viernes. 29.03.2024
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El convenio ha abierto una nueva puerta para que los trabajadores puedan compartir las fuertes mejora de productividad que en Alemania ya está representando la implantación de la digitalización y la Industria 4.0

Hace unas semanas que un convenio colectivo está ocupando portadas en los medios de comunicación. Me refiero al que han firmado la patronal y el sindicato IG Metall para el sector metalúrgico y electrónico de Baden-Wurtemberg, un Estado del suroeste de Alemania. En principio este convenio afecta a unos 900.000 trabajadores. Sin embargo, pronto su contenido se extenderá al resto de los 3,9 millones de trabajadores y trabajadoras metalúrgicas del país.

La noticia relevante, la que ha merecido más atención y comentarios, no ha sido el incremento salarial firmado para el año 2018 y 2019 que, aunque importante, está en consonancia con la evidente bonanza económica de que disfruta Alemania, con los niveles de desempleo más bajos de los últimos treinta años y con los fuertes incrementos de productividad que en estos últimos años están viviendo las empresas y sectores a los que afecta este convenio.

La noticia más valorada, como también resaltan los propios líderes de la patronal y del sindicato firmantes, es el novedoso capítulo de flexibilidad de jornada al que han coincidido en calificar como “una base sólida para el sistema de horarios de trabajo flexible para el siglo XXI”. Ha incorporado un nuevo concepto de flexibilidad laboral por el que el sindicato ha aceptado incrementar la cuota de trabajadores que pueden incrementar la jornada laboral semanal de 35 horas hasta 40 horas por necesidades de la producción. Por otra parte la empresa acepta que los trabajadores puedan reducir sus horas de trabajo hasta 28 horas por semana por un mínimo de 6 y un máximo de 24 meses.

Se trata de una nueva flexibilidad pensada para atender las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, para avanzar en la autogestión de la jornada laboral y poder compaginar y conciliar el trabajo con el derecho a cuidar de sus hijos, atender a sus mayores, estudiar, o simplemente trabajar menos. Ha representado un importante paso que puede ayudar a responder a las nuevas exigencias sociales que demanda el envejecimiento de la población, la necesidad de incorporar más mujeres en los sectores industriales o para mejorar la conciliación familiar y laboral, una exigencia hoy prioritaria de las nuevas generaciones.

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El convenio ha abierto una nueva puerta para que los trabajadores puedan compartir las fuertes mejoras de productividad que en Alemania ya está representando la implantación de la digitalización y la Industria 4.0. Con el objetivo también, como han repetido los líderes sindicales de IG Metall durante el proceso de negociación del convenio, de “evitar que los beneficios de la innovación tecnológica representen la concentración de la riqueza en los bolsillos de unos pocos y se agrave el riesgo, cada día mayor, de la brecha social”.

Nos demuestra una vez más que cuando las políticas sindicales cuentan con iniciativa, innovación y la mayoría de los trabajadores están sindicalizados, como en Alemania, la negociación colectiva se convierte en la mejor herramienta, la más transformadora y más útil para regular las condiciones de trabajo, para afrontar los retos que plantea el futuro del trabajo ante los cambios que para el mundo del trabajo representan la robotización, la digitalización o la Industria 4.0.

Esta exitosa estrategia sindical es la que está posibilitando al sindicalismo alemán incrementar la afiliación de jóvenes e incorporarlos a la militancia sindical

Nos recuerda además la enorme distancia que nos separa de Alemania y de los Países Nórdicos en relación con el papel y fortaleza de los convenios colectivos y su importancia en la regulación de las condiciones de trabajo. Nos reitera la necesidad de reformar y reforzar nuestra estructura de negociación colectiva y llenarla de contenido, de incorporar nuevos instrumentos que garanticen una equilibrada correspondencia entre flexibilidad y estabilidad. Precisamos reformar la negociación colectiva para que sea capaz de ir más allá del porcentaje de incremento salarial e incorpore también la justa relación entre los salarios y la participación de los trabajadores en el resultado de la marcha de la empresa. Para que incorpore nuevos derechos e instrumentos de información y participación de los trabajadores y sus representantes. Para que promueva y facilite la formación permanente. Que impida la discriminación salarial y promueva la igualdad de oportunidades profesionales de las mujeres.

Este convenio del metal de Alemania sirve también para desmentir a tantos sabios que vienen sentenciando el fin de la acción sindical en las empresas y los sectores. Que vienen afirmando que hoy el lugar de los sindicatos ya no está en los centros de trabajo, ni en los convenios colectivos sino en las redes sociales, en las calles y plazas, en la batalla ideológica.

Lo contrario, precisamente, de lo que nos ha venido demostrado en estos últimos meses el sindicalismo alemán, de lo que resulta de la encuesta, en el proceso de preparación de  la plataforma, a los 680.000 empleados que expresaron al sindicato que el tiempo de trabajo ocupa un lugar destacado en su agenda de prioridades, de las huelgas en defensa del convenio en los centros de trabajo y sus resultados en la mejora de las condiciones de vida y trabajo. Esta exitosa estrategia sindical es la que está posibilitando al sindicalismo alemán incrementar la afiliación de jóvenes e incorporarlos a la militancia sindical.

El convenio del metal alemán, la fuerza de la negociación colectiva