viernes. 19.04.2024

Hasta ahora el PP ha logrado mantener su intención de voto de dos maneras que se reducen a una: mintiendo. La primera es echar la culpa a Zapatero; la segunda es hacer creer a sus votantes que las medidas tomadas –todas, las laborales, fiscales, financieras, etc.– no eran contrarias a sus promesas, o si lo eran, eran inevitables porque Zapatero no lo había hecho antes y había engañado. Es decir, que por activa o por pasiva, la culpa era de Zapatero. Esta tácticagoebeliana de convertir una mentira en verdad a base de repetirla, ha contado con la complicidad de la prensa escrita –salvo pocas excepciones– y de cadenas autonómicas. El problema para el PP es que la parte más joven de la población se mueve por las redes sociales, blogs, etc., que no controla ni puede hacerlo. Porque esta es la gran obsesión del PP: la intención de voto. Incluso ha llegado a asignar partidas dudosas en el presupuesto comprometido ante Bruselas con tal de endilgarlas a Zapatero, a pesar del daño que eso supone para nuestra querida prima de riesgo. Pero el tiempo pasa, el paro aumenta en mayor medida este trimestre que el mismo período del año anterior, la dichosa prima supera a la italiana desde febrero de este año y, para rematar el tema, se descubre que hemos aumentado el déficit en 4 décimas (unos 4.000 millones de euros) porque tres comunidades gobernadas por el PP mintieron al Gobierno Central. El resultado es que la intención de voto cocinado del PP ha pasado del 46,3% en marzo al 37,2% en mayo. Probablemente sea ese voto prestado de 1.200.000 votantes que se pasaron del PSOE al PP en las elecciones legislativas, aunque haya distintos traspasos. El PSOE por menos (medidas de mayo del 2010) perdió 4.300.000 votos, porque los motivos de voto de unos y otros es diferente. El voto del PP es un voto que busca nichos de privilegio y el del PSOE cambiar las cosas en un sentido de mayor igualdad y justicia social, que es lo propio de un partido de izquierdas.

Pero la segunda o tercera patata caliente para el PP es la banca,  las cajas de ahorro y los créditos dados al conjunto del sector de la Construcción. Ahí tiene también enormes dificultades el PP de inculpar al PSOE y a Zapatero. Lo ha hecho la Sra. Aguirre –no quiero ponerla ningún epíteto– con el Gobernador del Banco de España. El problema es que todo lo relacionado con Bankia, Bancaja y la Comunidad Valenciana exhuma PP por todos los poros: Blesa como gestor político de Bankia, político del PP con al menos 5 cargos políticos relevantes en el PP en su currículo; nombramiento de Rato al frente de Caja Madrid antes de ser Bankia; pelea de la Aguirre con su propio partido para colocar a su segundo Ignacio González al frente de la entidad; cambio de la ley de Cajas en la CAM para facilitar la entrada política en dicha caja. La Sra. Aguirre tiene la enorme ventaja frente a Rajoy de que no tiene pudor ni sentido del ridículo, y eso le permite decir al registrador de la propiedad lo que hay que hacer. Es verdad que ahora se ha descubierto un déficit oculto en su Comunidad cuando el señor Beteta era responsable de Economía y Hacienda, pero eso a esta tipa no la mueve un pelo de la cabeza.

Volvemos al tema bancario. Es quizá en este sector donde se demuestra la falta de experiencia y conocimientos de este Gobierno y sus ministros, especialmente el de Economía. La verdad es que es difícil saber las cifras porque el valor real de los activos es de los secretos mejor guardados en los bancos, además de las dificultades de evaluarlos. Porque, ¿cuánto valdrían los inmuebles en propiedad del sector financiero si se pusieran a la venta en un tiempo casi instantáneo a un precio capaz de ser vendidos? Eso nos daría el verdadero valor de esos activos indeseados. Esa pregunta tiene adosada una incertidumbre en su respuesta que nadie se hace. Se habla de que el sector financiero tiene 304.000 millones en créditos a promotores y empresas, de las cuales la mitad tienen dificultades de cobro, por decirlo suavemente. Hay 656.000 millones de hipotecas con provisiones mínimas porque se consideran casi exentas de riesgo. Con estos datos, el Sr. de Guindos nos dice que con 15.000 millones de coste público el tema financiero está solucionado. Con eso y con 28.000 millones de euros a que obliga a provisionar a los bancos (más los 50.000 millones de febrero). Y con ello se provisiona incluso a los créditos no dudosos, mandando un mensaje a los mercados de que ¡tampoco son fiables los créditos que los propios bancos provisionan con menos del 3%! No se puede ser más cretino. La prima de riesgo sube porque los mercados temen que la rebaja del valor de los activos del sistema financiero no lo va a poder absorber los propios bancos con sus cuentas de Resultados y lo traspasarán de forma indirecta a la deuda pública, deuda que ya está en torno al 80% del PIB. Eso sí, inmediatamente el argumentario del PP ha inculpado a lo que pasa en Grecia en el aumento de la prima de riesgo, que ya está rozando los 500 puntos básicos (un 6,5% de interés). ¿Se lo tragarán los votantes del PP

¿Cómo solucionar el problema bancario procedente del ladrillo? A veces lo mejor es no hacer nada, sobre todo si lo que se hace es tan descabellado. El tema financiero es la verdadera prueba de fuego de los políticos. Ya pasó en la crisis del 29 y ha pasado con la actual, con la solución a Lehman Brothers y con las soluciones dadas a Irlanda, Islandia, Reino Unido, Bélgica, USA, México y Japón en su día, etc. A corto plazo no hay medida que solucione el problema si el valor de los activos inmobiliarios en cartera es notablemente superior a sus valores de mercado. Sólo el tiempo y una política acertada puede solucionarlo. El ideal es que sean las propias entidades las que vayan provisionando sus activos a cargo de sus resultados, y eso exige tiempo, mucho tiempo. Además, eso ha de ser compatible con la concesión de créditos para que el sistema financiero pase de tener un comportamiento procíclico a uno contracíclico, de ser un problema a ser una solución. Pero se unen varios problemas: los mercados que quieren la leche y la carne de la vaca al mismo tiempo, y los políticos que hacen aspavientos –las medidas de Rajoy de febrero y mayo– para parecer que toman medidas. A estas alturas, tanto De Guindos como Rajoy, a pesar de su infinita ignorancia, ya deben haber aprendido que a los mercados no se les engaña fácilmente porque piensan los que nos prestan dinero que cualquier medida que tienda a reforzar la supuesta solvencia de los bancos y cajas a corto plazo va a ser a costa –aunque sea de forma indirecta– de la deuda pública española, deuda que ya está en el 80% del PIB. El Sr. Rajoy cada día está más asustado porque, al creerse sus propias mentiras, no entiende que esté así la prima de riesgo, a pesar de la confianza que supuestamente exhala de sus sobacos, a pesar de la liquidación del derecho laboral español con su reforma laboral, a pesar de la amnistía fiscal, a pesar de la brutal reducción presupuestaria contra la Educación y la Sanidad, etc. Lleva varios meses tomando medidas los viernes y el milagro de la prima de riesgo de los lunes –su deseada bajada– no se produce. Y el problema es cómo le dice a sus votantes que eso es también culpa de Zapatero cuando esa prima supera a la italiana. “¿Qué hacemos este viernes, Luis (De Guindos)?”, le pregunta Rajoy y De Guindos contesta: “¿Yo qué sé, si yo en realidad de esto no entiendo, yo vengo de Lehman Brothers y ya sabe su historia?”. Por eso lo mejor en el tema financiero sería no hacer nada, no obligar a provisiones inútiles, tanto para acercar sus valores contables a los supuestos de mercado, como para la imagen del sector. Eso ha de hacerse a los largo de los años, con sus ganancias. La economía española necesita bancos que den crédito y no su conversión en meros fondos de inversión. Se necesita también que el BCE asegure crédito ilimitado a la banca española y también a la deuda pública de la Eurozona. También la creación de una banca pública, potenciando el ICO y cambiando sus criterios de concesión de crédito. Eso a corto plazo. Todos lo demás son salvas.

Al final habrá rescate, pero a la banca, no a la economía española, y lo llamarán simplemente créditos normales, esperados, previstos, o de cualquier otra forma (del BCE o del Fondo de Estabilidad). Todo con tal de seguir engañando a sus votantes, que es lo único que les importa a los del PP: mantener su intención de voto. Lo que pase con el empleo y demás son zarandajas. Lo del rescate es un pronóstico que hago al 21 de mayo. Y en el fondo que haya rescate sin que lo parezca no es malo: todo depende del tipo de interés  y cómo lo disimulen, y qué exigencias suplementarias vendrán de Bruselas. El problema es que si se sigue exigiendo reducir el déficit en lugar de crecer para crear empleo –ambas cosas son incompatibles– no hay solución y la incertidumbre seguirá instalada, y no sólo en los mercados. ¿Cómo convencer a Rajoy y al PP de todo esto y que tiene que decir a sus votantes lo contrario de lo que les ha dicho hasta ahora?

Habrá rescate, pero lo llamarán de otra forma