Tras casi un año, España vuelve a tener un gobierno y ya se conoce su composición, en la que Cristóbal Montoro repite como titular de la cartera de Hacienda para dar continuidad a las políticas que inició en la pasada legislatura. Si bien este objetivo debería modificarse, pues Hacienda ha dejado un sistema fiscal más desigual, menos equitativo y, a la postre, menos eficiente. Prueba de ello es que el pasado año rebasamos en 10.000 millones el objetivo de déficit por la inoportuna reforma del IRPF aprobada por motivos puramente electorales que llevaron el déficit hasta el 5,1% del PIB, entre otro tipo de causas.
Por ello, en esta nueva legislatura es imprescindible y urgente que se ponga en marcha desde cero una reforma fiscal integral y completa de acuerdo a los principios de progresividad y equidad del artículo 31 de la Constitución y que palie la desigualdad social que aumentó con la crisis y que con medidas como la reforma del IRPF adelantada al año pasado no ha hecho más que crecer. Pero con esto no basta, pues es importante contener las grietas del sistema por otros frentes.
Hablamos del fraude y la elusión fiscal, que cada año hace mayor el agujero de las arcas públicas y que obliga a los contribuyentes que cumplen con sus obligaciones fiscales a pagar de media 2.000 euros más en impuestos cada año. Hace falta un plan de lucha contra este tipo de prácticas que sea eficiente y eficaz y que reduzca la bolsa histórica de economía sumergida que soporta España, que actualmente se va al 24,6% del PIB, lo que se traduce en cerca de 300.000 millones de euros que escapan al control fiscal.
Por otra parte, es imprescindible que todo esto se pilote desde una Agencia Tributaria más transparente, más objetiva y, sobre todo, neutral. Es necesario que su dirección se despolitice y que la estructura pase a ser más horizontal desde la verticalidad actual, por la cual la mayoría de las competencias se concentran en muy pocas personas, con lo que es más sencillo que se cometan injerencias políticas o que haya presiones procedentes de las altas esferas. Y en el mismo sentido, urge afrontar un cambio en profundidad del actual modelo de control del gasto público, incluida la reforma estructural de la Intervención General del Estado -que adolece de los mismos problemas advertidos en la Agencia Tributaria-, que dote de mayor acierto y eficacia a dicho control.
Por lo tanto, la tarea que Montoro tiene por delante es ardua. A ello hay que añadir reducir el déficit al 3% para el próximo año, tal y como pide Bruselas. Y todo ello sin incurrir en errores del pasado, como la amnistía fiscal que permitió a numerosos contribuyentes regularizar el fraude cometido pagando solo un 3%
Contesta Carlos Cruzado
Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA)
