jueves. 28.03.2024
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Foto: Johari Gautier

Cuando todo estaba ardiendo, la crisis del coronavirus vino a redoblar la intensidad de las llamas. En lugar de fomentar una movilización entorno a un objetivo común (la protección de la ciudadanía o el regreso a la decencia), su aparición consolidó las diferencias, los recelos y las rivalidades.

Un gran ejemplo se encuentra en las relaciones entre el gobierno central de España y el gobierno de la autonomía catalana, que, pese a ser aliados políticos, se han enfrentado a diario por una gestión dudosa de la crisis y por salir menos mancillados de este terreno fangoso. La escena no se aleja de muchas otras tramas que ilustran la ridiculez de la política actual, pero, aquí, todo se produjo con un inusual trasfondo de argumentos y maniobras históricas muy cuestionables. 

El mundo académico no se ha quedado indiferente ante tanto exceso. Gran conocedor de la historia catalana, investigador de la Guerra civil española y del impacto de la conquista española en América, el profesor Miquel Izard no esconde su hartazgo. El absurdo de la política separatista ha llegado, según él, a dimensiones inimaginables, y, peor todavía, el clima de tensión impide la correcta argumentación y un retorno a la sensatez.   

En esta entrevista, Miquel Izard nos invita a conocer el contexto político que ha vivido Cataluña y la forma con la cual algunas ideas engañosas –como que Shakespeare sería catalán– se van multiplicando en un ambiente de plena normalidad.

Cataluña fue uno de los territorios del Estado donde en las últimas décadas de la dictadura fue más decidida y unánime la oposición, contra el régimen y contra la explotación capitalista y donde antes se llegó a la unidad de todos los antifranquistas con la Taula Rodona por la libertad de los detenidos a raíz de la Caputxinada

El contexto de tensión e inestabilidad en Cataluña ha llegado a extremos, ¿Cómo describiría el periodo que vive Cataluña?

La situación es un despropósito resultado de tres desatinos. Rajoy inició en marzo del 2006 una campaña contra el nuevo Estatut de Catalunya aprobado en su Parlament. Protestas muy populares por brutales recortes presupuestarios obligaron a Artur Mas a llegar al Parlament en helicóptero en junio del 2011. Sólo vio una salida, apostar por el independentismo con una base popular muy endeble hasta el momento. Por útimo, como decía Manuela Carmena, se recurrió a la vía judicial para resolver una cuestión meramente política.

Se ha llegado a hablar de una opresión ejercida desde el gobierno español, incluso de una ocupación. ¿Usted comparte esta visión?

Como cualquier gobierno, el de Madrid favorece a los explotadores y perjudica a las clases populares, ambas de Cataluña o del resto de España.

Resaltó en alguna ocasión el uso por parte del movimiento separatista, y Torra en concreto, de mentiras históricas sobre el pasado catalán. ¿Tiene algunos ejemplos?

Recordemos dos obviedades: la historia es una versión de lo ya ocurrido y la pandemia de coronavirus ha incrementado hasta lo indecible el abuso mundial de engaños y falacias de políticos e intelectuales a sus órdenes que perpetran complots de todo tipo. 

Si la historia, porfío, reseña el ayer, de encomendarse a los servidores de caudillos, pergeñan una Historia Oficial que no pretende rescatar lo sucedido sino elaborar una acreditación de las mendacidades de quienes mandan. En este caso hay dos variantes, la que calificaría de académica, cosa de profesores universitarios, capaces de sostener dislates: Josep Termes habló de las raíces populares del catalanismo, Josep Fontana de 300 años de conflicto entre Cataluña y España o Jaume Sobrequés de Cataluña como colonia de España. La otra variante, la grotesca, del Institut Nova Historia, sosteniendo burdamente que eran catalanes Santa Teresa, Hernán Cortés, Ignacio de Loyola, Leonardo da Vinci, Erasmo, El Bosco y Cervantes, que éste escribió el Quijote en catalán, tuvo que exiliarse en Inglaterra y allí cambió su nombre por el de Shakespeare.

El independentismo reduce a menudo la confrontación entre Madrid y Barcelona como un resultado del franquismo. ¿Lo ve así de simple? 

Durante la guerra, buena parte de la burguesía (catalana) se pasó al bando franquista, siguió en él tras 1939 y realizó buenos y jugosos negocios. Las clases populares eran republicanas y, en la medida de lo posible, se opusieron al dictador. No era una cuestión nacional, sino de clase.

¿Cree que la convivencia del idioma catalán y el español en lugares públicos se está complicando día tras día?

Sí, pero es un inconveniente reciente, durante mucho tiempo no hubo conflicto.

Como catalán e historiador, ¿cómo vive este momento en el que la política se obstina en encarar lo hispánico y lo catalán?   

Con desagrado y hartura. He tenido que dejar de hablar con amigos, colegas y parientes.

¿Cree que la identidad catalana se ha visto afectada por todos estos choques y derivas del lenguaje?

Quisiera recordar otra obviedad. En el siglo XVII, la mitad de los habitantes de Cataluña habían nacido en Francia o eran hijos y nietos de gascones. A lo largo del XX, la mitad eran oriundos del resto de España, ahora un muy elevado porcentaje son latinoamericanos, marroquíes, pakistaníes y de muchísimas otras procedencias. Hablar de identidad, sic, catalana, creo que no tiene sentido.

¿Qué hay de la “Barcelona charnega”, o de la Barcelona que mantiene raíces con el resto de España? Si Cataluña es, en gran parte, fruto de la inmigración, ¿cómo las ideas de orden separatista han podido encontrar un terreno fértil?

A lo largo del siglo XX, Cataluña dobló su población recibiendo millones de inmigrantes del resto de España, principalmente del sur, huyendo de la miseria y, después de 1939, de la desalmada opresión franquista. Daría una idea que l’Hospitalet, contigua a Barcelona y la segunda en población del Principado, de 3.000 habitantes en 1900 haya pasado a 264.923. Es, además, con 21.053 habitantes por km², uno de los municipios con mayor densidad de España.La inmensa mayoría de los huidos se establecieron en los alrededores de Barcelona y a lo largo de la costa hasta Tarragona vinculados a la industria, construcción u obras públicas. 

Capaz no los recién llegados pero sus hijos y nietos, han conformado una cultura mixta -como la gran mayoría del orbe-, con elementos de sus lugares originarios (conservadores en nutrición) y los del ámbito de recepción. Son también bilingües usando ambas dos lenguas indistintamente.

Cataluña fue uno de los territorios del Estado donde en las últimas décadas de la dictadura fue más decidida y unánime la oposición, contra el régimen y contra la explotación capitalista y donde antes se llegó a la unidad de todos los antifranquistas con la Taula Rodona por la libertad de los detenidos a raíz de la Caputxinada (1966). Cuando a la muerte de Franco se organizó un sistema parlamentario, Jordi Pujol logró un artefacto electoral primando las comarcas del interior con mayoría de autóctonos. Es significativo que, desde el momento en que Artur Mas decidió disfrazarse de separatista para contrastar el impactante rechazo por los recortes, y cada vez que traman una manifestación en la capital, llegan miles de autocares de la Cataluña profunda.

“La pandemia ha incrementado hasta lo indecible el abuso mundial de engaños”