miércoles. 24.04.2024
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Si hablamos de Alva Myrdal en España puede ser que no suene su nombre, pero estamos hablando de quien consiguió alzarse con el Premio Nobel de la Paz en 1982, ocho años después del Premio Nobel de Economía que consiguió su inseparable compañero de viaje Gunnar.

Nacida en Uppsala en 1902, a unos 70 kilómetros al norte de Estocolmo, estudió en la Universidad de Estocolmo sociología y pedagogía, enfocando sus estudios en cómo la sociedad podría ser mejor al enseñar a las personas a vivir de una manera diferente. Sus ejes de lucha se centraron en los niños, las mujeres y en las políticas de desarme.

En la década de 1930, en la recesión que contaminaba al mundo occidental y cultivaba el ascenso del fascismo, el desempleo en Suecia se disparaba y se producía un aumento exponencial de niños desnutridos y sin higiene básica. A esto se añade una baja natalidad, tan baja que muchos se preocuparon de que Suecia se hundiera nuevamente en la sociedad campesina recientemente abandonada y de donde procedía Gunnar. Pero la solución parecía estar al alcance y se llamaba "ingeniería social", encontrando en Alva y Gunnar a sus dos principales representantes.

Antes de su merecido Premio Nobel, ya había recibido el Premio Albert Einstein de la Paz y el Premio de la Paz de la República Federal de Alemania

Su libro “Crisis in the Population Question” (“Crisis en la cuestión de la población”) es su obra más famosa, obteniendo un tremendo impacto y se considera que le dio a la socialdemocracia sus cimientos para sostenerse. Lo terminó tras un viaje a los EEUU, país en el que observaría entre la población unas brechas profundas. Este viaje hizo que sus ideas de política social se acentuaran aún más y se convirtiera en una convencida de la importancia de una política social progresista. 

En este libro, Alva aboga por una política familiar racional para luchar por la baja natalidad y hacer una labor más proactiva en la manutención infantil. Así, en la década de 1940 se introdujo el subsidio general por hijos, siendo de 260 coronas anuales por hijo.

Esto liberó a la mujer, que podría ser alentada a dar a luz a más hijos y a participar en la vida laboral, con la creación de las primeras escuelas infantiles. La política de población debería, para Alva, combinarse con una política sexual más moderna donde fuera más fácil obtener anticoncepción y aborto.

También se necesitaba una mejor vivienda presentando ideas que formaron la base para la construcción de viviendas.  De esta manera, la construcción de viviendas representaría tanto las nuevas viviendas como los nuevos empleos. Éste fue el comienzo de los servicios públicos de vivienda; varios municipios comenzaron a construir hogares para niños.

La sociedad industrializada había perdido su antiguo papel y, por lo tanto, tenía que encontrar uno nuevo que estuviera más adaptado a la realidad económica y técnica. De lo contrario, el desarrollo se arriesgaba a detenerse. La razón por la cual las personas no tenían hijos era simplemente la mala perspectiva de una familia: viviendas pobres, riesgo de desempleo, malas condiciones para las mujeres en el mercado laboral, riesgo de pobreza y demás.

La industrialización había llevado a una urbanización violenta, así que su libro, que tuvo inicialmente problemas de buena acogida entre editoriales, fue un tema de debate raramente visto antes; la política social lograba discutirse científicamente. La sociedad fue retratada como un organismo que podría formarse en la dirección correcta, sólo si las medidas correctas se implementaran y financiaran mediante una política de distribución activa. Esta forma de razonamiento marcó la pauta para las relaciones laborales futuras y la política sueca durante mucho tiempo. Esta visión de la nueva política social fue legitimada por el miedo a una crisis demográfica. Al dar a las personas mejores condiciones, nacerían más niños y a estos niños habría que garantizarles atención médica gratuita y, por lo tanto, la población sueca sobreviviría. La atención se centraba en una política preventiva que, si funcionaba, eventualmente evitaría que las personas cayeran en la pobreza y la angustia. 

Con el vínculo entre la crisis de población y la política social, el libro hizo políticamente posible impulsar muchas de las reformas sociales implementadas durante la década de 1930. 

El libro también cuenta con la colaboración de Gunnar: mientras Alva escribía las partes sobre política familiar y de niños, Gunnar escribía las piezas económicas. El libro arrojó a la pareja a la celebridad política y científica social.

En 1938, Alva regresaba a Estados Unidos, ahora para estudiar la política del New Deal de Roosevelt. La idea de Roosevelt, de que el Estado expandiría la depresión económica, llegó a influirle mucho y también tuvo un fuerte impacto en Suecia. El colapso del mercado de valores en EEUU dejaba trastocados los tres ejes básicos del liberalismo: la propiedad privada, el individualismo y la oposición al poder y la burocracia del gobierno, siendo desafiados por el New Deal del presidente Roosevelt. Mientras tanto, en Gran Bretaña, el economista inglés John Maynard Keynes trabajó con un enfoque nuevo la política y la crisis económica y el keynesianismo recuerda en muchos aspectos las ideas de la Escuela de Estocolmo.

Convencida socialdemócrata, su éxito internacional llegaba en 1948, siendo por un breve espacio de tiempo la representante del departamento de Asuntos Sociales de la ONU en Nueva York, para recalar meses después en la UNESCO en París. Ahora ya no veía Suecia como su campo de trabajo sino el mundo entero. Tras su estancia en París, se convertía en embajadora sueca en Nueva Delhi y trabajó allí para la democratización y el desarrollo social. A Gunnar, también interesado en la India y en el sudeste asiático en general, le llevó diez años escribir “Un drama asiático”, mostrando gran preocupación por los problemas del subdesarrollo y que publicaría en 1967. Este trabajo le dio el galardón del Premio Nobel de Economía en 1974, con planteamientos nuevos sobre cómo debe ser la sociedad y cómo el Estado debe influir y controlar la economía.

Alva fue parlamentaria sueca presidiendo a su vez la Asociación de Mujeres Trabajadoras de Suecia; en su lucha, las mujeres embarazadas dejaron de ser despedidas del trabajo. Fue enviada como delegada al Congreso sobre el Desarme en Ginebra, función que desempeñó hasta 1973, tras ser ministra del gabinete consultivo (ministra sin cartera) para el desarme. Ahí se centró en una pedagogía clara contra el armamentismo, especialmente nuclear, defendiendo especialmente a las naciones más pequeñas. Con este objetivo tan claro contra el desarme publicó “El juego del desarme”, denunciando las enormes sumas de dinero que sirven para perfeccionar las armas y siempre finalizando sus intervenciones con la palabra “negociación”.

Antes de su merecido Premio Nobel, ya había recibido el Premio Albert Einstein de la Paz y el Premio de la Paz de la República Federal de Alemania.

El compromiso social de Alva Myrdal sigue hoy marcando tendencia. Mostró fuerza impulsora en un deseo constante de mejora y de tratar de hacer el bien, destacándola muchos como pionera del Estado del Bienestar, en esa visión de la sociedad como organismo, siendo llamada junto a Gunnar “los arquitectos de la casa pública”.

María José Vicente. Profesora de Ciencias Políticas y de la Administración | Universidad Complutense de Madrid

La Premio Nobel Alva Myrdal, su proyecto social y su apuesta por la Paz