jueves. 28.03.2024

Podemos y debemos pelear por otra televisión pública en la comunidad de Madrid

Es conocida la radical oposición de IUCM a la trayectoria de RTVM en los últimos años y, de manera singular, al proceso de reestructuración de su plantilla y del propio modelo televisivo, que envió a 829 trabajadores y trabajadoras al desempleo (de los 1.160 con que contaba). El resultado de una gestión tan disparatada como de nula o escasa solvencia es una televisión profesionalmente desacreditada, socialmente bajo mínimos (por debajo del 4% de audiencia), de dudosa viabilidad económica y convertida en centro de operaciones informativas e ideológicas del Gobierno regional y del partido que lo sustenta.

La Telemadrid que hoy ven cada vez menos ciudadanas y ciudadanos cuesta incorporarla a la agenda de demandas de una fuerza política por mucha naturaleza pública que de momento mantenga, porque su identidad jurídica difícilmente puede disimular el progresivo deterioro de la estructura y gestión empresarial, de su programación marginal, y de unos servicios informativos de fuerte dependencia partidaria. Solo el empleo de buena parte de las personas que allí quedan y el patrimonio público que pertenece a la ciudadanía nos obligan a velar por el funcionamiento de una empresa que se bate en retirada.

No nos rendimos. La sociedad madrileña necesita una televisión pública, pero habrá que refundarla. La que ahora conocemos no nos sirve. Es una carga y ya forma parte de la peor de las etapas de la reciente historia de Telemadrid. Nos referimos a la Telemadrid que sus gestores han mostrado y muestran a la ciudadanía.

La que hace falta

Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro” (Groucho Marx). Es quizás, uno de los méritos de la actual Telemadrid. IUCM piensa en una televisión bien distinta. Deseamos una televisión pública que se sienta reconocida en los principios básicos que dieron lugar a su constitución: “vehículo esencial de información y participación política de los ciudadanos; de formación de la opinión pública; de cooperación con el sistema educativo y de difusión de la cultura española y de sus nacionalidades y regiones”. Incluso, en su Libro de Estilo advierte que debe ser un medio de capital importancia para contribuir a que la libertad y la igualdad sean reales y efectivas, prestando especial atención a la protección de los marginados y a la no discriminación de la mujer.

Cualquiera que trate de buscar un punto de encuentro entre la actual Telemadrid y alguno de estos principios básicos que deberían inspirarla, lo hará en vano. Sin embargo, siguen siendo ideas muy sugerentes para abrir un debate sobre la televisión pública que necesitamos en la comunidad de Madrid. Nuestra voluntad es un compromiso firme, explícito y claro que asumimos como fuerza política de la izquierda transformadora madrileña para poner sobre la mesa de cualquier alternativa de gobierno, si los resultados electorales en la próxima cita electoral autonómica lo permitieran.

Cuando hemos rechazado la deriva de Telemadrid de los últimos años lo hemos hecho, ofreciendo simultáneamente un debate colectivo para pactar el modelo de Telemadrid necesario, posible y viable en el actual contexto político y económico. No nos movían vagas y retóricas proclamas de estructura, gestión, programación y financiación de una televisión pública que no tuvieran sólidos vínculos con la realidad. La austeridad bien entendida, la dimensión de la empresa, la programación y la financiación deberían encajar en los principios básicos ya citados y aspirar con los pies en el suelo a recuperar el lugar de creciente protagonismo en la sociedad madrileña que nunca debió perder Telemadrid. Una televisión preocupada por el uso correcto del lenguaje y dispuesta a convertir los programas informativos en herramientas para el buen conocimiento de nuestras instituciones y la labor de sus representantes democráticamente elegidos, pero también de la voz de la calle, de la sociedad civil, de sus organizaciones más significativas a las que, como dice la Constitución española, deben ofrecer acceso para respetar el pluralismo de la sociedad y las diversas lenguas de España.

Podemos y debemos pelear por otra televisión pública en la comunidad de Madrid. Sin embargo, lo primero que tendremos que hacer es trabajar para cambiar el actual escenario político sin el cual las propuestas para refundar Telemadrid caerían en saco roto. Si la correlación de fuerzas y los votos lo permiten, estas reflexiones deberán hacerse un hueco en las propuestas del futuro gobierno. No son buenos tiempos para las políticas públicas de comunicación, pero trataremos de luchar para que en la Telemadrid del futuro no se cumpla la máxima de Umberto Eco: “Hoy no salir en televisión es un signo de elegancia”.

Telemadrid: la que hay, la que hace falta