sábado. 20.04.2024

Como estarán viendo diariamente en nuestro país, en todas las tertulias políticas tiene que aparecer un economista para ilustrarnos sobre las políticas neoliberales existentes y lo buenas que están son. A todo ello hay que unir que se ha puesto de moda que los partidos deben llevar a un economista estrella, Ciudadanos lleva Garitano, Lacalle para el PP, José Carlos Diez para el PSOE….

Warren Buffet, el tercer hombre más rico del mundo, dice que cuando consulta a sus economistas y sus explicaciones no las entiende, piensa, que le están intentando engañar.

Al mismo tiempo que esto sucede, empiezan a publicarse algunos artículos críticos sobre la labor de estos economistas. Les recomendaría dos, que están en la base de este artículo “La fraudulenta superioridad de los economistas” de Moisés Naím y “El economista y las manos sucias” de Joaquín Estefanía.

Keynes define de forma magistral, lo que debe ser un economista “el gran economista debe poseer una rara combinación de dotes… Debe ser matemático, historiador, estadista y filósofo. Debe contemplar los símbolos y hablar con palabras corrientes. Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto con el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado y con vistas al futuro. Ninguna parte de la naturaleza del hombre o de sus instituciones debe quedar por completo fuera de su consideración. Debe ser simultáneamente desinteresado y utilitario, tan fuera de la realidad y tan incorruptible como un autista y, sin embargo, en algunas ocasiones tan cerca de la tierra como el político”.

Está claro, que la preparación de nuestros economistas está a años luz del planteamiento de Keynes. Estoy totalmente de acuerdo con las últimas críticas de los movimientos estudiantiles, que protestan contra la pobreza intelectual que se dan en los actuales planes de estudio de Económicas. Esto también es válido, para otras especialidades, donde materias básicas en la formación integral de los profesionales, tales como filosofía, historia… están desaparecidas, porque según sus propulsores no sirven para la preparación técnica.

Esto es una muestra más de que no se busca una educación, sino exclusivamente una rentabilidad económica en las Universidades, olvidándose de la dimensión humana de los profesionales. Esto provocará a largo plazo, el que carezcan de una visión completa de la complejidad del mundo actual.

Como dice el editor Gonzalo Pontón “a la universidad hay que ir para aprender a entender el mundo… Los estudiantes y profesores de Economía son los más analfabetos de este país, no leen jamás nada, sólo papeles de internet. Lo único que han hecho es estudiar una ciencia social para comprender el fenómeno económico, pero en su inmensa mayoría y estoy generalizando, los profesores y catedráticos de Economía, y de otras ciencias, no han leído nada fuera de lo necesario para su actividad”.

Tres serían las causas de los males de nuestros economistas actuales:

  • Su arrogancia, pues desprecian lo que ignoran.
  • Su falta de independencia les ha llevado a integrarse en el mundo de los negocios financieros, lo cual condiciona totalmente sus estudios. En muchos casos llega a hacerles perder principios básicos de ética, por su obsesión por el dinero y sus resultados, lo que conlleva también una pérdida de contenido social en sus planteamientos.
  • Su ignorancia intelectual, dando muestras de su incapacidad para ofrecer soluciones sobre las nuevas realidades sociales y humanas.

Como dice Moíses Naím “el desdén de los economistas por las ideas de otros campos no es universal. Hay disciplinas que les atraen mucho. Las finanzas y los negocios, por ejemplo. Mientras que las citas de los economistas a otras disciplinas vienen disminuyendo, las referencias a artículos publicados en revistas académicas especializadas en finanzas han experimentado un vertiginoso crecimiento”.

La crisis económica actual demuestra la falta de capacidad de los economistas para ofrecer soluciones. Las soluciones que nos siguen ofreciendo, son las mismas que nos llevaron a la crisis actual.   Hoy las teorías neoliberales están totalmente superadas por el fracaso que han generado social y económicamente. Sin embargo, los economistas mediáticos nos siguen proponiendo las mismas medidas, que están en la esencia de la propia crisis.

Tres aspectos llaman la atención:

  • No ha habido por parte de los economistas un análisis serio y profundo sobre los errores doctrinarios del neoliberalismo, que nos llevaron al desastre, confundiendo ideología con ciencia. Nos siguen diciendo que el neoliberalismo es la única doctrina económica posible y fuera de ella no hay nada. Es el pensamiento único. Lo cual nos viene a confirmar la pobreza intelectual de estos economistas y nos deberíamos alejar de sus consejos.

  • Ningún economista ha pedido perdón por sus errores en la crisis, ni han sido despedidos por incompetentes. Ningún departamento de Economía que ha errado continuamente en sus diagnósticos se ha aplicado así mismo sus doctrinas, con la reducción de gastos y personal, como sí han hecho con el resto de sectores económicos.
  • Les resulta muy difícil a la mayoría de los economistas entender qué ha pasado con la crisis, de ahí que sigan con las mismas recetas que nos llevaron al desastre. Es hora, que los economistas se alejen de las tentaciones del mundo financiero para así poder recuperar unas señas éticas de comportamiento. A todo ello, hay que unirle, que la reflexión y la autocritica debería estar en la genética intelectual del economista y ahora no está.

La humildad es uno de los factores humanos fundamentales, para poder entender la realidad social, económica, política desde otros ámbitos del intelecto. Es preciso que los economistas estudien otras áreas como la filosofía, ética, historia… que debería servirles para tener una visión mucho más global de la que actualmente tiene.

El cambio de los planes de estudio de Económicas debería darse YA, así como una autocritica intelectual de sus planteamientos. Por todo estos planteamientos, les recomiendo que no sigan los consejos de los economistas, porque tiene muchas posibilidades de equivocarse.

No pongas un economista en tu vida