viernes. 29.03.2024

pilar europeo derechos sociales

La Comisión Europea acaba de publicar, el 4 de marzo de este año, un PLAN DE ACCION del PILAR EUROPEO DE DERECHOS SOCIALES que prevé discutir en la Cumbre Social” de Oporto de los ya próximos días 7 y 8 de mayo.

Parecen buenas noticias. Y podrían serlo, porque las buenas intenciones de los documentos son evidentes. Pero …, siempre puede haber un pero.

La historia de este “Pilar” sigue suscitando serias preocupaciones y dudas. Se trata de una iniciativa europea que se remonta a la cumbre en Suecia en 2017, con su proclamación de “20 principios y derechos fundamentales”, positivamente acogidos desde el primer momento por la Confederación Europea de Sindicatos (CES). Entonces se planteaba ya un problema aún no resuelto: se trata de un conjunto de indicaciones, criterios, afirmaciones, no vinculantes y de una muy insuficiente concreción.

Ahora la CES, en una reunión de febrero 2021 de su Comité Directivo Extraordinario, se ha pronunciado de nuevo sobre el tema. A pesar de su significación, de sus potencialidades y de la solemnidad de sus títulos, tengo la impresión (preferiría equivocarme) de que todo ello ha pasado bastante desapercibido para el conjunto del activo sindical, nacional y transnacional (europeo y global). Sin embargo, podría constituir una muy buena ocasión para el impulso de una iniciativa sindical europea con proyección global en este momento en el que nos planteamos ir hacia una “nueva normalidad” en la acción social, sanitaria, económica, laboral … y política, contra la pandemia del Covid-19, con un anunciado importante esfuerzo presupuestario europeo y nacional. Esta “nueva normalidad” podría, debería, suponer una consolidación y desarrollo del modelo social europeo. Por otra parte, la Comisión Europea sitúa como prioridades para esta próxima Cumbre Social de Oporto “el empleo, las competencias y la protección social”. Buenos objetivos sin duda, pero a los que hay que dar contenido con objetivos concretos, con medidas eficaces, con posibles acuerdos sociales y con disposiciones legales de ámbito europeo. Y para todo ello necesitamos sin duda una iniciativa sindical que aún no aparece en el horizonte.  

Los anunciados “20 principios” son ciertamente un listado de positivos enunciados sobre derechos sociales, esencialmente sobre derechos individuales de condiciones de trabajo y de vida, que, de conseguirse, supondrían un importante avance. Pero junto a este abundante e interesante listado de buenos propósitos y objetivos, con un actor, las instituciones, y un receptor pasivo, los ciudadanos europeos, solamente hay uno de los 20 principios, el nº 8, sobre “el diálogo social y la participación de los trabajadores”. Un título sugerente pero que considero una breve recopilación de tópicos que termina con otro: “Debe fomentarse el apoyo para aumentar la capacidad de los interlocutores sociales para promover el diálogo social”. Fomentar, apoyar, aumentar, promover, …, ¿pero cómo, qué instrumentos, qué derechos de intervención, qué materias que sin duda requieren cierto consenso social, …? El documento sindical de la CES parece responder con otro tópico con el que también es fácil estar de acuerdo: “autonomía de los interlocutores sociales”.

Quiero por otra parte señalar que el actual “Plan de Acción” ha corregido una grave deficiencia de los “20 principios” del proyecto inicial con la incorporación de un compromiso, como es el de que la Comisión adoptará en el ya inmediato segundo trimestre de este año una “Comunicación sobre el trabajo digno en el mundo”. Una iniciativa que enlaza con un procedimiento en marcha para una Directiva sobre la responsabilidad empresarial (debida diligencia) para el respeto de los derechos fundamentales del trabajo en sus cadenas mundiales de suministro. Hace pocos días, el 10 de marzo, el Parlamento Europeo ha aprobado un documento al respecto por 504 votos a favor, 79 en contra y 112 abstenciones. Y sin olvidar otra iniciativa de Directiva ya abierta, la de los “salarios mínimos europeos”.

Interesante compromiso del Plan de Acción en este contexto es su anuncio de que en 2022 planteará una iniciativa concreta para “respaldar el diálogo social a escala nacional y de la Unión”, con la decisión de consultar antes para ello, a lo largo de este año 2021, a los interlocutores sociales.

No se trata de minusvalorar en absoluto la iniciativa europea, pero se trata de darle contenido y para ello es preciso una propuesta sindical que vaya más allá de los pocos y genéricos documentos sindicales hasta ahora emitidos y de muy escasa proyección pública en los centros de trabajo y en los medios sindicales europeos.

Se trata, creo, de asumir la significación y el interés del planteamiento formulado hace ya 4 años y entender que las nuevas iniciativas institucionales europeas, el recientemente anunciado “plan de acción” y la próxima “cumbre social” de Oporto, son una muy buena ocasión para avanzar en la construcción de unas nuevas relaciones laborales europeas, en nuevos derechos individuales y colectivos a inscribir en el avance hacia la “nueva normalidad” que pretendemos tras la derrota del Covid-19. Pero para avanzar en este sentido hace falta generar una tensión social en la clase obrera europea, es decir en la de los países de la Unión, nosotros en España, que hasta ahora no se percibe.

Se trata, insisto, de un conjunto de temas de evidente gran interés, de segura complejidad para concretar medidas de avance, con intereses no coincidentes de los diversos sectores sociales, empresariales y sindicales principalmente, pero de necesaria coincidencia de todos en el objetivo de un futuro sostenible de nuestra Europa en un mundo sostenible.

Un desafío colectivo en una coyuntura que supone un importante reto al sindicalismo. Al sindicalismo europeo como expresión, debería entenderse así, de los intereses colectivos de la clase trabajadora del conjunto de países europeos, con ciertamente intereses particulares de país, pero con un posible interés común a discutir para consensuar con las instituciones europeas, empresariales, sociales y políticas.

Y en el sindicalismo no es posible hablar de intereses comunes sin traducirlos en acción colectiva, en acción sindical colectiva y solidaria.

A la espera de una iniciativa sindical española y europea