viernes. 19.04.2024
26397

La tanorexia, etimológicamente del inglés tan, broncearse, y del griego orexia, apetito, se define como una dependencia al bronceado con un deseo mórbido excesivo de bronceado constante en la piel, a pesar de conocer los problemas que se derivan de él.

Los estudios epidemiológicos dan una prevalencia de este trastorno del 4 al 33% en población general. Es más frecuente en mujeres jóvenes, aunque cada vez afecta más a los varones.

Hay evidencia de que el bronceado excesivo tiene relación con la capacidad adictiva de los rayos UVA, ya que estos aumentan la producción de endorfinas, que producen sensación de bienestar y de discreta euforia.

También se conoce que este bronceado excesivo comparte con otras adicciones bases biológicas, como son las  áreas   cerebrales de refuerzo de la conducta adictiva, y psicológicas, como la pérdida de control, tolerancia y abstinencia y los intentos fallidos de cambiar de comportamiento.

Como factores de riesgo de este trastorno están el sexo femenino, una historia previa de dependencia al alcohol, realización de ejercicio físico excesivo y síndrome afectivo estacional.

La dependencia al bronceado en interiores se vincula a una edad menor, mayor frecuencia de bronceado en el último año, fuertes creencias sobre el beneficio del bronceado como mayor producción de vitamina D para los huesos, más importancia a la apariencia física, y mayor sintomatología depresiva.

Las causas que están detrás de este trastorno son la búsqueda permanente de la aceptación y/o aprobación de los demás, baja autoestima, no aceptación corporal, modelaje de la belleza trasmitido por los medios de comunicación,  síntomas de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo compulsivo.

Las principales manifestaciones de esta adicción son: autoimposición de oscurecer la piel durante mucho tiempo, dejando al margen otros quehaceres o responsabilidades de la vida cotidiana, malestar con la tonalidad o el color de la piel con preocupación constante por el bronceado, ansiedad cuando no puede tomar el sol o los rayos UVA, bronceado extremo lo que lleva a deshidratación de la piel y envejecimiento de la misma, manchas en la piel o facciones muy marcadas por la deshidratación de la piel.

Este trastorno con frecuencia se asocia a otros trastornos emocionales como el trastorno depresivo mayor, la fobia social, el trastorno obsesivo compulsivo o en casos más graves con el trastorno delirante de tipo somático, en el que se da la convicción más absoluta e irreductible de que tiene una tonalidad de piel muchísimo más clara de lo que es en realidad.

Cuando tomar el sol es más que una práctica, y adquiere connotaciones adictivas afectando al funcionamiento social, laboral y personal, se debe acudir a terapia dermatológica para corregir lesiones y conocer pautas de fotoprotección, y a terapia psicológica. La intervención psicológica aborda restringir los comportamientos de exposición al sol o a los rayos UVA, corregir la distorsión perceptiva corporal y cuestionar la valoración del aspecto físico en la persona.

Se pueden buscar diferentes maneras de poner activar la producción de endorfinas como son las comidas, disfrutando del olor, sabor, textura etc., con la música se puede lograr una experiencia sensorial tan profunda que influya en el estado de ánimo, el ejercicio físico al aire libre estimula también la producción de endorfinas, así mismo la risa, los hobbies, el contacto físico con otros contribuye a aumentar el bienestar.

Tanorexia o adicción al bronceado