viernes. 29.03.2024
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Lo que convierte a los contratos por diferencia en un elemento tan deseado por muchos actores menores del mundo financiero es que no necesitan de un desembolso inicial tan grande como en el caso de una compra de acciones o divisas

No es ninguna sorpresa decir que el sistema económico mundial vive momentos de máxima agitación. Los diferentes problemas de índole no solo financiera, sino social y política en Europa, los cambios en la dirección de la economía china y las turbulencias de los mercados emergentes están provocando que la estabilidad sea un concepto totalmente desconocido en este momento para cualquier inversor. La inestabilidad se ha convertido en la tónica general del panorama económico con todo lo que ello conlleva y, probablemente, uno de los rasgos más destacables de este ciclo financiero haya sido el resurgimiento de los Contratos por Diferencia (cfds).

Y es que el funcionamiento de este sistema derivado de especulación financiera se adapta perfectamente al estado actual del sistema económico mundial. Éste consiste básicamente en el establecimiento de cierto período de tiempo en el que un producto financiero (éste puede ser tanto sobre acciones, materias primas, divisas o cualquier otro) es vendido y luego recomprado por su propietario original. Así, la diferencia entre el valor de dicho producto entre el momento de su venta hasta el de su recompra es el que definirá la cantidad de beneficio o pérdida y a quién afectará cada uno de estos. Si, por ejemplo, una acción de Facebook aumentó su valor desde su venta inicial, el beneficiado será el actor que realizó la compra inicial y luego lo revendió a su propietario: la diferencia entre ambos puntos de la operación será su beneficio. De ocurrir al revés, el propietario original será el que se beneficie, ya que las pérdidas tendrán que ser cubiertas por el que ejecute temporalmente el cfd.

Lo que convierte a los contratos por diferencia en un elemento tan deseado por muchos actores menores del mundo financiero es que no necesitan de un desembolso inicial tan grande como en el caso de una compra de acciones o divisas. El comprador solo tiene que abonar un pequeño porcentaje del valor del producto (un 10%, por ejemplo) aunque, a posteriori, el valor de la pérdida o la ganancia sí se produzca sobre el total del valor del producto. Por ejemplo, si una acción de Apple está valorada en 100 dólares, uno solo tendrá que pagar diez por abrir una operación a través de un contrato por diferencia. Si en el espacio de tiempo que abarca dicha operación las acciones de la compañía informática aumentaron en 20 dólares el beneficio será, por lo tanto, de un 100% de la inversión inicial.

Así, los cfds se adaptan perfectamente a las necesidades de un pequeño inversor que no cuente con una gran cantidad de recursos que le permita realizar una gran inversión inicial en acciones, divisas o derechos sobre materias primas. El usuario solo necesita, en este caso, acceder a dicho contrato por diferencia a través de una plataforma de cfds online, donde se ofrece la posibilidad de abrir este tipo de operaciones con la mayoría de empresas que cotizan en las bolsas internacionales.

En la actualidad, y según un estudio de la entidad financiera Saxo Bank, son precisamente las acciones de Apple las que poseen un mayor número de posiciones cortas mediante CFDs, es decir, que son el producto bursátil en el que los clientes del banco danés ven una mayor probabilidad de obtener beneficio a través de una pérdida (si es que son los actuales propietarios) o un repunte (en caso de que no lo sean) en el valor de dichas acciones. Al gigante informático americano le siguen Tesco, Netflix, BAE Systems y el banco inglés Lloyds.

Esta situación en la que los contratos por diferencias proliferan en el sistema financiero actual no es por otra razón que la susodicha inestabilidad de los mercados internacionales. Uno de los principales eventos que ejemplifica perfectamente este ciclo económico es la evolución del precio del petróleo. Si en 2014 el precio del barril de Brent era de 115 dólares, el mismo producto se cotiza ahora a 28, dibujando un panorama completamente distinto para el sistema financiero. Y esto, claro, además de representar el estado actual de las cosas, también hace de un producto como el petróleo un espacio inmejorable para la utilización de productos como los warrants, los valores futuros o, también, los contratos por diferencia.

En definitiva, la importancia de los cfds en la economía actual se debe a que son tanto uno de sus principales síntomas, como uno de los medios para inversores medios y pequeños de obtener grandes márgenes de beneficio en este panorama. Un producto que se adapta perfectamente a la situación constantemente mutable, inestable y en muchas ocasiones difícil de predecir del período económico de hoy en día. Un producto, en resumen, con gran poder de beneficio y de pérdida, tan peligroso como potente. En definitiva, un elemento, los contratos por diferencia, hecho a medida de los tiburones financieros que quieran jugar en la cambiante piscina económica actual.

La época de los contratos por diferencia