jueves. 28.03.2024

Una de las características sine qua non de la mundialización económica es la existencia plena de un mercado mundial

Uno de los requisitos para la existencia de una economía capitalista plena (ya sea nacional, ya sea mundial) es la libertad de movimiento de capitales, fuerza de trabajo y mercancías. Estas tres características se cumplen plenamente en el marco de los Estados “nacionales”, pero se encuentran altamente obstaculizadas a nivel mundial, precisamente a causa de la existencia de dichos Estados “nacionales”. Una de las principales trabas es la que se impone a la libre circulación de mercancías.

Una de las características sine qua non de la mundialización económica es la existencia plena de un mercado mundial. El comercio y la competencia internacionales representan la forma en que se inicia la formación del mercado mundial. En un primer momento este proceso afectó únicamente a algunas mercancías:los llamados “productos primarios”, mercancías de exportación básicamente con origen en los países periféricos (minerales, petróleo y gas natural, frutas, productos agrarios). Tales mercancías se rigen en su comercialización mundial por la existencia de precios mundiales (no necesariamente determinados por los precios de producción internos de cada uno de los países productores), y tiene que ser la producción interior la que se adecue a dichos precios para poder competir en el mercado mundial. En la actualidad, merced a la progresiva liberalización del comercio internacional patrocinada por el GATT, estas condiciones alcanzan ya a productos industriales e incluso a servicios.

Este proceso tiene que ver con la modificación del ámbito en el que se desarrolla la competencia. La competencia es la forma específica que adoptan las relaciones entre los diferentes capitalistas. Se produce en el mercado, entendido éste como el lugar en el cual las mercancías se confrontan entre sí para obtener comprador. De ahí que, tradicionalmente, la competencia haya adoptado la forma de competencia en precios y calidades. Desde fines del siglo pasado, el ámbito natural de la competencia es mercado nacional.

Fuera de sus límites se produce la llamada competencia internacional, que de hecho NO ES competencia entre naciones sino competencia entre empresas situadas en diferentes Estados.

El comercio internacional es, como todo comercio, interempresarial. A falta de una regulación mundial de cada uno de los diferentes mercados, los precios de las mercancías “extranjeras” que pretenden competir en cada uno de los mercados “interiores” sufren una considerable distorsión. Sus precios obedecen a los precios de producción del país en el que han sido producidas, más la distorsión correspondiente a la barrera arancelaria del país en el que pretenden venderse (más coste de transporte y seguros). Por tanto, no es propiamente una competencia del mismo tipo que la que se desarrolla en el marco del mercado interior.

En virtud de estas características, esta competencia aparece más como competencia internacional que como competencia interempresarial, debido al importante papel que juegan los Estados tanto en la formación del precio de producción interior como en el establecimiento de políticas comerciales exteriores: barreras arancelarias, subvenciones y otros instrumentos de protección frente a la competencia exterior.

No se trata tanto de un mercado mundial en sentido estricto, sino de comercio exterior de empresas de base nacional diferenciada. Por consiguiente, la libre competencia plena no existe aún en este marco. Ello permite la subsistencia de numerosas empresas no competitivas a niel mundial, protegidas celosamente por las barreras arancelarias y otros sistemas de protección de sus respectivos Estados.

Pero esta actitud va abiertamente en contra de los intereses del capital en general, sobre todo del capital cuya expansión produce la mundialización. La protección puede favorecer a fracciones del capital “nacional”, obsoletas o poco competitivas, pero perjudica a otras fracciones del capital, no necesariamente “nacionales”, cuya expansión requiere la eliminación de esos obstáculos a la libre movilidad de las mercancías. Por ello, a pesar de ser una tendencia vigorosa e inexorable, el mercado mundial como lugar en el que se efectúa la competencia entre empresas mundiales se encuentra aún en sus inicios.

Hoy todavía se confunde el comercio entre empresas con el comercio entre naciones y todavía se habla de comercio internacional aunque sea en realidad comercio interempresarial o incluso intraempresarial (entre unidades de una misma empresa multinacional en países diferentes).

El mercado mundial sólo podrá expandirse plenamente cuando esté absolutamente libre de trabas, es decir cuando no existe ningún obstáculo superestructural al libre movimiento de las mercancías. Sólo entonces podrá hablarse con rigor de mercado mundial. En la actualidad se asiste a una transición entre la situación anterior en la que predominaba el comercio internacional y la futura en la que existirá únicamente el comercio interempresarial a nivel mundial.

El mercado mundial no existe plenamente