viernes. 19.04.2024

La estrategia de la devaluación interior que impuso la troika a partir de 2010 ha supuesto un alto coste en términos de precariedad, pobreza laboral y desigualdad

El ciclo económico en una economía globalizada va mucho más allá de la capacidad del gobierno de un país, especialmente en un área económica como la zona euro en la que políticas determinantes como la monetaria y la presupuestaria, en gran medida, ya no son de su competencia. Pero de lo que sí son responsables los gobiernos es de cómo se distribuyen los costes en una recesión y de cómo se reparte la riqueza cuando empieza la fase expansiva del ciclo. Esto es, cómo se paga el precio de la crisis. Y aquí el balance es muy negativo en nuestro país, en especial para la clase trabajadora.

Ni Zapatero nos metió en la recesión de 2009, ni Rajoy nos sacó de ella en 2014, porque la economía española siguió las mismas fases del ciclo económico de la eurozona, aunque obviamente con sus propias características. Una de ellas, la más dolorosa, es el destrozo que se produjo en el empleo y en el mercado de trabajo, porque la estrategia de la devaluación interior que impuso la troika a partir de 2010 ha supuesto un alto coste en términos de precariedad, pobreza laboral y desigualdad.

Un dato sintetiza este profundo desequilibrio: el PIB nominal ya es superior en 50.000 millones de euros al de 2008 pero la renta salarial está aún 12.000 millones por debajo. La misma riqueza pero peor repartida porque la política neoliberal provocó una redistribución de la renta en contra de la mayoría social.

En 2008 la participación de las rentas salariales en el PIB era del 50,1%. En 2017 ya es de tan sólo del 46,9%, una caída de 3,2 puntos equivalente a más de 37.000 millones de euros. Por el contrario, los beneficios empresariales aumentan en 34.000 millones de euros lo que viene a demostrar que el capital utilizó la crisis para recomponer su tasa de beneficio.

MÁS DE LA MITAD DE LA CLASE TRABAJADORA ESTÁ EN SITUACIÓN DE PRECARIEDAD

La participación de los salarios en el PIB cae porque hay menos empleo, es más precario y tiene peores salarios. La precariedad ya es una característica estructural del mercado de trabajo en España. Ya era así antes de la recesión pero ahora aún más. Un dato lo demuestra: sólo el 48,4% de las personas asalariadas afiliadas al Régimen General de la Seguridad Social tienen un contrato indefinido a tiempo completo.

El resto, el 51,6%, tiene un contrato temporal, trabaja a tiempo parcial, en prácticas u otras fórmulas precarias. Para que se entienda bien, más de la mitad de la clase trabajadora está en situación de precariedad.

Precariedad y pobreza laboral, porque la crisis, pero sobre todo la política neoliberal impuesta, son las responsables de que vuelvan a existir trabajadores pobres, personas que a pesar de tener trabajo no pueden vivir de su salario de forma independiente. Una triste figura que parecía que la habíamos dejado atrás, en la larga noche de piedra del franquismo, pero que vuelve a ser una vergonzosa realidad en la España actual.

En el 2016, una de cada tres personas asalariadas ingresó menos del salario mínimo interprofesional, esto es, 6.083.517 personas que trabajaron como asalariadas tuvieron ingresos inferiores a 655 euros brutos mensuales, una cifra tan baja que coloca los que la cobran por debajo del umbral de la pobreza.

UNA DE CADA TRES ASALARIADOS ESTÁ EN POBREZA LABORAL

Uno de cada tres asalariados sufre pobreza laboral

Esta es la realidad laboral de nuestro país con los datos oficiales del IRPF: una de cada tres personas con ingresos salariales está en pobreza laboral.

Es cierto que en su mayoría son personas que trabajan unas horas al día, unos días a la semana, unos meses al año. Pero es que eso es, exactamente, la precariedad laboral: trabajar con bajos salarios, a tiempo parcial o con contratos de muy corta duración.

Situación de pobreza laboral absoluta y también relativa. Absoluta para las 3.744.384 personas que ingresaron menos de la mitad del salario mínimo, menos de 327 euros mes. Pobreza relativa, pero pobreza, para las 8.417.764 personas que ingresaron menos de 900 euros brutos mensuales en 2016, una situación de bajos ingresos que afecta al 47% del total de las personas que trabajaron como asalariadas en ese año.

Precariedad, pobreza laboral y desigualdad, porque las políticas de la derecha han agrandado las diferencias hasta niveles desconocidos en la historia reciente de nuestro país, también en el mercado de trabajo.

140 MIL PERSONAS COBRAN MÁS QUE 6 MILLONES CON MENOS INGRESOS

Con los datos de los ingresos declarados en el IRPF sabemos que la masa salarial acumulada por el 0,7% con mayor renta fue superior a la del 34% de los que cobran menos. Esto es, que 140 mil personas cobraron más que los 6 millones de personas con menores ingresos. Las élites, la minoría social, ganan de media 86 veces más que las personas precarias de bajos salarios.

La precariedad, la pobreza laboral y la desigualdad salarial no son efectos colaterales ni un precio a pagar de forma inevitable por la crisis. No. Este deterioro social, esta transición desde un mercado de trabajo precario a una sociedad precaria es por consecuencia de una estrategia premeditada, definida y planificada aprovechando el shock de la recesión que tiene nombre e instrumentos.

El nombre es la devaluación interna y los instrumentos son las reformas laborales impuestas con el objetivo de reducir los derechos laborales con el fin último de bajar los salarios. Por eso es imprescindible derogarlas para que el empleo estable y con derechos ––incluido el derecho a un salario decente–– sea la norma y no algo del pasado al que parece que no tienen derecho las personas más jóvenes.

En España, 140 mil personas ganan más que 6 millones de personas juntas