jueves. 28.03.2024
ELECCIONES EN BOLIVIA

Evo Morales gana por cuarta vez la presidencia boliviana

Isaac Bigio | Según los resultados finales de las elecciones generales bolivianos del domingo 20 de octubre Evo Morales habría sido reelecto con más del 47% de los votos válidos frente al 36.5% de Carlos Mesa
Evo Morales celebrando la victoria

Según los resultados finales de las elecciones generales bolivianos del domingo 20 de octubre Evo Morales habría sido reelecto con más del 47% de los votos válidos frente al 36.5% de Carlos Mesa. Esto implicaría que, según la constitución, Morales podría reclamar el triunfo en primera vuelta pues en este país se gana en una sola jornada cuando se obtiene más de 40% de los votos válidos y 10% por encima de su principal contrincante.

Los EEUU presionan a la ONU y la OEA para tener reuniones de emergencia a raíz de las elecciones presidenciales bolivianas del domingo 20 de octubre. Carlos Mesa, quien es el candidato de preferencia de Donald Trump, denuncia que hay un gran fraude para impedir que se dé una segunda vuelta donde él podría entrar y querer vencer. Mientras Washington contempla la posibilidad de desconocer una cuarta elección presidencial de Evo Morales, el mandatario boliviano le acusa a él y a la derecha local de promover un golpe militar. El gobierno mexicano, por su parte, crítica a la OEA por no asumir un rol observador y neutral en dichos comicios. 

¿Fraude?

Bolivia es un país donde tradicionalmente los presidentes llegaban a su puesto con el voto del congreso pues en las urnas usualmente quedaban con un cuarto o menos de los votos. En 2005 Morales fue el primero en llegar a palacio con el 53.72 % de los votos, y luego fue reelecto en 2009 con el 64.22% y otra vez en 2014 con el 63.36 %.

En 2009 Morales logró que se apruebe en referéndum una nueva constitución donde se introducía por primera vez en la historia boliviana la figura del balotaje. Morales ha ganado todas las subsiguientes presidenciales, incluyendo ésta, sin necesidad de ir a un segundo turno.

Mesa acusa al Tribunal Electoral de haber interrumpido el conteo de votos cuando las cifras dejaban a Mesa rozando los 10 puntos debajo de Morales. La Confederación Campesina, baluarte de Morales, contrataca a Mesa diciendo que él no ha querido esperar al voto rural que tanto simpatiza con el primer presidente indígena campesino que haya tenido Bolivia.

Trump quisiera transformar a Bolivia en un nuevo Estado paria tal como lo ha hecho antes con Venezuela. Trump es el único presidente del mundo que llegó a su cargo pese a perder por casi 3 millones de votos frente a su rival. Morales ha sacado un porcentaje mayor al que él obtuvo en EEUU y al que haya obtenido cualquier otro mandatario boliviano en el último medio siglo.

Trump es bueno para pedir sanciones a gobiernos contestatarios pero se hace el de la vista gorda ante las acusaciones de fraude de Honduras o de matanzas represivas recientes en Ecuador y Chile.

Mesa siempre fue consciente que no tenía posibilidad alguna de ganarle a Morales en el primer turno y su estrategia consistía en posesionarse como el único capaz de poder llegar al balotaje y luego unir a toda la oposición para triunfar en la segunda ronda. Hoy, Mesa ha llamado a los comités cívicos y a otras organizaciones sociales a salir a las calles y a promover bloqueos de caminos o paralizaciones regionales. Todas éstas acusan a Morales de ser un “dictador” cuya candidatura consideran que es “inconstitucional” pues aspira a un cuarto periodo presidencial continuo, pese a que la constitución no lo permite y a los resultados del referendo del 21 de febrero del 2016 en el cual el 51.3% de los electores rechazaron el permitir una nueva reelección presidencial.

Movilizaciones

Lo que Mesa quiere hacer ahora es repetir de manera inversa lo que antes pasó a inicios de este siglo.

En las elecciones generales del 2002 Carlos Mesa llegó a palacio como el vicepresidente de Gonzalo “Goni” Sánchez de Losada. Dicha plancha presidencial quedó primera con apenas el 22.5% de los votos frente al 20.9% que sacó Evo Morales. Como ninguno de ellos había logrado mayoría electoral absoluta el congreso dirimió en favor de Sánchez-Mesa por 84 votos frente a 43.

Sin embargo, Sánchez renunciaría a la presidencia el 17 de octubre del 2003. Solo duró 14 meses en el poder y tuvo que dimitir por las grandes huelgas, bloqueos y protestas sociales lideradas por Morales contra Sánchez-Mesa. Dicho binomio produjo una ira popular al entregar el gas a corporaciones privadas y a Chile mientras que mataron a más de 80 manifestantes.

Mesa heredó la presidencia quedando como un gobernante prisionero de las movilizaciones sociales. Él no pudo cumplir el periodo constitucional de 4 años. Apenas traspasó sus 600 días en el cargo él dimitió el 9 de junio del 2005. Tras las renuncias de Sánchez y Mesa la presidencia recayó en el presidente de la corte suprema Eduardo Rodríguez que en sus 227 días de gestión se encargó de supervisar elecciones generales adelantadas del 18 de diciembre del 2005, las cuales fueron vencidas por Morales. Esta era la primera vez que alguien llegaba a palacio con la mayoría absoluta después del fin del periodo de gobiernos de la “revolución nacional” de 1952-64.

Morales pudo consolidarse apuntalado por las organizaciones campesinas, indígenas y sindicales. Gracias a tal sostén él pudo hacer frente a intentos de la oposición de derecha de echarlo o de fraccionar al país entre las tierras bajas del oriente con mucha herencia española y las altas del occidente con mucha presencia de las lenguas aimara y quechua.

Todos los intentos de los sectores anti-socialistas en Bolivia de movilizar masas se han centrado en organizaciones de corte empresarial, mientras que todas las movilizaciones que depusieron a “Goni” y Mesa en 2003-2005 y antes a los distintos golpistas militares en 1978, 1979 y 1980-82 se centraron en las huelgas generales y barricadas sindicales y en los masivos bloqueos campesinos en el altiplano.

La actual Central Obrera Boliviana y otras organizaciones campesinas, indígenas y barriales cercanas a ésta son la base social que produjo la revolución de 1952 (la más radical que haya tenido Sudamérica en su historia) y que también ocasionó la caída de números gobiernos. Hoy, la mayor parte de éstas prefieren al actual gobierno que a sus contrincantes de derecha.

En 1985 el gobierno “izquierdista” de Hernán Siles cayó debido a las grandes marchas y huelgas obreras. El principal partido que desde la izquierda impulsó su derrumbe fue el Partido Obrero Revolucionario, el más antiguo de Bolivia. Este mismo hoy caracteriza a Morales como un dictador burgués narco y corrupto tan terrible como la derecha, aunque esa línea les ha hecho perder la otrora importante influencia que tuvieron.

Mesistas

Mesa llegó a palacio en 2002 con menos de la mitad del porcentaje electoral que hoy obtuvo Morales. Él fue el vicepresidente de Sánchez, quien fue la mano derecha y el heredero de Víctor Paz Estenssoro, el caudillo que ha hecho el mayor giro estratégico en la historia latinoamericana.

Paz llegó a la presidencia en abril 1952 montándose sobre una insurrección obrera que impuso una reforma agraria más radical que la china de entonces y la nacionalización de las grandes minas “bajo control obrero”, pero que luego en 1985 volvió a palacio para destrozar su propia obra y dar paso al más osado programa de privatizaciones que se haya dado en Latinoamérica después del chileno de Pinochet.

Sánchez, el principal dueño de minas privadas de Bolivia, fue uno de los arquitectos de las medidas de ajuste de 1985 mediante las cuales se congelaron todos los sueldos mientras los precios se elevaron más de 30 veces. Sánchez hizo que el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) pasase de haber estado muy a la izquierda del aprismo peruano a acabar muy a su derecha. El nuevo modelo neoliberal que Sánchez dio paso a 2 décadas donde el país que tradicionalmente tuvo más empresas estatizadas en Sudamérica se convirtió en uno de los que más carta abierta dio a las grandes corporaciones privadas. Este modelo luego sería emulado en Perú por Alberto Fujimori.

Sánchez sería presidente en 1993-97 y luego en 2002-3. Mesa, como su último vicepresidente, fue corresponsable del monetarismo y de la fuerte represión contra las protestas sociales.

Hoy el MNR, que llegó a ser el principal partido de Bolivia en el siglo XX, no llegó ni al 1% en las recientes elecciones. Mesa no se volvió a postular con esta sigla sino en torno a una “Coalición Ciudadana” inscrita en torno al Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), un movimiento que hizo en 1978 el “Camarada Rolando”, quien 8 años atrás había iniciado junto a su “Partido Comunista de Bolivia Marxista Leninista” la primera “guerra popular” maoísta en los Andes. Inspirado en ese ejemplo, el “Camarada Gonzalo” ha animado en Perú su propio frente electoral (MOVADEF).

Los mesistas han buscado unir a la oposición boliviana en torno a su candidatura, pero a su derecha han tenido importantes competidores quienes le cuestionan sus concesiones al electorado izquierdista de Morales. Estos son Chi Hyung Chung, un pastor coreano ultra-conservador, quien obtuvo un 8.8% y Oscar Ortiz, el dirigente sudamericano de la Internacional de los republicanos de EEUU y de los conservadores británicos, quien apenas sacó un 4.2%, tras haber peleado con Mesa antes el segundo puesto.

Masistas

Mientras que anteriores movimientos que se llaman izquierdistas y revolucionarios (como el MNR, MIR y FRI) se transforman en neo-liberales, Morales se perfiló como el primer líder indígena en llegar a la presidencia. Esto hizo en torno a movilizaciones izquierdistas, aunque el partido con el cual logró su inscripción fue el MAS, un desgajamiento de la Falange Boliviana, los incondicionales criollos del dictador español Francisco Franco que durante décadas organizaron varios complots y golpes militares contra la reforma agraria y los sindicatos. El MAS de Morales, pese a que se reclama socialista, no usa como sus colores al rojo (tal como lo hacen el chavismo, el castrismo y todos los partidos socialistas y comunistas), sino que retiene el azul del falangismo.

El número dos e ideólogo de Morales es Álvaro García Linera, quien en 1992-97 estuvo recluido por haber liderado una guerrilla que quiso implantar un “Estado socialista de ayllus rojos”. Él, a diferencia del García peruano, siempre se mantuvo en la izquierda y en oposición al neoliberalismo, aunque su ideología pasó a proponer un capitalismo popular andino amazónico donde el Estado debería tener mayor injerencia en la economía y las empresas así como en la promoción de las culturas y lenguas nativas. Bolivia fue declarada como el único “Estado plurinacional” del hemisferio, en el cual se reconocen 37 idiomas oficiales.

El movimiento de Morales-García no ha surgido de los sindicatos obreros y tampoco lo expresa directamente. Refleja a sectores que provienen de la pobreza o del agro y que han sufrido el racismo blanco. A pesar de su constante hostilidad a Trump, Morales ha mostrado mucha cautela en apoyar a las protestas sociales contra los estados de emergencia en Ecuador o Chile.

Morales-García son la dupla presidencial más electa en la historia continental y la primera que ha logrado dar a Bolivia una cierta estabilidad y despegue económico, así como integrar a sus mayorías indígenas.

Durante su campaña electoral, los masistas sostenían que ellos habían logrado que Bolivia sea el único país sudamericano que crezca regularmente con una tasa anual del 5% y que sus programas sociales habían eliminado el analfabetismo, reducido ampliamente la pobreza y creado grandes obras de infraestructura. Hoy, no obstante, ese ritmo de crecimiento podría estar acercándose a su fin, sobre todo si es que Washington decide imponerles sanciones como las que las ha colocado ante Caracas.

El binomio Morales-García sostiene que solo su modelo de capitalismo nacional puede evitar la militarización que se ha venido dando en Colombia, Ecuador o Chile. No obstante, no se puede garantizar que dicha dupla retenga el gobierno o que culmine su nuevo quinquenio. Por primera vez, los masistas no tienen una sólida mayoría absoluta en el parlamento. Hoy cuentan con una oposición de derecha envalentonada que busca que EE.UU. y otros vecinos puedan desconocer su mandato siguiendo el ejemplo venezolano. 

En cierta manera el futuro de Morales va a depender del de su entorno. Una posible victoria electoral de los Fernández en las presidenciales argentinas de este domingo 27 les daría un buen aliado, tal como hoy lo es el México de López Obrador quien ha sido uno de los primeros en saludar su triunfo. El cierre del parlamento fujimorista peruano y el desgaste de Piñera y de Moreno como resultado de las protestas sociales frente a sus ajustes monetaristas es algo que también le ayuda a impedir quedar enclaustrado.

A pesar de todos los intentos de EEUU y la prensa cercana a Washington las marchas callejeras que se den en Bolivia denunciando un fraude no van a tener la intensidad de las que se han dado en Chile o Ecuador. Esto debido a que en estos dos últimos países la rebelión social se da en rechazo a alzas de precios y a la imposición de estados de emergencia que han conducido a muchos muertos. Las mismas organizaciones sindicales, barriales y estudiantiles que en Chile o Ecuador han salido a las calles contra gobiernos pro-FMI, en Bolivia pueden movilizarse a favor de Morales (a quien lo ven como suyo) o en contra de sus rivales conservadores.

Isaac Bigio fue investigador doctoral sobre Bolivia en la London School of Economics

Artículo publicado en Alainet

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