jueves. 28.03.2024

La compraventa de arte constituye uno de los mecanismos más utilizados para blanquear dinero, junto a la inversión inmobiliaria

Del 21 al 25 de febrero, Madrid ha acogido una vez más la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO), en la que participan más de 200 galerías de casi una treintena de países. El arranque de la trigésimo séptima edición de esta emblemática cita no estuvo exento de polémica, con la retirada de la obra de Santiago Sierra y su posterior compra por Tatxo Benet.

Sin embargo, al margen de controversias, ahora que el arte vuelve a ser foco de todos los flashes es buen momento para recordar la multitud de ocasiones en las que ha sido y es utilizado de manera delictiva para blanquear dinero.

De hecho, en casi todas las tramas de corrupción que salen a la luz aparecen obras de arte por medio. Así, por ejemplo, Luis Bárcenas basó en su labor como marchante de arte barroco su declaración ante el Tribunal del caso Gürtel, intentando convencer a la sala de que su fortuna en Suiza era resultado de multiplicar el valor de sus cuadros. Lo cierto es que junto a otro señalado ex tesorero del PP, Rosendo Naseiro, convirtió el mercadeo de obras en un mecanismo de pago de favores. Es más, Bárcenas explicó ante la fiscalía que como consecuencia de las artimañas que había realizado con Naseiro como compensación por determinadas operaciones, Naseiro, en vez de darle la parte que le correspondía en efectivo, se la entregaba en “cuadritos".

Y es que la principal baza que aprovechan los delincuentes que blanquean el dinero obtenido de manera ilegal mediante la compraventa de obras de arte reside en la dificultad para valorarlas y tasarlas.

De la normativa de Prevención de Blanqueo se desprende que quienes comercien de manera profesional con arte deben examinar cualquier operación que pueda vincularse al blanqueo de capitales, ponerlo en conocimiento del SEPBLAC (Comisión de Prevención de Blanqueo de Capitales) y abstenerse de cerrar la venta. Pero como la profesionalidad, a veces, es tan ambigua y como del dicho al hecho hay tal trecho…

La compraventa de arte constituye uno de los mecanismos más utilizados para blanquear dinero, junto a la inversión inmobiliaria. Y a la equívoca tasación de las obras hay que añadir la relación entablada entre marchantes y artistas con sus clientes. En este sentido, los primeros tienen la posibilidad de vender las obras sin aclarar a nadie el importe de la transacción, lo que posibilita no pagar correctamente los correspondientes impuestos. Además, es importante señalar que la factura puede reflejar un valor de compra menor de lo que se ha pagado por la obra y la diferencia abonarla en efectivo. También, a veces, se fingen ventas a través de subastas a precios muy elevados, pagando una comisión a la persona que simula la compra con el dinero del propio vendedor, de manera que el importe supuestamente recibido queda “lavado”.

Una de las peculiaridades fiscales en torno a las obras de arte es que no se declaran como bienes en el extranjero, a través del modelo 720, al igual que ocurre con el oro y las joyas

Y es que otra de las aristas fiscales que parte del mundo del arte es su tributación. Las obras deben declararse en el impuesto de Patrimonio por su valor de mercado, cuya ley contempla que serían objetos de arte las pinturas, esculturas, dibujos, grabados, litografías u otros análogos que sean originales.

No obstante, en numerosas ocasiones en las ventas de obras de arte intervienen un comprador y un vendedor con distinta nacionalidad de residencia, es decir, sujetos a diferentes regímenes fiscales. Pero en cuanto a la venta en sí se refiere, pueden confluir varias relaciones jurídicas, desde la compraventa en sí misma hasta todas las relacionadas con la misma, sobre todo si participara algún intermediario que recibiera una contraprestación económica. En cualquier caso, una de las peculiaridades fiscales en torno a las obras de arte es que no se declaran como bienes en el extranjero, a través del modelo 720, al igual que ocurre con el oro y las joyas, lo cual no deja de ser sorprendente.

Finalmente, a modo de conclusión, el arte llega allí donde no lo hacen las palabras. Y si bien es cierto que su valor debería ser espiritual, no es menos cierto que se ha convertido en una mercancía con la que por desgracia no siempre se opera de manera legal y mediante la que, demasiadas veces, se limpia y blanquea el dinero sucio y negro.


gestha200

Contesta Carlos Cruzado

Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA)

¿Por qué se usa el Arte para blanquear dinero?