miércoles. 24.04.2024

Decía Antonio Gramsci en sus tiempos respecto a la aparición del fascismo "El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos".

No hay duda de que esta cita se podría aplicar a la realidad existente actualmente en España y en general en los países del sur de Europa, pero no exclusivamente. La crisis de la UE está poniendo en cuestión el actual modelo y hace que los nuevos nacionalismos exclusivos y organizaciones ultranacionalistas y de extrema derecha aparecen en muchos países del conjunto de la UE.

El país donde la situación se hace más evidente es Grecia, el modelo económico, social y político están en plena crisis. Los partidos corruptos que han llevado al país a su situación actual todavía mandan pero con pocas perspectivas. Está naciendo una nueva opción de futuro como es el caso de SYRIZA, pero todavía no gobierna. Y en estos momento de tribulaciones, para la ciudadanía, la extrema derecha fascista de Aurora Dorada gana adeptos entre una parte de la población más afectada por la crisis y tiene importantes conexiones con sectores de las fuerzas policiales todavía nostálgicos de los tiempos de la dictadura.

La situación en España es igualmente preocupante. Estamos sometidos a una crisis económica profunda, con una cifra inaguantable de más de seis millones de parados y más de dos millones que oficialmente no tienen ningún ingreso, lo cual es insostenible socialmente. Si se mantiene sólo es explicable por la proliferación de la economía sumergida y el trabajo en "negro". Y la política económica que defiende el gobierno, y que no parece que pueda prosperar, nos puede llevar más al fondo del pozo, perjudicando a la mayoría de la sociedad, mientras continúa beneficiando a los sectores sociales más poderosos, y rompiendo la cohesión social que existía antes de la crisis.

Pero esto no parece ser suficiente. Hay que añadir una crisis moral, política e institucional instalada y arraigada. La corrupción es la señal más clara de la situación. Una corrupción generalizada que afecta desde los alrededores de la Jefatura del Estado hasta el partido del gobierno estatal, PP, los partidos que mandan en Cataluña, CiU, y que salpica también, en menor medida, al principal partido de la oposición, PSOE. El problema es un sistema de generalización de la corrupción que conlleva la existencia de corruptores empresariales y corruptos políticos.

Es evidente que el ejemplo de lo que ocurre en los niveles más altos de la representación política se extiende y afecta con más o menos profundidad al conjunto de la sociedad. ¿Cómo se puede reclamar que la gente pague lo que le corresponde de impuestos cuando al mismo tiempo ven cómo desde el Gobierno del Estado se favorece y amnistía a los grandes defraudadores?

La crisis económica y la corrupción política y social que afecta a las instituciones, conlleva una fuerte desafección social en la ciudadanía respecto de sus representantes. Esto hace que proliferen pensamientos generalizadores que culpabilizan a todos sin diferenciar entre culpables e inocentes, así se generan y sienten expresiones como "todos los políticos son iguales", "no nos representan", etc.

No hay duda de que nos encontramos ante una crisis profunda del conjunto del sistema, económico, político, social e institucional. La actual situación de crisis conlleva que la corrupción tenga una mayor y grave repercusión social, aunque ya se haya dado en otros periodos. El 31 de mayo de 1990 en El País, Manuel Vázquez Montalbán firmaba y daba una respuesta en el "Manifiesto Anti-corrupción", alrededor de los casos Filesa, Roldán, Naseiro o Prenafeta, sobre cuestiones similares a las que nos afectan hoy, en gran medida derivadas de la apropiación bipartidista del estado. Pero hoy, la gran crisis que nos afecta y rodea, hace que la ciudadanía contemple la situación con una mezcla de estupefacción, miedo y / o indignación.

La situación es de una gravedad extrema y hay que poner remedio, si no se quiere que "emerjan los monstruos", bajo la forma de "salvadores de la patria", movimientos antipolítica o figuras de populismo demagógico y reaccionario.

La actual situación precisaría, para impedir que salgan "fantasmas del pasado", una completa regeneración radical de la política. Es necesario un cambio en profundidad, que signifique más política, pero otro tipo de política, más democrática y participativa, que a la vez permita abordar también cambios en las políticas económicas y sociales que pongan en primer término los intereses de la ciudadanía.

Lo primero que cabría hacer es llegar a un acuerdo basado en la dimisión inmediata del Gobierno Rajoy y la convocatoria de Elecciones legislativas, pero con un objetivo fundamental que sería la Reforma de la Constitución y un acuerdo para hacer frente a la crisis económica.

El sistema constitucional de monarquía bipartidista actual no da más de sí, y es en gran medida responsable del desbarajuste de la corrupción. Hay que acabar con un periodo que podríamos calificar de segunda restauración. Ahora hay que ir a una democracia plena. Regeneración política no significa retoques a la actual Constitución, sino una Reforma total de la misma, de pies a cabeza. Hay que plantearse la forma del Estado, y establecer un sistema que ponga por delante los derechos y el bienestar de la ciudadanía y un encaje de las diversidades territoriales que forman el Estado, así como sistemas de depuración de la corrupción en la vida política y en la sociedad. Y partiendo del principio de que todos los votos valen igual, lo que conlleva garantizar un sistema de representación proporcional y liquidar el sistema del bipartidismo imperfecto.

Esta reforma del marco político global del conjunto del Estado es hoy una necesidad y una urgencia social. Mantener la actual situación de crisis global puede comportar una situación insostenible en la que no se pueden descartar estallidos sociales y que pueden llevar a salidas imprevisibles. En definitiva hay que evitar, como decía Gramsci, "que en el claroscuro surjan los monstruos indeseables".

El problema, en la actualidad, no es sólo de uno o una serie de países, es también indispensable llevar el cambio al ámbito de la Unión Europea, para que vuelva a ser un instrumento al servicio de los ciudadanos europeos. Sin un cambio de las políticas hegemónicas actuales la Unión no tiene futuro, al contrario, pueden llevar a la aparición de fuertes tensiones y conflictos nacionalistas que pongan en cuestión las bases mismas de la creación del proyecto de unidad europea. También "los monstruos" pueden sobrevolar Europa.

Ya lo decía Gramsci, "en el claroscuro surgen los monstruos"