jueves. 18.04.2024

En estos últimos 20 años las mujeres se desplazan más y que usan estrategias diferenciadas para conseguir sus objetivos migratorios 

“Despierta, toma tu café y escucha: doce personas han perdido la vida en su intento de llegar a España, mientras dormías, a pocos kilómetros de ti. Murieron en el mar esperando un rescate que no llegó a tiempo. Nunca hay prisa para salvar vidas si son pobres, negras y migrantes”. Es un mensaje difundido a través de Twitter por la periodista y defensora de derechos humanos, Helena Maleno. Esta noche, 17 de diciembre, víspera de la celebración del Día Internacional de las Personas Migrantes.

Las migraciones forman parte de la historia de la humanidad y no se van a detener. Además, seguramente somos muchas las personas que a la noche, al repasar nuestro día, sentimos que nuestros aprendizajes han sido junto a otras personas, diversas, de procedencias dispares: junto a Cecilia, ecuatoriana, que nos sirvió el café en el bar que frecuentamos en el barrio; junto a Leonel, hondureño, que participó en el mismo taller; junto a Habib, de origen bengalí, que nos despacha la fruta con una sonrisa y nos acerca esa cultura milenaria. Es probable que en las comidas compartidas de la oficina, donde además de los olores del táper se comparten intercambios sobre temas varios, de un grupo de 12 personas, 5 hayan llegado desde diferentes partes del mundo.

Es probable también que esa experiencia no se parezca a lo narrado en los medios de información sobre inmigración, ni a los bulos que presentan a las y los migrantes como una masa oscura y amenazante –que se quedan con “nuestros beneficios”-, ni a las consignas que últimamente algunos políticos lanzan contra esas personas.

Nuestra mirada hacia el fenómeno de las migraciones y hacia la vida de esas personas que migran es vaga y huidiza

Sin embargo, como sociedad nuestra mirada hacia el fenómeno de las migraciones y hacia la vida de esas personas que migran es vaga y huidiza. Por qué migran, cómo migran, qué pasa cuando consiguen llegar a esa tierra en la que depositaron sus esperanzas. La falta de profundidad en el análisis del que es tal vez el mayor reto de nuestra civilización, agudizado por la crisis climática, nos impide dar respuestas adaptativas. Las migraciones ponen en jaque a todo un sistema.

Las fronteras no van a detener la legítima aspiración de buscar una vida mejor. En un mundo cada vez más globalizado las fronteras nos separan. El dinero y las empresas pueden circular libremente, mientras que las personas no. Un pasaporte puede ser la llave que te abra todas las puertas o que te las cierre. Y el fortuito acto de nacer en un sitio o en otro condiciona nuestras vidas de manera irremediable. Migrar es sinónimo en muchos casos de tener que enfrentar la violencia, el sufrimiento y hasta la muerte. Además, el sistema se ocupa de borrar huellas y nombres de quienes pierden su vida tratando de cruzar una frontera o atravesar un muro. O de encerrar a quienes no tienen papeles. Y ¿qué pasa cuando llegan a nuestro barrio?

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Naciones Unidas, con motivo de la celebración del Día Internacional de las Personas Migrantes, recuerda: “Desde la antigüedad, el ser humano ha estado en constante tránsito. Algunas personas se desplazan en busca de trabajo o de nuevas oportunidades económicas, para reunirse con sus familiares o para estudiar. Otras se van para escapar de conflictos, persecuciones, del terrorismo o de violaciones o abusos de los derechos humanos. Algunas lo hacen debido a efectos adversos del cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales. En la actualidad, una gran cantidad de personas vive en un país distinto de aquel donde nacieron, el mayor número hasta ahora. En 2019, el número de migrantes alcanzó la cifra de 272 millones, 51 millones más que en 2010. Losy las migrantes internacionales comprenden un 3,5% de la población mundial, cifra que continúa en tendencia ascendente comparándola con el 2,8% de 2000 y el 2,3% de 1980”.

Feminización de la migración

"La feminización de la migración es un fenómeno cada vez más palpable y que se muestra también en los flujos que atraviesan Marruecos. En relación a las mujeres extranjeras en contextos de movilidad en este país, en estos últimos 20 años podemos decir que las mujeres se desplazan más y que usan estrategias diferenciadas para conseguir sus objetivos migratorios. Pero lo que es más importante, lo hacen con diferentes estatutos que les hacen sufrir situaciones diferenciadas de vulnerabilidad. Hay que tener en cuenta, en este contexto del movimiento, que las desigualdades de género existentes entre hombres y mujeres provocan que la vulnerabilidad ante situaciones de seguridad humana sea distinta. Así, procesos como la violencia machista, el acoso, la explotación sexual, los delitos contra los derechos sexuales y reproductivos, y el feminicidio, crean situaciones de desplazamiento específicas que afectan de forma directa a las mujeres." Bajo esta introducción, el informe “Alzando Voces”, una iniciativa de la investigadora Helena Maleno presentado hace un año, deja evidenciada la realidad y el horror que sufren las mujeres migrantes a la hora de trasladarse a Europa, en busca de una “vida mejor”.

Dividido en 5 capítulos -valentía, fuerza, proyectos, derechos y esperanza-, el exhaustivo estudio visibiliza la vulneración de derechos que sufren las mujeres subsaharianas mientras esperan en Marruecos la oportunidad de llegar a Europa, así como la mirada fuerte y luchadora que muestran las mismas a la hora de combatir tales injusticias. Centrado en el análisis del discurso de estas mujeres y en la reivindicación de los derechos que les pertenecen y son vulnerados, la investigación se aleja de una perspectiva centrada en la compasión o el rechazo y se guía hacia el retrato de las violencias a las que se enfrentan ante la brutalidad de las políticas migratorias.

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“A nosotras nos violan, eso es así. Pocas escapamos. También morimos más, de forma más fácil, en el desierto o en el agua. En cada cruce de frontera, si te quedas al borde del agua estás expuesta a más violencia por ser mujer. Cada hombre que ves, ya sea negro o blanco, bandido o militar, puede convertirse en un agresor”, señala una de las entrevistadas. Entre las vulneraciones destacadas, en el informe se da especial visibilización a aquellas relativas a los derechos fundamentales, como el derecho al trabajo, a la salud o a la educación de menores. No obstante, las migrantes rechazan cualquier etiqueta que las nombre como víctimas, “porque son esas violaciones de derechos las que las hacen vulnerables, pero no lo son per se”.
En esta línea, la investigación revela las distintas estrategias de resistencia que las mujeres subsaharianas ponen en marcha, tanto a nivel individual como colectivo, relativas a una sociedad civil organizada y en forma de estructuras informales y de redes de solidaridad que desarrollan para sobrevivir durante su tránsito y destino.

Historias de cohesión social

También la ONU centra la celebración del Día Internacional del Migrante este año en las historias de “cohesión social” que son tan variadas y únicas como cada una de los 272 millones de personas migrantes que “comienzan una nueva vida y construyen nuevas comunidades en cada rincón del mundo”. “Aprendemos juntos, creamos juntos, trabajamos juntos, cantamos, bailamos y jugamos juntos. Vivimos juntos”, así resume la organización el significado del Día Internacional de las Personas Migrantes y su mensaje. A través de la Organización Internacional para las Migraciones se pretende en este día aplaudir a las personas migrantes y a las comunidades a las que se unen, y las comunidades que se reconstruyen a través de esfuerzos mutuos.

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Provivienda es una organización sin ánimo de lucro que ha realizado el informe ‘Una casa como refugio’, en el que analiza los problemas de los itinerarios en búsqueda de hogar de los solicitantes de protección internacional tanto en Vigo como en Madrid. En 2018 en España se formalizaron 54.050 solicitudes de protección internacional–31.005 hombres y 23.045 mujeres—, un 47,7% más que en 2017, según Eurostat. El año pasado, uno de los años con más concesiones de esta protección, solo en 24% de solicitudes resueltas han sido favorables, es decir, 2.895 frente a 8.980 denegaciones. De ellas, solo 575 recibieron el estatus de refugiado y el resto de protección subsidiaria. “Algunos no pueden llegar a la meta, ya que antes han sido expulsados del programa, quedando completamente desprotegidos ante un entorno que tiende a expulsarlos en vez de integrarlos”, explica el informe.

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La Red Solidaria de Acogida – red de vecinas, apartidista, autogestionada y feminista- lleva cuatro años trabajando por la defensa de los derechos de las personas en movimiento y denuncia que otra vez en estos días “decenas de familias, en su mayoría solicitantes de protección internacional, han tenido que ser rescatadas de la calle por las vecinas y vecinos de Madrid autorganizados ante la ineficiencia e inoperancia de las administraciones competentes”.

“La situación no es nueva y la respuesta siempre es la misma”, aseguran desde la Red que ha convocado para mañana una concentración para denunciar que #MadridQuiereAcoger, el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y el Ayuntamiento de Madrid se echan culpas uno al otro, estigmatizan a las personas solicitantes sugiriendo que están “desbordados”, pero no se plantean en serio mejorar el raquítico sistema de acogida del Estado español destinado a familias en esta situación, ni tampoco, en el caso de Madrid, ampliar y mejorar la calidad de las pocas plazas disponibles para las personas en situación de exclusión social. “La Comunidad de Madrid ni está ni se la espera, imaginamos a su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, tan ocupada en el “concebido no nacido”, que se ha olvidado de los niños y niñas que están aquí y ahora”, afirman.

“Es necesario cambiar los enfoques centrados en la protección por otros basados en la defensa de sus derechos”, asegura el informe “Alzando Voces”, y continúa estableciendo que “apoyar el liderazgo de las mujeres migrantes y de sus organizaciones, así como favorecer sus oportunidades de empleo, garantizar su acceso a la documentación y la salud y, en general, una acción integral que incorpore la perspectiva de género son esenciales”.

Junto a esto, el documento lanza un mensaje recogido por una de las mujeres migrantes entrevistadas, compartiendo su difusión en un día primordial para combatir la fuerza del discurso político xenófobo y racista. “La política de fronteras es absurda, sólo tiran el dinero por la ventana. Los que controlan las fronteras están implicados en hacernos viajar a Europa, ¿qué business es este? La política de fronteras tiene un gran impacto en nuestras vidas porque provoca la violación de nuestros derechos, incluso nos lleva a la muerte”.

Encontrarnos

Hay muchos motivos que llevan a la gente a salir de su país. No solo el empuje de la pobreza y la búsqueda económica. A veces, se huye de la guerra, o de otras formas de violencia. También hay búsquedas más intangibles, aspiraciones que mueven los pies al encuentro de nuevos horizontes.

Al llegar, estas personas sufren los mismos estereotipos, rumores y discriminaciones que han acompañado tradicionalmente a “los otros”, las personas venidas de otros lugares: “Nos quitan el trabajo”, “Vienen sin contrato”, “No respetan nuestra cultura y costumbres”, “Se quedan con las ayudas sociales”, “Saturan los servicios públicos”. O incluso: “Nos quitan a nuestros maridos”, “Ensucian nuestras calles”. Evidentemente entre las personas inmigrantes hay personas de distinta calidez humana, también encontramos incluso algunas que llegaron hace años, se han establecido y tienen sus papeles, y ahora se oponen a la entrada de inmigración. Igual que hay gente autóctona que se solidariza con las personas llegan, que las ayudan y que creen en la riqueza de la diversidad. No es un tema de bandos.

No es fácil “soltar” la situación en el país de origen y arraigarse en el nuevo barrio. Melisa llora cuando nos enseña la foto de sus cuatro hijos que dejó en su país, en la zona de Centroamérica, donde la pobreza y la violencia de las ‘maras’ complican la más básica existencia. Carmen la está ayudando a conseguir trabajo, uno de esos empleos precarios, desprestigiados y necesarios, como el cuidado de nuestras mayores y niños y niñas. Vicky conoció a Carlos y se casaron, después de ser examinados por unos funcionarios que desconfiaban de su amor y creían que era solo un modo de legalizar la situación de una colombiana sin papeles a través del matrimonio con un español. Daniela participa activamente en una asociación vecinal pero no puede acompañarles en un viaje porque unas leyes le impiden cruzar la frontera. Luís estudió en la universidad, en Ecuador, y vino a Madrid a mejorar sus estudios; ha conocido a gente, se le abrieron posibilidades, pero no puede trabajar porque los visados no se lo permiten, y si renuncia a ellos se arriesga a ser expulsado. Norberto es dominicano, después de años en el barrio de Tetuán montó una organización social que promueve encuentros multiculturales.

Cuando les escuchamos, cuando nos dejamos acariciar por ellos y ellas y les reconocemos su valor, vemos lo que tienen que aportarnos, también lo que podemos aportar. Las luchas comunes. Las aspiraciones compartidas. Porque esa mirada que nos separa no es verdadera.

Cada ser humano venimos de algún lugar. Acaso con un particular equipaje que es también social, de nuestras decisiones en el marco de un tiempo y un espacio que nos tocó vivir. Pero lo importante es hacia dónde vamos. Ojalá juntas nos dirijamos hacia la construcción de un nuevo mundo.

Fotos: archivo AmecoPress y cedidas por ACNUR. Agencia AmecoPress
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Pies de foto: 1) Una familia a su llegada a puerto tras ser rescatados de su embarcación en Italia (2015) © ACNUR Francesco Malavolta; 2) Gráficas de Naciones Unidas; 3) Imagen del informe Alzando Voces; 4) Imagen de campaña Soy Migrante; 5) Convocatoria Madrid quiere acoger

En 2019, el número de migrantes alcanzó la cifra de 272 millones