sábado. 18.05.2024

Un grupo de personas de izquierdas, sin filiación partidaria, próximas a IU, o afiliadas a IU, del PSOE, integrantes del grupo dirigente de IAb pero ajenos a su discurso político, y otras, han considerado oportuno ofrecer su participación en el debate de la Conferencia Política del PSOE con el objetivo de derrotar a la derecha. Distintas voces de IU y de su entorno denuncian que estamos ante la enésima operación de auxilio a un PSOE en horas bajas por gentes ubicadas en ‘zona progresista’, algunas de ellas con carnet de IU.

Antes de entrar a valorar esta iniciativa y evitando la descalificación y el insulto, conviene hacer una consideración: las personas que protagonizan esta legítima aventura de colaboración no orgánica con un PSOE necesitado de oxígeno, no lograrán ensanchar ni reforzar la izquierda, si para agitar levemente el apoyo mediático al grupo dirigente de Rubalcaba, fracturan con la misma levedad el proyecto alternativo de una izquierda transformadora que crece en las encuestas aunque esté necesitada de crecer y madurar en el discurso político.

Unidad de las izquierdas

Si analizamos la historia reciente, han sido varias las ocasiones en que sectores de la izquierda han considerado oportuno acercarse al PSOE, siempre animados por un espíritu unitario. Seamos honestos; la idea de considerar el PSOE como la mejor herramienta para hacer política en esta sociedad de fuertes desequilibrios institucionales e injustas leyes electorales tiene una primera causa/efecto: es necesario estar cerca del Boletín Oficial del Estado y del Gobierno para cambiar las cosas. En todo proceso de “acercamiento al PSOE”, este ha sido el argumento fuerte y con frecuencia enmascarado de alguno de sus promotores. No pasa nada. Que lo digan y evitaremos sesudas reflexiones políticas sobre el mejor camino hacia la unidad de las izquierdas.

Hay que advertir, sin embargo, que alguna de las personas que firman esta carta de colaboración con el PSOE ante su conferencia política, no son aspirantes a ningún cargo público. Algunas ya lo han sido y no hacen sino mostrar su preocupación por el radical desmantelamiento del Estado de bienestar y de las políticas públicas que está llevando a cabo el Gobierno de Rajoy, optando por reforzar el polo instrumental y electoralmente mayoritario de la izquierda socialdemócrata para acabar con el proyecto conservador.

No ignoran y por lo tanto deben cohabitar con ella porque la conocen y la han criticado, una política impulsada por el partido al que ahora ofrecen sus ideas, que prácticamente anteayer inició uno de los periodos de política económica más negros de la reciente historia democrática. Fue el presidente Zapatero y el PSOE los que decidieron en mayo de 2010, poner en marcha el mayor ataque a las políticas de igualdad, solidaridad y derecho del trabajo que se conocían hasta la fecha, políticas felizmente rematadas y ampliadas hasta el infinito por el Gobierno de Rajoy. No caben excusas europeas, sin que por ello las ignoremos: si las políticas de ajuste que se pusieron en marcha fueron un ultimátum de Bruselas y la troika, una de dos, o se aceptaban como única alternativa a la crisis (lo que hizo Zapatero) o se dirigía uno a la ciudadanía, les trasladaba su radical desacuerdo con las mismas, y convocaba elecciones para que las urnas decidiesen.

Por tanto, entre este grupo de personas que firman la carta con motivo de la conferencia política del PSOE, posiblemente coexistan conductas de una u otra identidad, ambas legítimas, pero a nuestro juicio, de dudosa eficacia si se trata de avanzar en la deseada convergencia de ideas y proyectos para derrotar a las derechas en la calle y en las urnas.

Cada uno en su sitio

Pudiera parecer una contradicción. No lo es. La realidad supera en ocasiones a la ficción. La izquierda no es una sino varias. Y la nuestra, la que representa IU, aspira a liderar el cambio -así lo hemos explicitado en Madrid- tan alejada de ensoñaciones visionarias como de la insoportable levedad de la resignación. No está escrito que quien gobierna insistentemente con la lógica del liberalismo y del mercado desde la izquierda, tenga patente de corso para volver a hacerlo oxigenado por almas de la otra izquierda. Es más probable que las izquierdas vuelvan a gobernar, si cada una en su sitio es emplazada por las gentes progresistas y por los votos a mirar a las necesidades de los sectores más desfavorecidos, a las políticas públicas,  la igualdad y  los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Andalucía es buen ejemplo de lo que decimos.

Podría parecer un simple ejercicio de reivindicación corporativa y quizás, en parte, lo sea. Pero la historia de pueblos y ciudades y de algunas comunidades autónomas nos demuestra que sin Izquierda Unida los cambios más demandados por la sociedad progresista no son posibles. El PSOE tiene un proyecto. IU otro bien distinto. Se encuentran cuando el primero suelta lastre conservador, el segundo transforma la retórica alternativa en programa de gobierno y, en medio, la gente nos marca el camino y nos recuerda, además, que a veces, no sumamos lo suficiente.

IU dice y hace política a partir de una organización y un proyecto autónomos, independientes, no negociables. Ello nos permite proclamar que cualquier diseño de laboratorio orientado a precipitar “colaboraciones y bloques” con el PSOE o con aventuras radicales de quita y pon, únicamente nos conducirán a la frustración y/o a la melancolía. Preferimos reforzar nuestra organización, abrirla a las gentes y a la participación democrática, ser y parecer de izquierdas, tomar nota del agotamiento de una forma de entender el ejercicio de la política, afirmar sin ambages nuestra confianza en otra forma de hacer política, combatir la cruzada indiscriminada de la derecha y la no tan derecha contra la política en democracia –alguna portavoz inmaculada ha llegado a proponer la supresión de los partidos- y presentar con honestidad y coherencia nuestras credenciales para liderar el cambio y derrotar a la derecha. Cada quien en su sitio y cada cosa en su momento.

Por Luis María González, Lidia Fernández, Libertad Martínez

Así, no