viernes. 29.03.2024
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@jgonzalezok / El viejo dicho español de que “mientras hay vida hay esperanza”, suele adaptarse en Argentina como “no está muerto quien pelea”, frase que popularizó hace décadas un famoso periodista deportivo. Las elecciones primarias del pasado 11 de agosto le dieron al candidato peronista/kirchnerista una ventaja casi insuperable: Alberto Fernández logró el 49,5% de los votos, frente al 31,8 % de Mauricio Macri. Si este 27 de octubre se repitiera este resultado, Alberto Fernández se consagraría presidente ese mismo día, sin necesidad de ir a una segunda vuelta. Aún así, en el gobierno sueñan con el doble milagro de acortar las distancias para tener una segunda oportunidad, y poder derrotar al peronismo uniendo a todo el arco antiperonista.

La contundencia de las cifras de las primarias es evidente. Pero el macrismo señala al menos dos hechos que mantienen algo de vida en sus esperanzas. El presidente llevó a cabo en las últimas semanas una gira por todo el país, logrando concentrar a un número importante de seguidores. En uno de los últimos actos, en el Obelisco de Buenos Aires, la multitud fue comparable a la de los mejores actos del peronismo, cuya eficacia a la hora de montar actos masivos está altamente demostrada.

También fue destacado por los medios y los especialistas el resultado de los dos debates en los que participaron los cinco candidatos presidenciales. En el primero, ganó claramente el peronista Alberto Fernández, pero el segundo fue para Macri. 

Las movilizaciones a favor del gobierno en las últimas semanas demostrarían que Macri sigue contando con aproximadamente un tercio de los votantes

Las movilizaciones a favor del gobierno en las últimas semanas demostrarían que Macri sigue contando con aproximadamente un tercio de los votantes. Son los incondicionales, que temen la vuelta del peronismo, sobre todo en la versión kirchnerista. Y no hay que olvidar que la expresidente, Cristina Fernández de Kirchner, va en esta ocasión como candidata a vicepresidente, y nadie sabe con exactitud cuál será su papel en un eventual gobierno encabezado por Alberto Fernández, su antiguo subordinado.

En las elecciones de 2015, Macri ganó con sus votos propios y con los de los que no soportaban más al kirchnerismo. Ahora, esa masa intermedia que lo apoyó hace cuatro años parece haber decidido que también están hartos de Macri, y quieren pensar que Alberto Fernández no supondrá una vuelta al pasado.

En cualquier caso, desde el gobierno aseguran que, si pierden, la transición será ordenada y ejemplar. No como en el 2015, cuando Cristina Fernández no quiso entregarle a Macri los atributos del poder. El día del cambio de mando se tomó un avión a Santa Cruz, con la excusa de que quería asistir a la asunción como gobernadora de su cuñada, Alicia Kirchner.

En su momento, los nuevos ministros de Macri se quejaron de que no tuvieron ninguna información previa de sus antecesores, de que les dejaron los cajones vacíos y de que hubo boicot del gobierno saliente. El actual ministro de Economía, Hernán Lacunza, ya anunció que si llega el caso, colaborará con el gobierno electo. De hecho tiene un buen diálogo con referentes económicos de la oposición y, cuando fue designado ministro, una de las primeras cosas que hizo fue reunirse con diversos representantes de la oposición.

Si no se produce el milagro, lo que Macri espera es poder entregar con normalidad el gobierno el próximo 10 de diciembre. Sería así el primer presidente no peronista en poder entregar en tiempo y forma el gobierno. Las dos últimas experiencias de este tipo fueron traumáticas. Raúl Alfonsín, el primer presidente de la democracia recuperada en 1983, fue obligado a entregar el poder anticipadamente, por las presiones de los sindicatos peronistas y del propio gobierno electo, el de Carlos Menem, en medio de una impresionante crisis social, marcada por la hiperinflación. Casi calcado fue el caso del presidente Fernando De la Rúa, aunque éste tuvo que abandonar la Casa Rosada dos años antes de cumplir los cuatro por los que había sido electo.

Otros dos presidentes no peronistas, Arturo Frondizi (1958-1962) y Arturo Illia (1963-1966), fueron derrocados por sendos golpes militares, en los que los uniformados contaron con la previa labor de desgaste de los sindicatos peronistas.

En el período previo a estas elecciones, el clima político sigue tremendamente crispado

En el período previo a estas elecciones, el clima político sigue tremendamente crispado. En el segundo de los dos debates presidenciales, el candidato opositor tuvo dificultades para salir de alguno de los temas más espinosos para su espacio, como es el de la corrupción. En el turno en el que los candidatos podían interpelarse entre ellos, el liberal José Luis Espert, le espetó a Alberto Fernández: “A la luz de los procesamientos, con las denuncias, parecería ser que durante el kirchnerismo más que un gobierno hubo una asociación ilícita. ¿Usted no vio nada, o fue cómplice de eso?”.

Fernández, que fue jefe de gabinete de dicho gobierno, no le respondió directamente, sino que le mandó un recado a Macri, asegurando que cuando deje el gobierno le esperan “más de cien causas donde está siendo investigado”. La cifra es exagerada y, además, en 2015 el mismo kirchnerismo había asegurado que las causas eran 215. Pero, efectivamente, hay algunas investigaciones que complican al actual presidente y que deben ser aclaradas.

Lo que también es cierto es que las complicaciones judiciales por causas de corrupción no admiten comparación. Y en las últimas horas se conoció que aparecieron los llamados cuadernos de la corrupción. Los que escribió un chófer del ministerio de Planificación, Oscar Centeno, en los que detallaba minuciosamente cómo eran las entregas de los sobornos por parte de empresarios a distintos funcionarios del gobierno anterior. El autor de estos cuadernos había dicho que los había quemado, por lo que la Justicia solo tenía las fotocopias que había logrado hacer un periodista del diario La Nación, Diego Cabot.

El hecho de que fueron fotocopias era utilizado por el entorno de la expresidente para descalificarlas, aunque hay pruebas y declaraciones que confirmaron el contenido de las mismas. La aparición ahora de los famosos cuadernos deja sin mayores argumentos a los acusados.

Pero la gran incógnita está puesta en el día después si ganan los Fernández, Alberto y Cristina. Se sabe que la Justicia argentina está altamente politizada y que suele responder al poder de turno. De hecho, desde que las elecciones primarias dejaron claro que era muy posible la vuelta del peronismo, se sucedieron las excarcelaciones de acusados por causas de corrupción que estaban en prisión preventiva.

El sueño (casi) imposible de Mauricio Macri