martes. 23.04.2024

150105_Open_Europe_Blog_Greece

La pérdida de credibilidad democrática de la UE es irreversible. Esta actuación en defensa de los poderes económicos y el castigo a los pueblos, especialmente a los más díscolos, comportará que continúe el aislamiento de la ciudadanía hacia las instituciones europeas y lo que es más grave, la ruptura del “sueño europeo” nos devolverá al fomento del nacionalismo excluyente y egoísta

Estos tiempos son muy duros para aquellos que durando mucho tiempo hemos creído en la idea de Europa. Una Europa en línea con el pensamiento de los “padres fundadores”. Una Europa que, para huir de los enfrentamientos entre naciones, pensó en la necesidad de crear un espacio común, unido económicamente como paso para crear una vinculación política entre las diversas naciones de la “vieja Europa”. Un espacio donde la democracia, la libertad, la igualdad, la fraternidad y la solidaridad fuera ley. Una Europa modelo de un estado de bienestar como base para crear sociedades cohesionadas socialmente.

En los últimos tiempos y especialmente en los últimos días, con la negociación con Grecia, hemos despertado del sueño europeo. Hemos visto que hoy ya no se trataba de la vieja discusión entre la “Europa de los mercaderes” y la “Europa de los pueblos”, sino de que la actual Europa es el Europa de los mercados y de los poderes financieros que excluye y entierra la Europa de los ciudadanos.

Ya hace tiempo que la UE inició una deriva clara hacia convertirse básicamente en un amplio mercado y poca cosa más. La caída del muro de Berlin significó el final del miedo al enemigo externo. La unificación alemana, la rápida apertura hacia los antiguos países del Este, la mayoría con poca tradición democrática, pero que constituían “la hinterland alemana”, ha comportado un cambio radical del proyecto. El inicio de la CEE se basaba en la existencia de un eje franco-alemán, donde Alemania era el liderazgo económico, y Francia el liderazgo político. Todo esto se ha acabado, hoy hay sólo un liderazgo el de Alemania que impone su poder económico al resto de socios. El papel de las instituciones europeas se ha devaluado totalmente. El “diktat” alemán es total. La propia moneda única, el euro, se realizó a la medida de los deseos y necesidades alemanas. El poder financiero, “los mercados” se convirtió en la base indiscutible de la nueva Europa alemana.

La pérdida de valores en la construcción europea ha sido una constante contra más grande se hacía. La calidad democrática de los últimos miembros era en muchos casos discutible, sólo hay que ver la realidad de Hungría, la existencia de minorías sin muchos derechos en algunos países bálticos, las carencias en Bulgaria o Rumanía, para citar sólo algunos casos. El papel de la UE no ha impedido, más bien al contrario, que se hayan dado guerras cruentas en el marco europeo. Hay que recordar también el papel de Alemania y otros en la implosión de la antigua Yugoslavia, y cómo se han desprendido y abandonado  países como Bosnia que ha acabado como un estado fallido. O el papel nada neutral en el conflicto ucraniano.

Dos hechos significativos que se han dado últimamente  son demostrativos de la pérdida de valores a la UE. El primero es la política migratoria, o la política de solidaridad externa de la UE. Muchos hemos sentido vergüenza hacia la política de la UE hacia la inmigración que se acumula en las fronteras norteñas de África, estableciendo cuotas ridículas en relación a la importancia del problema, cuotas en las que incluso no ha sido posible acordar compromisos concretos de los países de la UE.

Pero quizás el caso que da toda la dimensión de la crisis europea, del “fin del sueño europeo” es el de Grecia. En primer lugar hay que decir que el rescate en Grecia ha sido básicamente el rescate de los bancos europeos (especialmente alemanes y franceses).

Estos bancos fueron a Grecia a hacer negocio y sacar más beneficios de los que podían obtener en sus países de origen. Todos entendemos que las inversiones pueden tener más o menos beneficios y en algunos casos pérdidas. En el caso de los bancos europeos en Grecia con la crisis se encontraron con la dificultad de resarcir sus inversiones. Esta situación fruto de políticas inversoras privadas, movilizaron a la UE que obligó a unos rescates a Grecia cuyo objetivo  no ha sido ayudar al país sino fundamentalmente conseguir que los bancos privados europeos recuperen sus inversiones y que la deuda griega con ellos, se convierta con deuda con sus socios de la UE y con la Troika.

Así la política de la UE ha sido una política de rescate de los bancos de los grandes países dominantes de la UE, más que una ayuda al pueblo y a la ciudadanía griega a la que se ha castigado con profundos recortes en sus condiciones sociales, llevando al país al empobrecimiento y a una situación de una deuda externa impagable.

Es evidente que los gobernantes de Grecia tienen responsabilidad en la situación. Hay que decir que la historia del país es turbulenta. Después de la guerra mundial el país sufrió una guerra civil donde los partisanos fueron derrotados gracias a la intervención inglesa y la abstención soviética derivada del Tratado de Yalta. La izquierda estuvo excluida de la política del país, un reino basado en el poder de la familia real y los poderosos. El año 1963 una coalición de centro-izquierda ganó las elecciones pero  entró en conflicto con el rey y todo acabó con el “golpe de los coroneles”, el abril del 67, con una dictadura militar que dura hasta julio del 1974. Posteriormente se instaura la república que quedó controlada por dos grandes partidos vinculados a dos clanes, el de la derecha de Karamanlis, y el de los socialistas de Papandreu, los cuales dominan la vida política griega mediante un sistema claramente clientelar.

Hay que señalar que Grecia entró al euro al 2002 y como todo el mundo sabe lo hizo de forma fraudulenta mediante la falsificación de las sus cuentas por parte del gobierno de Kostas Karamanlis, que en este tema fue asesorado por la compañía Goldman Sachs de la cual era vicepresidente y uno de los máximo responsables para Europa, Mario Draghi, el actual presidente del BCE. Es poco creíble que desde la UE nadie analizara a fondo las cuentas de los países candidatos al Euro, lo cual lleva a constatar un error, como mínimo de omisión, de las instituciones europeas, a pesar de  que muchos piensen que fue una decisión política, que en aquel momento convenía la entrada de Grecia. Hay que decir que la UE no controló nunca el destino de los fondos europeos en Grecia que fueron utilizados por los gobiernos tanto de Nueva Democracia como del Pasok para fomentar su clientelismo electoral.

Desde el primer rescate en Grecia la voluntad democrática ha sido vulnerada de forma reiterada por los poderes de la UE. Obligó a dimitir a Papandreu a su relevo por un gobierno tecnocrático. Después aceptó el gobierno de ND, en coalición con el Pasok, a pesar de que era el responsable del fraude de las cuentas y que no llevó a cabo ninguna de las reformas acordadas, sólo recortes.

Cuando la situación en Greciase tornó insostenible, cuando aparece la alternativa de SYRIZA, los poderes europeos se conjuran al apoyar a las fuerzas de ND y Pasok, a pesar de ser las responsables de la situación creada. Pese a todo la coalición de Tsipras consigue la victoria electoral y desde el primer momento empieza el acoso al nuevo gobierno por parte de los poderes de la UE con Merkel y Schäuble al frente.

La actuación de la UE con Grecia cuestiona su raíz democrática. Al margen de las situaciones económicas, se ha tratado siempre de un problema político, incluso podríamos decir ideológico. Los poderes políticos y económicos no pueden consentir que haya quienes quieran salirse del pensamiento único de la austeridad y del castigo a la ciudadanía.

Sólo hay que ver como todos los poderes políticos y mediáticos tanto de dentro de Grecia cómo de toda Europa fomentaron una campaña para conseguir que el SI ganara en el referéndum y así hacer dimitir a Tsipras. Incluso el presidente del Parlamento Europeo habló de la creación de un gobierno técnico en caso de la victoria del SÍ. Por su parte el BCE impuso una restricción en los fondos por los bancos griegos lo cual comportó la instauración del “corralito” en el país la semana previa al referéndum. Un verdadero intento de “golpe de estado blando”.

A pesar de todo el pueblo griego dio un apoyo masivo al NO-OXI y esto se recibió como una nueva insubordinación a ojos de Merkel y los poderes de la UE. Como consecuencia la negociación posterior no ha sido para tratar de buscar un acuerdo entre los acreedores y el gobierno griego, sino castigar y humillar el gobierno de Tsipras y al pueblo griego.

Es evidente que todo esto tendrá consecuencias. La pérdida de credibilidad democrática de la UE es irreversible. Esta actuación en defensa de los poderes económicos y el castigo a los pueblos, especialmente a los más díscolos, comportará que continúe el aislamiento de la ciudadanía hacia las instituciones europeas y lo que es más grave, la ruptura del “sueño europeo” nos devolverá al fomento del nacionalismo excluyente y egoísta, como ya se está dando en una gran parte de los países de la UE , desde Francia u Holanda hasta los países del norte. La ruptura del “sueño democrático europeo” puede significar el regreso al pasado negro del nacionalismo en Europa.

El fin del sueño europeo