sábado. 27.04.2024

Los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Juan Francisco López Pérez han publicado en 2023 un libro necesario, útil, valioso: un libro de Historia. Se titula Allí donde se queman libros: la violencia política contra las librerías (1962-2018). Los libreros Alberto Sánchez Ramírez y Fernando Valverde González presidente y expresidente respectivamente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL) escriben un hermoso prólogo que consigue engancharnos a cuantos lo leemos a las páginas esenciales del volumen. Un prólogo que se abre con aquel verso de Joan Margarit que dice “la libertad es una librería”.

Ya en la introducción, Fernández Soldevilla y López Pérez nos advierten de que el libro “investiga los actos de violencia política clandestina de los que ha sido objeto el mundo del libro, más concretamente las librerías, desde 1962 a nuestros días. Aunque esto que nos ocupa es sólo una faceta muy concreta de la cultura, creemos que muchas de las circunstancias analizadas son similares a las que pueden observarse en la violencia que sufrieron el arte, la música, el teatro o el cine”.

En total, se han contabilizado “225 actos de violencia clandestina contra librerías, ferias de libros, quioscos, editoriales y distribuidoras entre 1962 y 2018”. El 86,6% de ellas las llevó a cabo el terrorismo de ultraderecha y parapolicial, el 7,5% fueron obra del nacionalismo vasco radical (ETA o su entorno) y la extrema izquierda causó el 3,5%. Hay cinco actos de violencia de este tipo que no han podido ser adjudicados a facción alguna. La mitad de ellos fueron atentados con bombas o con cócteles molotov o incendios provocados. Sus daños materiales y humanos fueron muy altos, también produjeron algunos heridos, pero nunca una muerte. Tres cuartas partes de los ataques tuvieron lugar en el periodo comprendido entre 1973 y 1978. El sector cinematográfico, por su parte, ha sufrido en total 73 atentados.

Hay tres protagonistas sufrientes de este terrorismo antilibresco, habitualmente citados y mencionados en el libro, a quienes conozco personalmente

Leer Allí donde se queman libros es una excelente manera de conocer en qué consistió aquel periodo de historia española que conocemos como tardofranquismo, con aquella lucha soterrada en el interior del régimen dictatorial franquista moribundo, pero también de saber de algunas de las vicisitudes que hicieron de la posterior Transición un tiempo lo suficientemente convulso como para que haya quienes lo consideren una época esencialmente violenta y un fraude, algo poco sostenible si se aplican los conocimientos historiográficos (expuestos en este libro, sin ir más lejos).

También es una forma magnífica de entender qué es lo que fueron exactamente ETA y el terrorismo nacionalista vasco, la otra gran vertiente de los violentos que atentaron contra la cultura libresca.

Es especialmente emotivo, de una calidad superlativa, historiográficamente hablando, el capítulo dedicado a Maxen Zinkunegi la propietaria de la papelería-librería Minicost, en la localidad guipuzcoana de Andoain, que sufrió la lacra de aquella pesadumbre motivada durante años por las acciones de ETA y su entorno: ese capítulo, el titulado ‘Sola ante el peligro’, es una científica obra de arte.

Si bien “el espacio de cultura contra el que el ultranacionalismo actuó con más saña durante la socialización del sufrimiento fue la librería donostiarra Lagun”, a la que se dedica por completo el capítulo 25 y la cual ya había aparecido varias veces a lo largo de esta obra porque “además de pagar sanciones por la venta de libros prohibidos durante la dictadura, soportó amenazas, pintadas y atentados ultraderechistas durante la Transición”.

“El mismo compromiso con la democracia y la libertad que había puesto a aquel establecimiento en la diana del franquismo y el neofranquismo fue el motivo de animadversión del nacionalismo vasco radical”.

El escritor Fernando Aramburu se hace una pregunta que está en el meollo de todo el trasunto de este libro: “¿Cómo habría sido de aterradora la vida cotidiana de un lugar para que una persona dedicada a la venta de libros se convirtiera sin comerlo ni beberlo en un símbolo de la resistencia y las libertades?”

A modo de conclusiones:

UNA. “Ninguno de los casos de bibliofobia violenta que hemos visto fue indiscriminado. Dicho de otro modo, ni la extrema derecha ni ETA pusieron en la diana al mundo del libro en su conjunto, sino sólo a una parte escogida del mismo: aquella que por una u otra razón les molestaba o no encajaba en sus estrechos márgenes doctrinales”.

DOS. “Por estas páginas han desfilado escuadristas de toda índole que odiaban, amenazaban, pintaban, destruían, asaltaban, disparaban y quemaban librerías. Para algunos de ellos se trató de un rito de iniciación antes de empezar a matar personas. Los terroristas causaron un inmenso dolor, pero no lograron ni acabar con este sector de la cultura ni lograr su finalidad última: la ultraderecha no resucitó la dictadura franquista y ETA no creó un estado vasco independiente y étnicamente puro. Su historia fue un fracaso sangriento”. 

Hay tres protagonistas sufrientes de este terrorismo antilibresco, habitualmente citados y mencionados en el libro, a quienes conozco personalmente y con los que he tenido el gusto de charlar en ocasiones, José Ramón Saiz Viadero, Fernando Valverde González y Lola Larumbe, vaya dedicados a ellos mi reflexión acerca de Allí donde se queman libros…

Violencia contra las librerías en la historia reciente de España