miércoles. 17.04.2024
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Morris Pearl, titular de Patriotic Millonaries de Estados Unidos

Las consecuencias económicas derivadas de la crisis sanitaria pueden hundir en la pobreza a más de 500 millones de personas. Esta advertencia la hicieron en primera instancia las organizaciones no gubernamentales que trabajan a destajo en las nuevas estadísticas de una desigualdad que ha alcanzado niveles escandalosos.

Una de las grandes paradojas de estos tiempos es Estados Unidos, país que se ha jactado de su poderío económico y que hoy posee uno de los peores índices de pobreza entre los países desarrollados. En esa América a la que Trump prometió “hacer grande otra vez”, las movilizaciones contra el racismo exponen el hartazgo de una facción de la sociedad que pretende visibilizarse, hacer valer sus derechos; pero también han sido y son la clara representación del fracaso de “la guerra incondicional contra la pobreza” declarada hace medio siglo por Lyndon B. Johnson. Una deuda social que crece y que hoy afecta a más de 40 millones de ciudadanos estadounidenses.

En paralelo a la creciente desigualdad se afianzan las fortunas de los 2.153 supermillonarios del mundo; una brecha que pone en riesgo la paz social. “Prefiero pagar más impuestos y no terminar ahorcado”, dijo Morris Pearl, director de “Patriotic Millonaries” de los Estados Unidos. Pearl lidera a los 83 supermillonarios que consideran que para detener la actual devastación económica se debe revertir urgentemente el sistema tributario regresivo que se impuso en la década del ’80 con la revolución conservadora de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

Estos supuestos “orgullosos traidores de su clase” no son más que un factor de poder que no ignora su responsabilidad en el actual desastre capitalista

“¿Cómo puede ser que, siendo tantos los pobres, permitan el lugar que los ricos le dan en el mundo? ¿Por qué no reaccionan? ¿Por qué no se revelan?”, se preguntaba uno de los editorialistas estrella del diario New York Times en junio de 2018. Los mismos interrogantes -y la posibilidad real de que la rebelión suceda- atemorizan a las elites económicas que el pasado mes de enero, durante el Foro Económico celebrado en Davos, se autodefinieron como “Orgullosos traidores de su clase” (Proud traitors to their class); un mote detrás del cual esconden el temor de saberse responsables de la extrema concentración de la riqueza que desestabiliza las democracias, profundiza la desigualdad, el hambre y la miseria.

Lo cierto es que una mayor carga impositiva no lograría disminuir la depredación provocada por la actividad de sus corporaciones, como tampoco la evasión a través de cuentas off shore en paraísos fiscales. La elite económica global teme perder sus privilegios. Y estos supuestos “orgullosos traidores de su clase” no son más que un factor de poder que no ignora su responsabilidad en el actual desastre capitalista.   

Pagar más impuestos o terminar ahorcado