jueves. 28.03.2024

El expresidente José María Aznar ha afirmado este martes que si él estuviese al frente del Gobierno actuaría en Cataluña aplicando la ley "con todas sus consecuencias", concretamente la que él aprobó para penar con cinco años de cárcel la convocatoria de un referéndum ilegal, pero que fue derogada por el Ejecutivo socialista y "no ha sido restablecida" por el actual.

En una entrevista en Onda Cero recogida por Europa Press, Aznar ha defendido que, frente a quienes le culpan de haber incentivado el independentismo, "ahora se demuestra" que su Gobierno tenía razón en defender "una política nacional muy vigorosa y muy fuerte" y "que el Estado esté muy sólido y cohesionado" para evitar lo que ahora se vive en Cataluña.

"Poner cotos a los que quieren desbordar la legalidad, romper el país, cuestionan la Constitución, es muy importante, y ahora se demuestra que algunos teníamos alguna razón por defender algunas posiciones entonces", ha dicho.

Aznar ha defendido sus pactos de gobierno con CiU y PNV en 1996, distinguiendo las operaciones de "secesionismo" de los "acuerdos en momentos de normalidad democrática" que según él luego fueron avalados en las urnas por mayoría absoluta. Además, ha recordado que su acuerdo con el PNV no le impidió, dos años más tarde, no aceptar sus "amenazas de secesión".

Además, ha comentado la sentencia sobre el hundimiento del petrolero 'Prestige' en noviembre de 2002 subrayando que "ha quedado al descubierto  la gigantesca operación de manipulación" de la oposición, que a su juicio había entrado en un "todo vale" para derribar al Gobierno.

"Nosotros no hundimos el barco y la sentencia es muy esclarecedora", ha manifestado. Aznar ha reconocido que "tal vez al principio hubiera cierta tardanza en reaccionar" al accidente, pero que luego "se hicieron las cosas razonablemente bien", entre otros por el actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Aunque no ha querido "sacar pecho" tras la sentencia, ha concluido que tanto en el caso del 'Prestige' como en el del accidente del Yakovlev --en el que murieron 62 militares que volvían de Afganistán-- la Justicia ha concluido que su Gobierno hizo "lo que tenía que hacer".

Preguntado si descarta volver a la política activa, ha replicado: "Yo no me propongo como candidato a nada". También ha negado que sea el "jefe de la oposición" interna ni la "conciencia crítica" en el seno del PP.

Es más, sostiene que la historia del PP es una "historia de integración" y asegura que él seguirá practicando esa integración, sobre todo porque cree que España hoy necesita "forjar mayorías sociales claras, mayorías políticas sólidas y políticas clarificadoras" para salir de la crisis.

Con todo, ha reconocido que las operaciones de sucesión de liderazgos "son complicadas", sobre todo si son "liderazgos fuertes" porque es difícil encontrar un equilibrio "para que quien se va haga aportaciones positivas y quien llega pueda expresar su personalidad".

Aznar se ha expresado así preguntado por la difícil convivencia del expresidente Bill Clinton y su vicepresidente y aspirante a sucederle Al Gore en la campaña electoral de 2000, y si veía similitudes con la campaña española de 2004. "La política es similar en casi todas partes y en todas partes pueden cocer habas", ha dicho.

El expresidente ha defendido su política exterior, empezando por su empeño en que España dejase de ser "algo más que el reflejo subordinado" de Francia, cosa que a su juicio no sentó bien al entonces presidente Jacques Chirac.

En esa línea, ha justificado su apoyo a la guerra de Irak no sólo por solidaridad con Estados Unidos sino también por "interés nacional de España", pese a ser consciente, una vez confirmado que no había armas de destrucción masiva, de que "los servicios de inteligencia unas veces funcionan mejor y otros peor".

Aun hoy, 10 años después, Aznar sostiene que "el saldo de esa posición española fue realmente favorable" porque España obtuvo "muchas ventajas por ella", aunque "desgraciadamente eso se perdió" con el Gobierno de Zapatero y "como todo lo que se pierde, se tarda mucho en recuperar".

Es más, ha defendido que el apoyo de España a la guerra de Irak fue respaldada por los españoles en las urnas en las elecciones municipales y autonómicas de 2003 y ha recordado que cuando eligió a Mariano Rajoy como sucesor, en otoño de ese año, el PP le llevaba al PSOE 15 puntos de ventaja. El apoyo español a la guerra, ha añadido, "no tiene nada que ver" con los atentados del 11 de marzo de 2004.

En su libro de memorias ('El compromiso del poder', de Planeta) relata cómo un padre de una víctima del 11M le culpó de su muerte, Aznar asegura que no es un momento que le vaya a acompañar toda la vida, porque todas las "cosas graves" hay que "superarlas y encarar el futuro".

Sí ha insistido en su acusación a representantes de la izquierda de aprovechar el atentado en su estrategia de "todo vale" para derribar al Gobierno, en línea con lo que habían hecho antes con la guerra de Irak y con el hundimiento del Prestige. Según su análisis, esa es una estrategia que nace en el año 2000, con la mayoría absoluta del PP, porque la izquierda ve que la mayoría social "está cambiando" y decide dejar la "confrontación democrática leal" y pasar a "poner en riesgo el sistema" para combatir al PP.

Por otro lado, Aznar considera que ETA está derrotada "operativamente" pero teme que esta derrota se acompañe "un incierto triunfo de las tesis políticas de ETA". A su juicio, la derrota de ETA es fruto del "esfuerzo de todos" y sobre todo de "no dividir al mundo de ETA y dar la batalla total". Ahora, con el desembarco de Bildu en las instituciones, cree que se ha cambiado el enfoque y por eso ve una "situación preocupante".

Aznar ha relatado que en sus memorias se refiere con especial cercanía a Ángel Acebes por su "lealtad y entrega" como ministro de Interior, especialmente en unos años muy duros de atentados de ETA contra el PP y en los días posteriores al 11M, pero ha subrayado que está agradecido a todos sus colaboradores: "Creo que tuve uno de los mejores equipos que ha tenido nadie y tal vez por eso dieron buenos resultados".

Entre otras cosas, ha defendido como "indispensable" y "altamente conveniente" la operación de toma de Perejil 48 horas después de que se instalasen allí gendarmes marroquíes, convencido de que, de no haber reaccionado España, habría tenido después "problemas más graves". El entonces presidente discrepaba de la opinión del jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), que veía más riesgos que ventajas en la operación, pero no de los jefes de los ejércitos, que estaban a favor de ella.

Aznar cree que Marruecos actuó "animado" por algún otro país para ver "hasta dónde" podían llegar con España. El expresidente ha reconocido que las relaciones con Marruecos "a veces no son fáciles" pero cree que hay que poner en ellas "un esfuerzo muy especial" porque son muchos los intereses comunes.
 

Aznar aplicaría la ley que penaba con cárcel convocar un referéndum ilegal