sábado. 27.04.2024
Javier Milei
Javier Milei

Mario Regidor | En una semana crucial para el futuro de España donde cada vez está más cerca la ansiada investidura del bloque progresista, conviene no perder de vista lo que sucede en nuestro país hermano Iberoamericano.

El próximo domingo 19 de noviembre se celebra la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas entre el aspirante y vigente Ministro de Economía argentino Sergio Massa (peronista) y el economista ultraliberal Javier Milei.

En la primera vuelta tres contendientes tenían posibilidades reales de pasar a una segunda vuelta prácticamente obligada pues ninguna encuesta daba una elección a única vuelta dada la dispersión del voto: Sergio Massa, Javier Milei y Patricia Bullrich, la candidata de centro derecha.

Una vez supimos los resultados de esta primera vuelta, la sorpresa se vislumbró puesto que, a tenor de los resultados de las primarias previamente celebradas, el candidato peronista, Sergio Massa era el que menos posibilidades tenía de pasar a una eventual segunda vuelta pues el vencedor claro parecía ser Javier Milei.

Milei no es sino otro peón que lucha en su ámbito territorial por el cambio de sistema político, pero lo que hay verdaderamente que temer es esa sinergia que puede crearse a nivel mundial

No obstante, sucedió lo inesperado y el ganador fue Sergio Massa. No soy muy amigo de hacer pronósticos, pero aventuro lo siguiente: ante una victoria de Milei contra Bullrich, seguramente en segunda vuelta el peronismo hubiera optado por el mal menor y esta última hubiera sido la ganadora en segunda vuelta, pero paradójicamente, aunque ha ganado Massa, no está tan claro que el centro derecha derrotado, al fin y al cabo, una coalición de partidos, fuera a apoyar a de manera mayoritaria al candidato peronista contra el ultraliberal Milei. De hecho, en unas de sus primeras declaraciones después de la derrota, Bullrich ya comentó su predisposición a apoyar a Milei en segunda vuelta. De tal manera, igual hubiera sido mejor, para preservar la democracia, que el candidato peronista hubiese quedado apeado de la contienda electoral con el fin de, como mal menor, tuviera más oportunidades de ganar el centro derecha, en vez de la derecha extrema. Pero todo esto son predicciones que pueden tener su fundamento o no. Ya lo veremos llegado el momento...

A pesar de todo, espero sinceramente equivocarme y que el candidato peronista, con muchísimos fallos en su gestión como ministro de economía, pues no ha logrado solucionar los problemas endémicos a lo largo de este siglo en Argentina como son la inflación galopante y la elevación del nivel de deuda, en especial en su relación con otros organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, logre la victoria. Este caldo de cultivo, además del más que previsible mayoritario apoyo de la coalición de centro derecha (Macri, ex presidente argentino está asesorando en debates electorales y “suavizando” los comportamientos que dan forma al apelativo del “Loco Milei” con el que se le conoce al economista ultraliberal). Sin mucho éxito, al parecer, pues según los analistas, Sergio Massa ganó con solvencia a Milei en el último debate electoral celebrado este fin de semana dando una imagen moderada, a pesar de que Milei también logró moderar su propia imagen. De todos modos, no olvidemos el juego de las expectativas ni relativicemos la importancia de los debates televisados y del análisis posterior. Me explico: recuerden los contrincantes de George Bush hijo en las elecciones presidenciales estadounidenses, Al Gore y John Kerry, dos demócratas formados, preparados y experimentados que ganaron la mayoría de los debates celebrados contra su contrincante, pero el problema era que los analistas y los creadores de opinión ya daban por descontado que eso sucedería, con lo que el resultado práctico en lo que a variación del voto para los candidatos demócratas se refiere, fue fútil. Podría pasar lo mismo en Argentina, teniendo en cuenta que Massa es mejor en el cuerpo a cuerpo que Milei, a la hora de desgranar ideas y defenderse de los ataques del contrario.

Hay un devenir ideológico en favor de los extremismos que va ganando terreno como hace un siglo, en el período de entreguerras

No obstante, vamos a tratar de contestar a la pregunta que enuncia el título de este artículo: ¿Y si gana Milei?

Más allá de que yo no creo en esa especie de “olas periódicas” que se dan en el mundo o en continentes concretos en donde una mayoría de gobiernos en un corto período de tiempo giran a la izquierda o la derecha, según la época, sí creo que hay un devenir ideológico en favor de los extremismos que va ganando terreno como hace un siglo, en el período de entreguerras, con muchos matices, como es el hecho de que las formas abiertamente dictatoriales que se dieron el siglo XX parecen desterradas desde un punto de vista formal y del ordenamiento jurídico.

Pero eso no puede dejarnos inermes ante el riesgo de una regresión democrática que, en nuestro país, ya venimos sufriendo en ciudades y comunidades autónomas donde el PP se ha echado en manos de Vox y donde en el terreno de la igualdad, la cultura y los derechos sociales se están viendo intentos más o menos serios por revertir normas básicas y derechos individuales que parecían consagrados. Y este es el principal riesgo que se ilustra en el incremento del apoyo que se viene observando a partidos y candidatos de extrema derecha.

Lo que sí parece patente es que esta extrema derecha, nativista, neoliberal, ultraconservadora, en suma, camaleónica y que cuenta como principal virtud el haberse sabido adaptar al ecosistema propio del entorno geográfico e ideológico en el que se mueve, afianzándose en el subconsciente de la ciudadanía y poniendo nombre a los miedos más atroces y específicos de cada ser humano en función de sus situación, está gozando de una buena salud encomiable incentivada por las redes de colaboración entre organizaciones de la más diversa ralea con un único punto en común: el cambio de “status quo” imperante aprovechando una cierta decadencia en los mensajes y en la forma de hacer política de los llamados partidos tradicionales de todo el espectro ideológico democrático y Milei no es sino otro peón que lucha en su ámbito territorial por el cambio de sistema político, pero lo que hay verdaderamente que temer es esa sinergia que puede crearse a nivel mundial mediante la consecución por medios democráticos de parcelas de poder en ciudades, regiones y países que logren ese cambio con el paso del tiempo. Y ¡ojo! Si estas personas y organizaciones son lo suficientemente pacientes y las organizaciones internacionales de los partidos democráticos siguen “bailándole el agua” a la extrema derecha, como pasa en España con el PP en su comportamiento con Vox, la extrema derecha conseguirá más y más parcelas de poder que, con el debido “sazonamiento,” podrían cambiar el futuro de las próximas generaciones y menoscabar los derechos individuales de millones de personas por los siglos de los siglos. No olvidemos que “destruir” siempre es mucho más complicado y costoso que “construir”. 

¿Y si gana Milei?