martes. 23.04.2024
INDIGENCIAEEUU

De los 55 millones de estadounidenses pobres, los afroamericanos y los latinos son los más afectados. La pobreza se ha incrementado en Estados Unidos, acarreando consigo una extensa lista de efectos colaterales que los parlamentarios, tanto demócratas como republicanos, prefieren omitir en sus exposiciones. En mayo de 2020, ni bien se iniciaron las medidas de seguridad sanitaria forzadas por la pandemia, había en Estados Unidos 47 millones de ciudadanos viviendo en la pobreza. En solo cinco meses el número había trepado hasta alcanzar los 55 millones, según el censo realizado por la Universidad de Denver a fines de octubre.  

Las postales que ofrecen las ciudades más afectadas por la pobreza, bien podrían confundirse con las que la prensa internacional suele ilustrar sus informes cuando pone el foco de interés en aquellos países históricamente castigados por la más injusta de las miserias. La asociación permanente entre pobreza y delincuencia que suele desvirtuar el verdadero motivo del flagelo de ser pobre, encaja en las ciudades más afectadas por el modelo neoliberal de los Estados Unidos, en donde la criminalidad se incrementa al mismo ritmo que el hambre.     

El índice de criminalidad es una fórmula que toma en cuenta el promedio ponderado de seis categorías de crimen (asesinato, violación, robo, asalto agravado y crímenes a la propiedad como asalto y robo de vehículos), así como la población de la ciudad. La tasa nacional es de 1 y cualquier número mayor indica una incidencia de crimen mayor del promedio. El Informe “Crime in the United States 2012”, (Crimen en los Estados Unidos en 2012), realizado por la Oficina Federal de Investigaciones, revelaba a principio de la década pasada el incremento de la criminalidad en las ciudades de Camden, New Jersey; Flint y Detrit, Michigan; St.Luis, Mssouri; Clevaland, Ohio; Bridgeport, Connecticut; Birmingham, Alabama, y Los Ángeles, California. Todas estas ciudades de Estados Unidos no han conseguido disminuir su tasa de criminalidad, como tampoco el incremento personas viviendo en condiciones de pobreza extrema.

El ejemplo del fracaso en las políticas implementadas por los sucesivos gobiernos para combatir esta suerte de epidemia, es Skid Row, el barrio que en 50 manzanas concentra la mitad de los sin techo de la ciudad de Los Ángeles, un agujero de miseria en donde el crimen está a la orden del día. Allí malviven en tiendas de campaña o casetas improvisadas con chapas y cartones cientos de familias. Las causas del aumento de la población sin techo en Los Ángeles son diversas y profundas. Los senadores de ambos partidos lo achacan al incremento en el consumo de drogas; sin embargo la llamada “crisis de vivienda” que padece el condado de Los Ángeles produjo un aumento de los precios que erosionó a la clase media, empujando a familias enteras a la calle.  

Fue sobre finales de 2017 cuando Philip G. Alson, relator sobre pobreza extrema y derechos humanos de la ONU, sostuvo que “en Estados Unidos la riqueza contrasta de forma chocante con las condiciones en las que viven grandes cantidades de sus ciudadanos. Unos 40 millones viven en la pobreza, 18,5 millones en pobreza extrema, y 5,3 millones viven en condiciones de pobreza extrema propias del tercer mundo En un país rico como Estados Unidos, la persistencia de la pobreza extrema es una decisión política adoptada por quienes están en el poder. Con voluntad política podría ser fácilmente eliminada".

En Estados Unidos las personas sin hogar son criminalizadas simplemente por la situación en la que se encuentran

Las cifras van en incremento. La tasa de mortalidad crece. El hambre, la miseria y el crimen están fuera de control. Sin embargo el establishment continúa machacando con la idea de Estados Unidos como tierra de oportunidades y cuna para el sueño americano en donde el más pobre puede aspirar a pertenecer al grupo de los ricos; una mentira que se cae a pedazos observando las tasas de movilidad social intergeneracional, la más baja en muchas décadas. La igualdad de oportunidades, muy valorada en teoría, en la práctica es solo un mito, especialmente para las minorías y las mujeres, pero también para muchas familias de trabajadores blancos de clase media.

En Estados Unidos las personas sin hogar son criminalizadas simplemente por la situación en la que se encuentran. La pobreza es prácticamente un delito si se tiene en consideración que dormir al descampado, sentarse en lugares públicos, mendigar, orinar en público y una extensa lista de otras infracciones han sido concebidas para atacar “la plaga' de los sin techo", tal como señaló en 2017 el relator para pobreza extrema y derechos humanos de la ONU. Según cifras oficiales, en 2017 había en Estados Unidos unas 553.742 personas sin techo. Sin embargo desde Naciones Unidas aseguran que hay muchas evidencias de que la cantidad verdadera es mucho mayor. Solo en la zona de Skid Row existen unos 2.800 sin techo que disponen de apenas 9 baños públicos, una cifra que ni siquiera cumple con los estándares de la ONU para los campos de refugiados sirios y para situaciones de emergencia.

El sueño americano