viernes. 19.04.2024

Tom-Mann 2@Montagut5 | Tom Mann (1856-1941) desarrolló una intensa y larga vida en el movimiento obrero británico. Perteneció a la Federación Social Demócrata y al Partido Laborista Independiente, del que sería su primer secretario. Fue un gran protagonista en la lucha por la jornada de las ocho horas, y en la huelga de los muelles de Londres de 1889. También fue sacerdote anglicano. En 1901 partió a Nueva Zelanda. Entre 1902 y 1908 estuvo en Australia, teniendo un claro protagonismo en su movimiento obrero y en el socialismo. En 1910 regresó al Reino Unido y publicó una obra fundamental sobre su pensamiento, El Camino a la Victoria, donde defendía que solamente se podría llegar al socialismo a través del sindicalismo y nunca por vía política parlamentaria porque era corrupta. Creó la Liga Sindicalista Industrial de Educación, y tuvo serios problemas porque en 1912 sería condenado por incitación al motín por un artículo en el que instaba a los soldados a no disparar contra los huelguistas. Pero la opinión pública jugó a su favor y su condena fue anulada. Se opuso, en la misma línea, a la participación británica en la Gran Guerra. Fue partidario de la Revolución Rusa, y aunque había terminado ingresando en el Partido Laborista, rompió con la formación y ayudó a fundar el Partido Comunista a pesar de su edad. Pero siguió combatiendo en los años treinta y hasta quiso venir a España a luchar, pero ya era muy mayor. En su honor una unidad de las Brigadas Internacionales llevó su nombre.

Pues bien, dado también su protagonismo en el socialismo australiano nos acercamos a la visión que tuvo del mismo a través de un artículo que publicó en la International Socialist Review de Londres, y que El Socialista extractó para sus lectores españoles, en el número del 3 de noviembre de 1905. Nunca dejaremos de insistir en la importancia como fuente histórica de este periódico.

Mann expresaba que catorce años atrás no había movimiento obrero en Australia. Políticamente, en 1890 solamente existía en Victoria donde W. Trenwith era un sindicalista importante de las Trade Unions, y se luchaba en relación con el proteccionismo y el librecambismo. La mayor parte de los obreros eran proteccionistas, menos en Victoria y Nueva Gales del Sur donde eran librecambistas. Pero deberíamos matizar las afirmaciones rotundas de Mann en relación con el origen del movimiento obrero australiano. Habría que remontarse décadas antes cuando los trabajadores libres comenzaron a crear sindicatos de oficios. Entre 1830 y 1850 estas Trade-Unions se desarrollaron. En el inicio de la década de los cincuenta empezaría el pleno capitalismo, con una ideología obrera basada en una mezcla de radicalismo y cartismo británicos y republicanismo. Pero pronto comenzarían las reivindicaciones plenamente obreras como la de la jornada de ocho horas, la creación de una legislación laboral, y un asunto peculiar en esta parte del mundo, sobre el que tendremos que volver, el control de la inmigración. En los años setenta se vivió una época de desarrollo sindical fruto de la introducción de la legislación británica. Pero, en realidad Mann tampoco iba muy descaminado en su afirmación porque el socialismo en sí no apareció hasta la década de los ochenta con la figura de William Lane, un personaje que recogía influencias de Owen, el marxismo y el socialismo norteamericano. Por su parte, en 1887 se creaba en Sidney la Australian Socialist League, de fuerte influencia británica, ya que se parecía a la Liga Socialista. En Victoria, dos años después, nacía la Social Democratic Federation australiana, impulsada por Champion. En Australia llegan en esa década las distintas corrientes ideológicas socialistas.

Man aludía a la huelga de 1890, conocida como la huelga marítima, que fue iniciada por los capitanes de barcos, aunque seguida por los obreros australianos. Los marinos serían derrotados, pero los patronos habían empleado de tal modo la fuerza que provocaron un aumento considerable de la conciencia política de los trabajadores australianos. Por otro lado, hay que hablar también, aunque no lo haga nuestro protagonista, de la huelga de los esquiladores de carneros. Pero esta idea de la concienciación política parece que cuajó cuando en 1891 se formó una liga electoral en Nueva Gales del Sur. Estaba naciendo el Partido Laborista. Man enumera las distintas organizaciones en su artículo. Nos habla de la Liga aludida en Sidney, pero de otras organizaciones como el Partido Social Democrático en Melbourne. En Brisbane estaría la Vanguardia Social Democrática. Por su parte, en Perth funcionaba la Federación Social Democrática. Por fin, la Sociedad del Clarín estaba radicada en Adelaida.

Sabemos que en 1901 los distintos partidos obreros obtuvieron un empuje electoral muy grande en los estados australianos. Posteriormente, en 1910 el Partido Laborista ganaría las elecciones y formaría gobierno. Sobre este avance electoral previo Mann aportaba datos concretos en su trabajo.

François Berabida afirma que el laborismo australiano era más democrático y social, que socialdemócrata, al reivindicar la democracia y la intervención del Estado a favor de una legislación laboral, el arbitraje obligatorio y la negociación colectiva. Pero las organizaciones laboristas y socialistas también reclamaban una política en favor de la “Australia blanca”, mezclando un evidente patriotismo y la protección de los salarios frente a la inmigración, con un evidente racismo. Así pues, este socialismo australiano estaría más interesado en un sistema de igualdad y protección obrera que por un socialismo verdadero, aunque luego en 1912 se apoyaran las nacionalizaciones. En todo caso, habría grupos minoritarios más claramente socialistas como el Socialist Party que dirigía, precisamente, nuestro Tom Mann en 1905, que luego cambiaría de nombre al ser la Socialist Federation of Australia, y luego el Australian Socialist Party. El sindicalismo y cierta influencia norteamericana crearían en 1907 el Socialist Labor Party australiano. Todas estas organizaciones estarían en contra de que Australia participase en la Gran Guerra.

Mann en su artículo hace una serie de reflexiones sobre el Partido Laborista muy al hilo de lo que explicábamos sobre el carácter del laborismo australiano, al que considera que, al menos, no era antisocialista. Explica que su programa no establecía la transformación del capitalismo como defendían los partidos socialistas europeos, pero eso no significaba que los otros partidos no le atacasen, y que se estuviera acercando, en cierta medida, al socialismo. Una parte de sus miembros consideraría que el socialismo debía circunscribirse a Europa, pero otros se habían declarado a favor del mismo. Mann señalaba los puntos generales del programa del Partido, y que coinciden con lo que hemos explicado en el párrafo anterior sobre legislación laboral, arbitraje y la política de la “Australia Blanca”, además de otras cuestiones sobre leyes de navegación y fuerzas armadas plenamente australianas. Mann consideraba que había poco socialismo en este programa, aunque afirmaba que algunos partidos en algunos estados estaban hablando de otorgar a los trabajadores el producto íntegro de su trabajo. Por otra parte, Mann anunciaba una conferencia o congreso en Melbourne de los partidos obreros donde se iba a debatir sobre la propiedad privada y sus consecuencias, y en el que se iba a producir la adhesión al socialismo internacional.


Para ampliar el conocimiento del socialismo australiano el lector tiene en castellano el trabajo de François Berabida sobre el socialismo en el Imperio Británico hasta 1914, en la imprescindible obra colectiva dirigida por Jacques Droz, Historia general del socialismoDe 1875 a 1918, que Destinolibro publicó en España en 1979, y que hemos empleado en este artículo para contrastar lo explicado por Mann.

Tom Mann y el socialismo australiano