra y el exilio de su madre así como de sus hermanos, ordenados por el emperador Tiberio. Agripina siempre estuvo muy unida a su abuelo que la consideraba su nieta favorita. Era una mujer de gran carácter.

Fue un personaje sumamente influyente y se la consideró, en su época, un ejemplo a imitar de las “virtudes romanas”. Fue una de las mujeres más influyentes de su tiempo y madre del emperador Calígula, nombrado tercer emperador en el año 37 d.C. (En la imagen: Retrato oficial de Agripina).

Durante su infancia y adolescencia vivió en una corte dividida entre los bandos que se disputaban la sucesión de Augusto, puesto que carecía de descendencia masculina directa. Por un lado, estaba Julia, que favorecía a sus propios hijos, entre ellos Agripina. Por el otro, Livia, la esposa de Augusto, que buscaba colocar al hijo que tuvo de un matrimonio anterior, Tiberio. Agripina fue educada en la convicción de haber nacido para el poder.

Fue Livia quien finalmente ganó la partida, cuando Augusto adoptó a su hijo Tiberio haciendo que éste, a su vez, adoptara a su sobrino Germánico como hijo y heredero. Un año después de esta doble adopción, Augusto buscó la reconciliación entre ambos bandos uniendo a Germánico con su nieta Agripina. Dicha boda se celebró en el año 3 d. C.

Se casó teniendo casi dieciocho años con Germánico, que era nieto de Livia y de su tía abuela Octavia. Se habían criado juntos y Agripina siempre estuvo enamorada de él.

Otra vez fue un matrimonio de conveniencia resultando ser muy feliz y excepcionalmente fecundo, pues Agripina tuvo nueve hijos, de los que sobrevivieron seis, entre ellos el futuro emperador Calígula.

Los más conocidos fueron Nerón César, Druso César, el emperador Calígula, Agripina la menor, Drusila y Julia Livia. Acompañó a su marido en las campañas de Germania y Siria, en compañía de sus hijos.

Como hemos visto el emperador Augusto obligó a su sucesor Tiberio a que adoptara a Germánico y le promocionó como mando militar. Luchó en las campañas de Panonia y Germania. A pesar de no ser un gran general, el pueblo sentía por Germánico una gran simpatía.

Tras el acceso de Tiberio al trono, Germánico y Agripina se convirtieron en los ídolos del pueblo romano, que detestaba en cambio al nuevo emperador. Ambos demostraron su plena lealtad a Tiberio y evitaron comprometerse en cualquier insurrección, a cambio de que Germánico se mantuviera como heredero del Imperio. Las expectativas de la pareja eran, pues, de lo más halagüeñas, pero todo se torció rápidamente.

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Agripina llevando las cenizas de Germánico, por Benjamin West

Tiberio tenía miedo que Germánico dirigiera una revuelta contra él. Germánico siempre se negó a sublevarse contra Tiberio, esto no es óbice para que Tiberio se sintiera inseguro con la actitud de Germánico.

Agripina le acompaña en su campaña militar en Germania, justo después de la muerte de Augusto, teniendo una intervención providencial que salvó a las legiones de una humillante retirada frente a los germanos.

Era el año 15 d.C., cuando el pánico se adueñó de repente de las guarniciones romanas en la frontera del Rin. Se había difundido el rumor de que una expedición romana había sido derrotada en el territorio de Germania y los germanos se disponían a invadir la Galia.

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Sin embargo, esta noticia resultó ser falsa. Ante este peligro, los legionarios estaban dispuestos a cortar el puente, que unía ambas orillas del río para ponerse a salvo. Fue entonces cuando intervino Agripina, esposa del comandante romano Germánico, que en ese momento estaba ausente.

Siguiendo a Tácito dice. “habíase corrido tanto la fama del ejército sitiado, y que los germanos iban con el suyo hacia las Galias, que si Agripina no hubiera prohibido romper el puente sobre el Rin, no faltara quien de puro miedo se hubiera atrevido a tal vileza; más aquella generosa mujer, haciendo aquellos días oficio de capitán, dio a los soldados, según que se hallaban desnudos o heridos, vestidos o medicamentos. Refiere Cayo Plinio, escritor de las guerras de Germania que se puso a la entrada del puente, y que allí alababa y engrandecía el valor de las legiones cuando a su vuelta iban pasando

Pero no todos mostraron igual admiración, siguiendo al historiador Tácito, al emperador Tiberio “no le parecían naturales aquellos cuidados, ni que buscara ganarse los ánimos de los soldados contra los extranjeros”.

La opinión del emperador Tiberio coincidía con la del historiador Tácito, diciendo: “que una mujer tomara en sus manos el mando de las legiones no sólo era antinatural, sino que también iba en contra del carácter masculino de la política romana”.

Antes de partir hacia Siria, Tiberio le concedió el título de imperium maius sobre las provincias orientales del Imperio. En el año 18 d.C., Tiberio envió a Germánico a una misión en Siria, en la que le acompañaron Agripina y sus hijos. Con el propósito de moderar los anhelos bélicos de su sobrino, el emperador envió con él a su amigo Cneo Calpurnio Pisón.

Livia, por su parte, dio instrucciones secretas a la esposa de Pisón, Plancina, para que se enfrentara a Agripina y le parara los pies en el caso de que ésta fuera demasiado lejos. Enseguida estalló el enfrentamiento entre ambas, y de esta forma acabaron enfrentándose los maridos.

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Agripina desembarca en Brindisi con las cenizas de Germánico. Gavin Hamilton.1765-1772

Cuando Pisón criticó a Germánico públicamente por la presencia de Agripina en las paradas militares, el comandante lo expulsó de Siria junto a su mujer. Al año siguiente, Germánico hizo un viaje a Egipto y durante el regreso falleció repentinamente en Antioquía en el año 19 d. C. Existe la posibilidad de que muriera de disentería, pero el propio Germánico, en su lecho de muerte, señaló a Pisón y su esposa como culpables de su envenenamiento.

Convencido de que había sido envenenado Germánico por Pisón y Plancina, Agripina expuso el cuerpo de Germánico en el foro de Antioquia para que todos constataran las señales del envenenamiento. El cuerpo de Germánico fue incinerado, volvió a Roma acompañado de Agripina y de sus hijos para depositar las cenizas de Germánico en el mausoleo de Augusto.

Agripina y sus hijos volvieron a Roma por mar, llevando consigo sus cenizas. A su llegada a Roma, no se celebró por parte del Emperador ningún tipo de honra fúnebre hacia su fiel general. El pueblo tomó partido inmediatamente por Agripina, clamando venganza contra Pisón.

AGRIPINA5El hecho de que ni Tiberio ni Livia asistieran a las honras fúnebres del heredero al trono imperial, no hizo sino confirmar las sospechas en torno al envenenamiento. Este hecho provocó, que una gran parte de la población se sublevara contra el emperador, que sólo pudo ser frenado por la actitud resuelta de Livia y por la intervención de la guardia pretoriana.

( En la imagen: Tiberio y Agripina la mayor: Pedro Pablo Rubens. 1614. Washintong. National Gallery of Art).

Seguimos lo que Tito cuenta sobre este hecho:

“El día que las cenizas de Germánico se enterraron en el sepulcro de Augusto parecía Roma, ora un desierto por el silencio. Ora un infierno por los llantos. Las calles ocupadas, el campo de Marte (llena de hachas encendidas, los soldados armados, los magistrados sin sus insignias ordinarias, el pueblo dividido en sus tribus, gritando que era llegada la ruina de la República y que ya no les quedaba esperanza; y esto tan pronto y descubiertamente como si del todo se hubieran olvidado de que tenían un emperador. Pero ninguna cosa penetró más el corazón de Tiberio que el aplauso de la gente en general para con Agripina, a quien llamaban honra de la patria, única descendiente de sangre de Augusto, único ejemplo de la antigüedad; y vueltos al cielo rogaban salud para su descendencia y que viviese más que los ruines”.

Decidida a vengarse, y como no podía probar que su esposo había sido asesinado, Agripina y sus amigos influyentes acusaron a Pisón y a Plancina de traición por regresar a Siria y provocar una pequeña guerra civil entre sus partidarios y los de Germánico. Todas las circunstancias que rodearon la muerte de Germánico hacían pensar en una conjura de Tiberio. En el juicio se empezaron a destapar peligrosas acusaciones que apuntaban directamente al emperador

AGRIPINA6Tiberio no tuvo más remedio que presidir el juicio y aceptar la condena de su amigo, quien se suicidó para evitar la confiscación de sus bienes. Plancina, en cambio, fue juzgada aparte y Livia intervino ante Tiberio para que fuera exonerada. Esto fue la confirmación, para Agripina y el pueblo romano, de que había sido la propia Livia la que había ordenado el envenenamiento de su marido.

(En la imagen: Lápida funeraria de Agripina, Siglo I d.C. Mausoleos Capitolinos).

A partir de este momento la relación entre Agripina y Tiberio quedó muy maltrecha. En una ocasión, cuando Agripina se quejó abiertamente por las circunstancias de la muerte de su marido, Tiberio le replicó con un verso griego: “Si no eres la que mandas, te parece que te ofenden”. En lo sucesivo dejó de dirigirle la palabra.

En una ocasión Agripina fue invitada a comer por Tiberio, pero ésta no probó la comida, lo que le valió la acusación de Tiberio de considerar que era un envenenador.

En otra ocasión disgustada por la persecución que sufrían sus amigos y conocidos de la familia, le dijo que siguiera haciendo sacrificios ante el Dios Augusto mientras perseguía a sus descendientes

Agripina se dirige hacia Tiberio y hallándolo que sacrificaba a su abuelo, tomando de aquí ocasión para desfogarse su enojo.

¿Qué sentido tiene el adorar a Augusto mientras se persigue a sus descendientes?
Aquel divino espíritu no se ha transformado no se ha transportado a las estatuas mudas; más su verdadera imagen, nacida de la sangre celeste, siente bien mis peligros y participa de mis miserias. Sin justicia es proceder contra Pulcra (amiga de Agripina), siendo todos sus delitos haber tenido amor a Agripina, si ya no lo es la imprudencia con que se ha olvidado del reciente ejemplo de Sosia (otra de sus amigas), afligida por la misma causa.

Sacaron estas razones de aquel pecho y escondido unas claras y descubiertas palabras, pocas veces dichas por él; y representándola ásperamente, la amonestó con un verso griego de la Iliada, que dice ¿Por qué te das por ofendida; por qué no reinas?

AGRIPINA7La razón de la disputa residía de nuevo en la sucesión del Imperio. Agripina deseaba que su hijo Nerón César fuera nombrado heredero de Tiberio, pero Sejano, el valido del emperador, se oponía y la octogenaria Livia sostenía al nieto directo de Tiberio, el aún niño Druso Gemelo. Sejano, en particular, urdió toda clase de intrigas contra su rival.

Habiéndola convencido de que el emperador la quería envenenar, en una ocasión ella rechazó comer una manzana que aquel le ofrecía desde su mesa, por lo que Tiberio se quejó de que lo considerase un envenenador. Según Suetonio, todo era un plan concertado entre el emperador y su ministro para que Agripina cometiera un error y justificar su eliminación.

En el año 29, Tiberio acusó a Agripina de orgullo impropio ante el Senado y a su hijo Nerón, de homosexualidad.

El Senado, dominado por la facción de Agripina, rechazó las acusaciones como invenciones de Sejano, pero Tiberio reaccionó reclamando el juicio para sí y condenó a ambos reos al destierro en la isla Pandataria, la misma a la que fue desterrada Julia, la madre de Agripina. Pero la ira imperial no acabó ahí, al menos según el relato de Suetonio.

Cuando Agripina le escribió una carta con reproches e insultos, Tiberio hizo que la azotara un centurión, quien le sacó un ojo. La desterrada decidió entonces dejarse morir de hambre, pero el emperador le hizo tragar comida a la fuerza. Ella, sin embargo, persistió hasta lograr su propósito.

Sus dos hijos, Nerón y Druso, murieron de la misma forma, por hambre; el primero en su destierro, y al parecer por propia voluntad; al segundo, encerrado en una cueva del monte Palatino, siguiendo a Suetonio dice “lo privaron de alimentos con tanta crueldad que intentó comerse el relleno de su colchón”.

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En el año 31 Nerón fue mandado asesinar por Sejano quien puso en conocimiento de Agripina las circunstancias de la muerte de su hijo predilecto.

Lo mismo sucede con su segundo hijo, Druso, confinado en una celda hasta que murió de hambre. Sólo Caligula consiguió sobrevivir de los hijos de Germánico

Obligada a comer por Tiberio durante un tiempo, se dejó morir en el año 33 d. C., cuatro años antes que su hijo Calígula fuera nombrado tercer emperador de Roma Sus restos fueron rescatados por su hijo Calígula a la muerte de Tiberio en el 37 d. C. y trasladados al Mausoleo de Augusto.

(En la imagen: Germánico: siglo I d. C. Museo del Louvre).

BIBLIOGRAFIA

Emperatrices y princesas de Roma. J. L. Posadas. Raíces, Madrid, 2008.
Anales (Libros I-VI). Tácito. Gredos, Madrid, 1991.

Agripina la mayor, la luchadora