viernes. 29.03.2024

“Nadie puede quedar excluido de los efectos de la recuperación económica” dijo el rey en su intervención que abría el último Consejo de Ministros, el que aprobó el mayor recorte de la democracia. ¿Un lapsus?  En absoluto, dado que formaba parte de una declaración escrita y formal. Por tanto, es fácil deducir que dijo exactamente lo que quería decir.  ¿Y qué quería decir? Exactamente eso: que cuando llegue la recuperación nadie debe “quedar excluido” de sus efectos… pero dado que ésta  no se otea en el horizonte cercano, ¿significa que avala, justifica, pasa por alto la exclusión de hoy, en pleno hundimiento económico? ¿Esta defendiendo o dando por hecho el desmontaje de las coberturas sociales?

Una declaración aparentemente social pero calculadamente y perversamente antisocial que reproduce los argumentos de la derecha más reaccionaria y neoliberal. Dice mucho más de lo que parece decir porque hace depender la inclusión social de la coyuntura y de las leyes del mercado, de la recuperación. Las declaraciones del Rey se enfrentan  al sentido de la Seguridad Social cuya razón de ser es justo  la contraria, una red que debe sostener a cualquier ciudadano cuando las cosas les van mal, en plena crisis, no cuando no lo necesita.

Al hablar así, el rey asume una posición ideológica absolutamente ajena a la neutralidad institucional, la peor, la que más le aleja de la mayoría de sus conciudadanos. Después de destinar 35 de años de democracia a construir una red de seguros sociales para evitar que la gente tuviera que depender de “sus ahorrillos”… o descender a la miseria en situaciones de gran crisis,  ”la solución” no puede ser desmontar a toda prisa esa red social justo cuando más se necesita, para que el destino de cada uno vuelva a depender de los propios apoyos familiares… o, en su ausencia, depender de la beneficencia hasta descender a la miseria más absoluta. Es cinismo social pero es, también, un nuevo error y una metedura de pata más.

“Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir” decía pocos meses antes, el 18 de abril, al pedir perdón después de su viaje a Bostwana. Aquellas palabras que parecían espontáneas respondían a un estudiado Plan de Comunicación para reconciliarse con la Sociedad después de su ruptura de cadera en una cacería de elefantes, días después de que su nieto Felipe Luis Froilán, de 11 años, se disparara en el pie en otra cacería igualmente extraña, mientras su yerno  Iñaqui Undargarín, procesado por el caso Noos, era portada en todos los diarios. Es entonces cuando incorpora a su equipo a Javier Ayuso, ex director de Comunicación del BBVA y experto en asuntos económicos. ¿Significa quizás que ese cambio anticipa y explica una nueva actitud pública alineada con la posición de banqueros y grandes empresarios?

El mismo cinismo social era exhibido, unas semanas antes, por el príncipe Felipe. Ocurrió en otro acto solemne, el 21 de junio pasado, en Nueva York, con ocasión del discurso en el Nuevo Campus del IESE, rodeado de empresarios. Allí dijo algo también tremendo, que “nuestros precios y salarios están marcando el ritmo del retorno al sendero de la competitividad”. Significa un apoyo claro al descenso unilateral y forzado de salarios incluido en una reforma laboral que el PSOE ha recurrido al Tribunal Constitucional y que está siendo aprovechada para un ajuste de plantillas que incrementa el desempleo masivo. Utilizar el plural “nuestros salarios” se presta a mofa. ¿Se refiere a su rebaja del 7% como factor de competitividad?

Su misma presencia activa en este y no a otro Consejo de Ministros fue ya chocante. Es una práctica habitual que presida alguno de los primeros Consejos de cada legislatura, pero parece extraño qué participara en este, seis meses después de comenzar,  en el que se aprobaban los principales recortes. Todo parece indicar un cambio estratégico en el perfil de la política de comunicación de la Casa Real.

Si todavía no está convencido del giro de sus mensajes, una nueva perla del Príncipe en el mismo acto: festeja  que “nuestras familias estén reduciendo sus niveles de deuda mientras mejoran su ahorro”. ¿En qué mundo viven?  O peor ¿en qué mundo quieren vivir?

Ignacio Muro | POLI-TIC

El cinismo social se instala en la Casa Real