viernes. 29.03.2024
Protestas en Chile (2019), Plaza Baquedano, Santiago, Chile. Fuente: Carlos Figueroa (Wikimedia)

La tesis de la aceleración del tiempo histórico, a partir del punto de intersección entre las condiciones objetivas y subjetivas, es la única que se confirmó, en los resplandecientes resultados de las elecciones del 15 y 16 de mayo.

En efecto, si a cualquier chileno, el 9 de octubre de 2019, cuando Piñera declaró que «Chile es un verdadero oasis en una América Latina convulsionada»;  le hubiesen predicho los resultados del 15 y 16 de mayo de 2021, sin duda habría pensado que el pitoniso estaba loco.

Sucede que llegó el 18 de octubre de 2019, momento en que convergieron condiciones objetivas y subjetivas, maduradas en mil combates, bajo la consigna espontánea «no son treinta pesos, son treinta años», y Chile despertó.

Ante la estupefacción del bloque hegemónico, el partido del orden, y sus dos alas, la derecha y un sector de la concertación; el social oportunismo y agoreros de todos los pelajes; eso quedó de modo aplastantemente demostrado, al punto que también se confirmaron inobjetables condiciones para el cumplimiento de otra consigna capitular del 18/O: «el neoliberalismo nació en Chile, y en Chile morirá».

Aún dentro del esquema institucional diseñado por Jaime Guzmán, se obtuvo una correlación de fuerza decisiva para iniciar el desmontaje de la constitución de Pinochet, al extremo que para los 37 constituyentes de derecha, apenas el 14,5%, les resultará un suplicio defender el discurso neoliberal ante una mayoría abiertamente hostil.

Al menos, correlación suficiente para transformar la Convención Constitucional en  Asamblea Constituyente, en la medida en que tiene la llave para establecer el reglamento, adoptar las decisiones de manera soberana, libre del cepo de los dos tercios, y reducir a la nada, vestigios de la institucionalidad pinochetista, aprobados por el acuerdo del 15N, tales como «respetar el régimen democrático y republicano, las sentencias judiciales y los tratados internacionales ratificados por Chile».

Esa es la principal conclusión del aluvión que se le vino a la derecha y el sector conservador de la concertación; lo que en modo alguno debe interpretarse como una meta, sino apenas como una frontera desde donde emprender la construcción del otro Chile, ahora posible.

La segunda, es que la vía para que por fin se abran las anchas alamedas, donde un gobierno elegido por amplias mayorías, transforme el modelo de desarrollo desde la empresa al trabajo, desde el mercado al derecho social, y desde el Estado subsidiario al Estado garante del bien común, quedó en clara ventaja, en el tramo decisivo.

En definitiva, la posibilidad de reconectar con el Proyecto Nacional de Desarrollo con Perspectiva Socialista, que llevó adelante la izquierda histórica, durante el siglo corto de Hobsbawm, interrumpido de golpe, el 11 de septiembre de 1973. En otra palabras, el umbral de las grandes alamedas.

Históricamente, cada derrota de la derecha desencadena la conspiración hacia la patada del tablero, y probablemente, no será esta la excepción.

Sin embargo, la amplitud de la correlación de fuerza, la torna altamente improbable, y otorga tiempo, espacio y legitimidad política para el diseño de medidas de legítima defensa.

En resumen, las elecciones del 15-16M fueron para Piñera, la derecha y el modelo neoliberal, lo que Waterloo para Napoleón.

Impacto en el escenario político

El Chile que Despertó Abrió las Grandes Alamedas

La victoria en la madre de las cuatro elecciones se obtuvo contra los pronósticos, la desidia del gobierno, la parcialidad del sistema mediático, y las peores condiciones que podían darse; tales como la pandemia, la dificultad para desplegar el trabajo en terreno, la habitual asimetría en la disposición de recursos económicos, inexplicables cambios de locales de votación, que obligaban a desplazamientos hacia lugares desprovistos de movilización colectiva y la sospecha de una parte del electorado, acerca de la seguridad de las urnas bajo la custodia militar.

Asimismo, se logró con la menor participación electoral de las cuatro últimas principales elecciones.

Sobre un padrón electoral de 14.900.189 votantes habilitados, lo hicieron 6.184.594 personas, o sea el 41,5%; o al revés, se abstuvieron 8.715.595 votantes habilitados, es decir, el 58,4%; en circunstancias de que el plebiscito de octubre de 2020 convocó 7.569.082 votantes, el 50,07%; la primera vuelta de la elección presidencial de 2017, a 6.703.327 votantes, el 44,9%, y la segunda, 7.032.878 votantes, el 47,1%.

A pesar de ello, o más bien por lo mismo, el impacto fue devastador.

En el tercer escalón de las consecuencias, pero no por ello menos significativas, se verificó el descalabro de las fuerzas políticas hegemónicas  de las últimas décadas y la irrupción de movimientos sociales, más vinculadas a causas que a proyectos políticos, y otros surgidos  del estallido social de octubre de 2019.

Aunque no será fácil, si se logra la unidad del fortalecido pacto Apruebo Dignidad y ese heterogéneo conjunto de organizaciones sociales, orgullosamente autónomas, con culturas y formas de liderazgo diferentes, y escépticas respecto a la política tradicional, de la que descreen, el paso a la era post neoliberal estaría cada vez más cerca.

En cuarto lugar, queda en evidencia el fracaso de las encuestas y la desinformación mediática, que pronosticaban el tercio de la derecha, el triunfo de  Unidad Constituyente sobre Apruebo Dignidad, y la irrelevancia de los independientes. Claramente, volvieron a no verla venir, y si lo hicieron, lo ocultaron con eficiencia.

La democratización de la comunicación, incluyendo la redistribución del espacio radioeléctrico, el financiamiento de medios tal que garantice el pluralismo, y terminar con el actual oligopolio mediático, que miente con descaro e induce representaciones colectivas engañosas, fundadas en la concurrencia simultánea de marketing político, sicología conductual y periodismo venal, es una condición necesaria  para la construcción del otro Chile posible.

Enseguida, vienen los efectos de la debacle en las candidaturas presidenciales de los partidos y coaliciones más golpeadas.

En la derecha, abdicó Evelyn Matthei, si bien pocos fuera de ella y su entorno íntimo creían que tenía posibilidades, dejando a Joaquín Lavín la tarea de pasar a segunda vuelta, objetivo asaz hercúleo, en las actuales circunstancias. Viene al caso el viejo chiste del epitafio: «aquí yace el futuro Presidente de la República».

Al final del día, la derecha inscribió una primaria con cuatro candidatos, en ese orden: el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI); el ex ministro de Hacienda, Ignacio Briones (Evópoli); al ex ministro de Desarrollo Social, Sebastián Sichel (independiente); y el ex ministro de Defensa, Mario Desbordes (RN).

La primaria presidencial está fijada para el 18 de julio próximo.

En Unidad Constituyente, el desastre de la DC y el buen rendimiento del PS, estuvieron al borde de dinamitar su alianza política, vigente desde 1983.

Influido, sin duda, por el ventarrón que sopló desde la izquierda, el presidente del partido, senador Alvaro Elizalde, comunicó por teléfono a Carmen Frei, presidenta interina del partido, la decisión de inscribir la candidatura de Paula Narváez en una primaria vinculante con el Partido Comunista y el Frente Amplio, luego que declinaran, en forma sucesiva, Heraldo Muñoz (PPD), Pablo Vidal, de Nuevo Trato, y Ximena Rincón y Yasna Provoste, de la DC; partido que quedó sumido en el desconcierto, sin primaria y a la intemperie, en dramático aislamiento.

Ese escenario, el mejor para la sólida mayoría que requiere el cambio de paradigma de desarrollo, pasó de lo posible a lo probable, y estuvo a punto de generar un cuadro político diametralmente distinto, en pocas horas, cambio cualitativo no infrecuente, en fases de aceleración del tiempo histórico; lo cual, en el frenesí de la noche del 19 de mayo, plazo legal para la inscripción de primarias, finalmente no cuajó.

No era necesario un alarde de presciencia o un doctorado en ciencia política para vaticinar que el ganador de esa primaria, sería el próximo presidente de Chile.

La candidata socialista, Paula Narváez, lo atribuyó al veto del Frente Amplio al PPD y el Partido Liberal, extraño si se considera que tanto Heraldo Muñoz como Pablo Vidal habían declinado sus candidaturas, y por tanto, no tenían nada que hacer en primaria alguna.

El candidato comunista, Daniel Jadue, aclaró lo sucedido:

«Invitamos de manera honesta y transparente a las bases del PS, a sus candidatos y dirigencia porque reconocíamos en ellos una trayectoria e historia que los avala en alguna medida, y porque nos habían comunicado que estaban desarrollando un giro histórico, pero no pueden incorporar a quienes hace una semana decían que no podían ir con nosotros a ninguna parte».

Agregó:

“No ha habido ningún veto de nosotros, ha venido de ellos, y nos parece oportunista y contrario a la ética que el pueblo exige hoy, que porque vivieron un desastre electoral sin precedentes hayan cambiado de opinión y hoy quieran venir a pedir cupos y acuerdos parlamentaros con la calculadora, para no tener otro desastre electoral en noviembre».

Como fuere, a la hora señalada, el Pacto Apruebo Dignidad inscribió su primaria entre el reelecto alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, del Partido Comunista y el diputado Gabriel Boric, representante del Frente Amplio.

A la hora nona, en Unidad Constituyente quedó el tendal: terminaron sin candidatos, sin primarias, sin respuestas, con las «confianzas» quebradas  y la sensación de haber cometido todos los errores posibles, y unos cuantos más.

Por lo que se sabe, el presidente del PS intentó una recogida de cañuela con la DC, pero esta respondió por intermedio del secretario nacional, que «no hay disposición para improvisar».

La patética imagen de Carlos Maldonado, presidente del Partido Radical, sentado solo en una sala del Servel, aguardando infructuosamente al que quisiera pactar, resume admirablemente la situación.

Tampoco da para hacerse el hara kiri. El concertacionismo tiene hasta el 23 de agosto para reestablecer las confianzas y ver como se apea para las elecciones del 21 de noviembre.

Pamela Jiles es la candidata de las encuestas, y así le fue. El Partido Humanista no obtuvo constituyentes, ni  gobernadores, sólo 2 alcaldes y 24 concejales, lo cual sumado a la derrota de Pablo Maltés, cuarto, con el 10,6% de los votos, dejó a la ríspida «abuela», virtualmente fuera de competencia, en la carrera presidencial. Otra dura derrota para las encuestas, que al fin y al cabo, dirán lo que quieren los dueños de las encuestadoras, pero no concurren a votar.

La última consecuencia que interesa a este análisis preliminar, es la competencia de la derecha en la caza del pato cojo, al que responsabilizan tanto por el manejo del estallido social, y la pandemia, como por su insensibilidad e indolencia ante el sufrimiento de la población.

El gobierno, debilitado por sucesivas derrotas y la desastrosa gestión de Piñera, perdió toda capacidad de maniobra y deberá limitarse a la mera administración, al extremo que Ex Ante, salmodió:

“Si el Presidente no cambia su estilo de gobernar, como su resistencia a empoderar a sus ministros y a asumir un papel más de Jefe de Estado que de jefe de gobierno, difícilmente podrá navegar con un mínimo de éxito en las aguas turbulentas que se avecinan”.

Entre las exigencias de la derecha, estaba un cambio de gabinete, pero aparentemente, Piñera se dio cuenta que ya no tiene fichas dispuestas a sacrificarse por su gobierno, de forma que en el Consejo de Gabinete del lunes 17, se limitó a confirmar a los ministros, no sin dejar de pedirles que vayan a terreno, a «escuchar» a la gente.

Demasiado poco, demasiado tarde.

Al cierre de este informe, la eventualidad de un cambio de gabinete era anticipada por periodistas asignados a La Moneda.

La leche no está cocida

El Chile que Despertó Abrió las Grandes Alamedas

Sin duda, entre las grandes sorpresas de la jornada fue la distancia que quedó la derecha del poder de veto del tercio obstructivo, en la elección de la Convención Constitucional.

La lista Chile Vamos, que concentró el 63% del financiamiento a través de aportes legales, consiguió 1.173.198 sufragios, el 20,56%; llevó 184 candidatos y alcanzó 37 escaños, el 14,5%: 17 de la UDI, 15 de Renovación Nacional, 5 de Evopoli y 1 del Partido Republicano; es decir, representación menor a su participación electoral, una dosis de su propia medicina.

Exactamente al revés de lo que pronosticaban agoreros de diverso espectro, como el diputado Pepe Auth, el sociólogo Felipe Portales, el inefable Pablo Longueira, el columnista de ultraderecha, Kenneth Bunker, y el patético Jorge Schaulsohn, entre otros.

Salvo el  Partido Socialista, Unidad Constituyente o Lista del Apruebo, ex concertación, fue la otra gran derrotada.

Obtuvo 824.812 votos, el 14,46%, llevó 182 candidatos y consiguió 25 convencionales: 15 del PS, 3 del Partido Por la Democracia, 3 del Partido Liberal, 2 de la Democracia Cristiana, 1 del Partido Radical y 1 del Partido Progresista. Ciudadanos, la ONG de Andrés Velasco, con el 0,38% de los votos, quedó fuera de juego.  

La lista Apruebo Dignidad sacó 1.069.225 votos, el 18,74%, llevó 171 candidatos, y obtuvo 28: 9 de Revolución Democrática, 7 del Partido Comunista,  5 de la Federación Regionalista Verde Social, 5 de Convergencia Social, 1 de Comunes y 1 de Igualdad.

En otras palabras, la alianza del PC y el FA quedó en inmejorable posición para desempeñar el el papel de eje articulador de la mayoría para el cambio.

La irrupción de la Lista del Pueblo, con 24 escaños estuvo, sin duda entre las grandes novedad de la jornada. Nacida bajo el alero de las protestas en la Plaza Dignidad, se convirtió en la cuarta fuerza de la Convención Constituyente. Se declara distante de los partidos políticos, incluso del PC y el Frente Amplio, con los que no estuvieron dispuestos a asociarse, pero con los cuales comparte afinidades ideológicas.

“Es una condición natural nuestra cercanía a las ideas de izquierda”, dice Patricio Bustamante, encargado electoral de la Lista. Entre sus figuras está Giovanna Grandón, transportista escolar, conocida como la tía Pikachu, activa participante en las protestas de Plaza Dignidad. Actúan en base al sistema de asambleas y tienen un comité político.

No es tan claro sumar a las fuerzas del cambio a los 11 escaños de Independientes No Neutrales, de centro izquierda moderada, abiertos a los acuerdos y temerosos de la inestabilidad.

En rigor, de acuerdo al artículo de la periodista Lucía Sepúlveda, Desenmascarando a los «Independientes No Neutrales», algunos de sus candidatos presentan claros vínculos empresariales, o han sido promotores del extractivismo, caso de Benito Baranda y Rodrigo Jordán.

La periodista Patricia Politzer fue directora de prensa de TVN, directora de la secretaría de comunicación y cultura del Ministerio Secretaría General de la Presidencia y presidenta del Consejo Nacional de Televisión, en los gobiernos de la Concertación.

Miguel Angel Botto, ingeniero comercial de la Universidad Católica, máster en gestión educacional, es gerente de Servicios Profesionales Botto SpA, dedicado a impartir conferencias sobre emprendimiento empresarial, y consultoría de empresas en el ámbito educacional e inmobiliario.

Otras 13 listas independientes se repartieron 13 escaños, en su mayoría disponibles para el cambio.

Así el escenario, la derecha perdió el poder de veto, pero no necesariamente la posibilidad de alcanzarlo con parte de Unidad Constituyente, e independientes moderados. De hecho, está a 15 votos de la valla, o a 6, si se suman mecánicamente los votos del PPD, la DC, el Partido Liberal y el Partido Radical.

En consecuencia, la posición de los 15 convencionales del Partido Socialista  y los 11 de Independientes No Neutrales adquiere una sorprendente capacidad de arbitraje.

El bloque conservador sabe que deberá cooptar al menos a seis de ellos, para alcanzar el tercio obstructor.

Los socialistas, interpelados en sus raíces identitarias, deberán meditar minuciosamente si se inclinan por el Chile que empezó a construir Allende, o se suman a las fuerzas retardatarias, que, a esta altura, ni siquiera pueden ofrecer más de lo mismo.

Por historia, rescoldos ideológicos y cálculo, o todas las anteriores, lo probable es que los socialistas se sumen al bloque por los cambios, caso en el cual, la derrota de la constitución de Pinochet estaría asegurada, lo que no significa de modo alguno que la leche esté cocida, o que la fruta vaya a caer por su propio peso.

Para lograrlo no hay otro medio que la unidad amplia, política y social, de las fuerzas por el cambio.

El gobernador no quiere ver por la cañada su porte gentil

El Chile que Despertó Abrió las Grandes Alamedas

La inédita elección de gobernadores regionales fue la que más se pareció al antiguo escenario electoral.

Votaron 6.464.320 personas, un 43,3% de participación.

Solo tres fueron elegidos en primera vuelta.

Rodrigo Mundaca, del Frente Amplio, fue el gran ganador de la jornada. Con el 43,7% de la votación, obtuvo con holgura la gobernación de la región de Valparaíso; hecho muy significativo, porque el curtido dirigente social de la lucha por el agua queda como autoridad regional de comunas como Cabildo, Petorca y La Ligua, asoladas por una prolongada sequía, debida al monocultivo de la palta.

Los otros dos elegidos en forma directa fueron Andrea Macías, del Partido Socialista, con el  48,7% de los votos, en Aysen, y Jorge Flies, independiente de la lista de Unidad Constituyente, con el 42,1% de los votos, en Magallanes.

Pasaron a segunda vuelta, el 13 de junio, 11 candidatos de Unidad Constituyente, 9 de Chile Vamos, 3 independientes y 2 del Frente Amplio.

Por bloques, Unidad Constituyente, sacó 1.569.307 votos, 25,87%, logró una gobernación y colocó 11 candidatos en segunda vuelta.

Chile vamos obtuvo 1.177.209 votos, 19,41%, y pasó con nueve candidatos a segunda vuelta.

El Frente Amplio logró 1.001.241 votos, el 16,51%, eligió un gobernador y puso dos candidatos en segunda vuelta.

El Partido Comunista no fue en pacto; obtuvo 209.811 votos, 3,46%, presentó 6 candidatos, y no eligió gobernador.

Once candidaturas independientes que obtuvieron 359.630 votos, 5,93%, ninguna gobernación y ningún candidato a segunda vuelta.

El choque estelar en la segunda vuelta, se verificará en la región metropolitana,  entre Claudio Orrego (DC), de Unidad Constituyente, con el 25,51%, y Karina Oliva (Comunes) del Frente Amplio, con el 23,37%, muy por sobre la sorprendente Natalie Joignant, del Partido Ecologista Verde, con 15%, Catalina Parot, (Evopoli) Chile Vamos, con 14,92% y Pablo Maltés, del Partido Humanista, con 10,67%.

El hecho de que ese mismo día se juegue el partido de clasificatoria para el mundial Qatar 2022, contra Argentina, no contribuirá, precisamente, a la participación.

El desastre de la derecha en alcaldes

La derrota de la derecha en las elecciones de alcaldes, fue tan contundente y solo apenas menos estratégica que en constituyentes, porque será el poder territorial que flanqueará al próximo gobierno, y porque desde 1990, a través de ese  poder territorial, la derecha desplegaba su política clientelar .

La dimensión de la debacle se mide por el hecho de que perdió 77 alcaldías de  145, más de la mitad, entre ellas, Santiago, Maipú, Ñuñoa, Estación Central, Viña del Mar, Rancagua, San Bernardo,  Temuco, Padre las Casas y Valdivia. Perdió  figuras importantes, o conocidas, como Felipe Alessandri, Andrea Molina, Cathy Barriga y Omar Sabat.

Obtuvo 1.649.577 votos, 26,02%, llevó 319 candidatos y eligió 88.

Por partidos, la UDI llevó 96 postulantes y eligió en 32 comunas, una caída de 21 alcaldías respecto a las que consiguió en 2016.

Renovación Nacional fue con 105 postulantes y eligió 32, 15 menos que los 47 de 2016.

La concertación fue en dos listas, y obtuvo menos votos. Sin embargo, parece haber sido una estrategia acertada, toda vez que sus pérdidas fueron, de lejos, menores que las de la derecha.

Unidad por el Apruebo, logró 836.001 votos, 13,19%; llevó 174 candidatos y eligió 68: 22 del Partido Socialista, 17 del Partido por la Democracia, 11 del Partido Radical y 18 independientes.

Enseguida se ubicó Unidos por la Dignidad, con 677.607 votos, 10,69%, 137 candidatos y 60 electos: 46 de la Democracia Cristiana, 12 independientes y 2 del Partido Progresista.

Más atrás el Frente Amplio, con 494.437 votos, 7,80%, 61 candidatos y 12 electos: 6 de Revolución Democrática, 3 independientes, 2  de Convergencia Democrática y 1 del Partido Liberal.

El FA estuvo entre los grandes ganadores en la elección de alcaldes: subió de 2 a 12 comunas, entre ellas, algunas importantes, como Maipú, Viña del Mar y Valdivia.

Chile Digno y Soberano  obtuvo 419.840 votos, 6,62%, llevó 81 candidatos y eligió 9: 6 del Partido Comunista,  2 independientes  y 1 de la Federación Regionalista Verde Social.

Entre las seis alcaldías del PC, estuvo uno de los batacazos de la jornada: la victoria de Iraci Hassler, con 38,6% de los votos, sobre Felipe Alessandri, de la derecha, un político con ínfulas y pretensiones, que quedó segundo, con 35,2%.

La contundente reelección de Daniel Jadue, en Recoleta, con 64,08%, lo deja con primera opción en cualquier tipo de primaria, y lo instala con alta posibilidad de pasar a segunda vuelta.  “El resultado muestra que los sectores que buscan transformaciones reales han conseguido triunfos”, dijo Jadue.

Si bien perdió la Ligua y Diego de Almagro, y no logró recuperar Pedro Aguirre Cerda, el Partido Comunista dobló sus alcaldías a seis, en virtud de tres nuevas: Iraci Hassler, en Santiago; Javiera Reyes, 23,95% en Lo Espejo y Aldo Retamal, con el 55,02%, en Los Lagos, y la reelección de Bernardo Leyton, con el 62,65%, en Canela.

Cierra la lista Dignidad Ahora, con 214.035 votos, 3,38%, 44 candidatos y 3 electos: 2 del Partido Humanista y 1 de Igualdad.

Un total de 566 candidaturas independientes obtuvo 1.811.838 votos, 28,58%, y eligió 105 alcaldes. Sacaron más votos y alcaldes que todas las listas de partidos, otra clara manifestación del quiebre del sistema político tradicional, tanto en su versión binominal, como en el formato de tres tercios,

El pantógrafo de los concejales

El Chile que Despertó Abrió las Grandes Alamedas

La elección de concejales es analizada por los especialistas con particular interés, porque anticipa con la precisión de un pantógrafo, la tendencia de la próxima elección parlamentaria, en especial de diputados, donde mejor se expresa la correlación política del momento.

Sin embargo, por razones que no viene al caso detallar, al igual que la elección de gobernadores, tiene más continuidad que cambio, respecto al escenario electoral tradicional, donde prevalecen el despliegue territorial, la política clientelar y la asimetría de recursos.

Además, la necesidad de sincerar las  fuerzas,  genera la tendencia a presentarse por partido, más que por lista o pacto, sin que a los que lo hicieron, les fuera mal, todo lo contrario.

En consecuencia, en estricta prelación, primero quedó Unidad por el Apruebo, con 925.166 votos, 15,24%, que llevó 1.850 candidatos y eligió 476 concejales: 274 del PS e independientes, y 202 del PPD e independientes.

En segunda posición quedó Renovación Nacional e independientes, con 781.640 votos, 12,88%, que llevó 1.774 candidatos y eligió 376, 70 menos de lo que tenía.

El tercer lugar lo ocupó Chile Digno Verde y Soberano, con 759.728 votos, 12,52%, 1.226 candidatos y 206 electos: 157 del PC, casi doblando los 80 de 2016, y 49 del FRVS.

Los 560.362  votos del Partido Comunista, 9,23%, y 157 concejales, 76 más que en 2016, representan su mejor desempeño electoral, desde 1990 a la fecha.

A continuación, Unidos por la Dignidad, DC, PRO, Ciudadanos e independientes, con  699.899 votos, 11,53%, 1.812 candidatos y 361 electos.

Quinto –quién lo hubiera dicho- aparece la UDI, con 600.698 votos, 9,9%, y 298 concejales, de los 391 que tenía. .

Enseguida, emerge el Frente Amplio, con 554.484 votos, 9,14%, 819 candidatos y 132 electos: 51 de Convergencia Social, 43 de Revolución Democrática, 34 de Comunes y 4 del Partido Liberal.

Luego, el Partido Radical, con 406.330 votos, 6,70%, 1.316 candidatos y 174 electos.

Octavo llegó Dignidad Ahora con 310.542 votos. 5,12%, 583 candidatos y 53 electos: 28 del Partido Humanista y 25 de igualdad.

Le ganó a Evopoli, que logró 293.634 votos, 4,84%, 986 candidatos y 61 electos.

Completa el top ten la lista Ecologistas e independientes, con  252.317 votos, 4,16%, 298 candidatos y 47 electos.

A diferencia de las otras tres elecciones, los independientes frisaron la irrelevancia. La lista Ciudadanos Independientes sacó 7.629 votos, 0,13%, llevó 34 candidatos y eligió 1, mientras que diversas candidaturas independientes fuera de pacto, sumaron 91.702 votos, 1,51%, 78 candidaturas y 16 concejales.

Irrelevancia extrema

Dado el hecho que las elecciones de concejales y diputados son las que reflejan lo más parecido a la correlación política real, sorprende el bajo rendimiento electoral de las alas extremas del cuadro político chileno, que por contraste, exhiben visible presencia, sea en la calle, por la izquierda, o en las redes sociales, por la derecha.

El Partido Republicano, de José Antonio Kast, obtuvo 188.127 votos, 3,10%, llevó 486 candidatos y obtuvo apenas 11 concejales. En constituyentes obtuvo un escaño, de Teresa Marinovic, por más que fuera disfrazada como independiente, en cupo de Renovación Nacional. En gobernadores, logró apenas un 3,4%, y en alcaldes, un 0,93%. En resumen, no superó la barrera de la marginalidad.

Por el lado de la extrema izquierda, Unión Patriótica, básicamente el Partido Comunista Acción Proletaria, PC (AP), de matriz ortodoxa o estalinista, obtuvo 29.197 votos, el 0,48%, llevó 106 candidatos y eligió 1. En constituyentes sacó 41.979 votos, 0,74% y llevó  52 candidatos. En gobernadores logró 62.168 votos, 1,02%  y presentó 3 candidatos. En  alcaldes consiguió 17.898 votos, 0,28% y presentó 20 candidatos. No eligió ninguno.

Aún más magra fue la cosecha del Partido Revolucionario de los Trabajadores, de matriz trotskista. En concejales logró 13.356 votos, 0,22%, llevó 16 candidatos y eligió 1. En constituyentes  sumó 52.368 votos, 0,92% y presentó 52 candidatos. En alcaldes no llevó candidatos.

El registro de su desempeño tiene sentido en la medida en que sus habituales críticas a la política institucional, no inhabilitan su participación en ella.

A título de conclusión provisoria, el objetivo de cancelar definitivamente la constitución de 1980, y simultáneamente, pasar a la fase histórica pos-neoliberal, entró en el horizonte de posibilidades.

En consecuencia, lo principal de la nueva coyuntura es dirimir qué modelo de desarrollo prevalecerá, en la era pos-neoliberal. Las dos principales tendencias , como hace rato, oscilan entre la regulación del capitalismo, y la restauración de la perspectiva socialista

Aún en el escenario que abrió el 15/16/M, en Chile nada está asegurado.

El resultado final dependerá, aunque hoy no sea claro, de la batalla cultural entre el individualismo competitivo y la cooperación integradora.

Fuente : Red Digital

Chile despertó y abrió las grandes alamedas