viernes. 29.03.2024
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Estas políticas públicas de memoria histórica han sido posibles gracias al trabajo previo de familiares, de asociaciones e investigadores y de la ciudadanía en general

Este 20 de Mayo de 2018, cientos de personas se congregaron en la entrada del fuerte de San Cristóbal (Navarra) para rendir homenaje a los 795 presos que participaron en la fuga masiva de 1938.

El acto, que lleva realizándose treinta años de la mano de la asociación Txinparta, cobra en esta ocasión un significado especial ya que el  22 de mayo, se cumplen 80 años de la dramática huida en la que sólo tres llegaron a conseguir su objetivo: Cruzar la frontera de Francia.

Víctor Oroz Lizarraga, presidente de Txinparta, manifestó: “Llegamos tarde al reconocimiento a los presos encerrados en este fuerte militar reconvertido en prisión central de San Cristóbal. Pero el fuerte, subrayó el presidente de la asociación, “es también el nombre al que aferramos la memoria, que a pesar de todo va emergiendo”.

Oroz expresó su agradecimiento a los allí presentes y “al calor de los homenajes como este” y destacó el contacto entre familiares, así como la implicación de las instituciones y “el afloramiento de la memoria” en los centros de enseñanza, en grupos de jóvenes y en colectivos diversos.

Hace un año, 32 de los cuerpos de los presos fallecidos en la fuga del fuerte habían sido recuperados y en este momento la cifra ya ha llegado a 45, incluyendo los dos descubiertos esta semana en Leránoz. Este dato, destacó Oroz, es positivo pero no suficiente. “Vamos avanzando pero restan 160 dispersos por un sinfín de fosas sin localizar”, apuntó.

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Por su parte, Ana Ollo, consejera de Relaciones Ciudadanas e Internacionales, acudió en representación del Gobierno de Navarra y aseguró sentirse “orgullosa” de la labor que Txinparta ha desempeñado en los últimos años en torno a los hechos históricos del monte Ezkaba.

“Desde el año 2015 el Gobierno foral ha impulsado un amplio programa de actuaciones en materia de memoria histórica para terminar con ese pasado de olvido y de silencio que durante décadas ha estado en las instituciones”, señaló la consejera.

No obstante, reconoció que “estas políticas públicas de memoria han sido posibles gracias al trabajo previo de familiares, de asociaciones e investigadores y de la ciudadanía en general”.

Además, Ollo admitió que la respuesta del Gobierno no ha sido siempre la más adecuada pero quiso dejar claro el interés del Ejecutivo por colaborar en estas cuestiones. “Las instituciones hemos llegado tarde, muy tarde en algunos casos pero hoy estamos aquí con compromiso y con rotundidad”, sentenció.

En este sentido, Ollo destacó las labores del Gobierno en los últimos años, como la exhumación de 43 cuerpos de presos fugados, la creación de un banco de ADN para cotejar sus identidades con familiares o el impulso de iniciativas culturales y divulgativas para transmitir lo ocurrido.

El objetivo de todas estas políticas es común, “no olvidar”, y fomentar el ejercicio de “una mirada crítica desde el ejercicio del dolor sufrido por presos y familiares durante todo este tiempo”, concretó. “Una sociedad democrática debe responder al derecho de la memoria las víctimas y jamás ser amnésica”, detalló.

BOTELLAS PARA LOS FUSILADOS

El acto contó con algunos momentos emotivos como la ofrenda floral, que cubrió parte de la puerta de entrada al fuerte o un aurresku como muestra de consideración y respeto.

En este sentido, los organizadores quisieron que este año el símbolo protagonista fuesen las botellas. Estos recipientes de vidrio aparecieron junto a los cadáveres de muchos de los presos fallecidos tras aquel suceso o a causa de enfermedades y que fueron enterrados en cementerios o fosas cercanas al lugar. Junto a los cuerpos, frecuentemente se encontraban botellas que contenían un papel con el nombre que identificaba al cadáver y gracias a ellas se ha facilitado la identificación de muchos cadáveres.

Por este motivo, se colocaron catorce botellas en el suelo, una por cada uno de los presos fusilados por ser los supuestos instigadores de la fuga masiva de San Cristóbal.

Los actos de este 80 aniversario comenzaron hace unos días con la reinauguración del repuesto monolito levantado hace 30 años para conmemorar el 50 aniversario de la fuga de los presos de la Prisión de San Cristóbal.

En el primer acto de recuerdo, celebrado 22 de mayo de 1988, estuvieron presentes 22 supervivientes de la fuga, siendo muy emotiva la reunión de todos ellos en torno al monolito construido para la ocasión. Los años posteriores fue este lugar el punto de reunión, de convocatoria para mantener el recuerdo cada 22 de mayo. Desde hace años, el homenaje se celebra ante la puerta principal del penal. En 1938 había entre los muros del este penal franquista 2.487 personas detenidas, en su mayoría dirigentes políticos y sindicales y militantes revolucionarios y republicanos. En la fuga del 22 de mayo del 38, escaparon 795 y fueron detenidos 585. Solo tres pasaron la muga francesa y al menos 207 fueron asesinados en los aledaños del penal, en los pueblos cercanos donde fueron capturados e incluso en la Vuelta del Castillo.

Entre la numerosa bibliografía existente sobre este trágico momento de la Historia de nuestra guerra civil, destaca por su rigor y profundidad "Fuerte de San Cristobal.1938" escrito por Felix Sierra e Iñaki Alforja, publicado por editorial Pamiela en 2013. Este libro contiene numerosas historias que tratan de la fuga, de la cacería posterior organizada contra los fugados y de la represión sufrida por miles de presos de ese penal. A través del testimonio de personas que participaron y fueron protagonistas de los mismos, el libro explica qué es el Fuerte de San Cristóbal, por qué habían sido detenidos tantos presos políticos, qué condiciones de vida sufrieron, cómo se llevó a cabo la gran fuga y qué sentido tiene hoy recuperar la memoria de las víctimas de la represión franquista. 

Hay que reseñar que después de las detenciones masivas de fugados, 14 de ellos fueron condenados a muerte acusados de ser los promotores de la sublevación y fusilados públicamente en la Ciudadela de Pamplona, en la Vuelta del Castillo, el 8 de septiembre de 1938.   Estos son sus nombres: Gerardo Aguado Gómez, Teodoro Aguado Gómez, Bautista Álvarez Blanco, Calixto Carbonero Nieto, Antonio Casas Mateo, Daniel Elorza Ormaetxea, Antonio Escudero Alconero, Ricardo Fernández Cabal, Francisco Herrero Casado, Francisco Hervas Salome, Primitivo Miguel Frechilla, Miguel Nieto Gallego, Rafael Pérez García y Baltasar Rabanillo Rodríguez. Todos los demás capturados, 585 presos, fueron condenados a 17 años más de cárcel, a sumar a las penas ya impuestas.

80 aniversario de la mayor fuga de presos políticos en la historia de España