viernes. 29.03.2024
sonia

– Quise desaparecer, esfumarme. Viví tres años que fueron un calvario... Una noche, después de haber sufrido toda clase de depravación sexual, pensé en la muerte; quise poner fin a tanto asco y me asomé a la ventana para tirarme al vacio. ¿Qué me sujetó? Y si no me mato, pensé, y si no acabo con mi vida y quedo mutilada, ¿qué vendrá después? El sonido de la puerta me anunciaba que llegaba otro cliente y me separé de la ventana.

Sonia bebe agua; está serena, nada indica que sus recuerdos puedan perjudicarla. Me mira y su boca esboza una suave sonrisa antes de proseguir su relato:

– Yo era una máquina para el entretenimiento de otros, para sus deseos sexuales. Ahora puedo decir que soy una superviviente y lo digo con orgullo; esa etapa de mi vida la asumo como parte de mi historia, pero no puedo olvidarla. La prostitución es un gran negocio; decir “trabajo sexual” es quitarle el daño y la explotación que sufre la prostituta, querer normalizar el sufrimiento. Los puteros quieren mujeres muy jóvenes, casi niñas; yo he visto adolescentes rotas, enfermas que son desechadas como un mueble que hay que tirar a la basura.

Sonia tiene una mirada cálida que no pudo romper el dolor pasado. Ha recobrado la autoestima. Me agradece el tiempo que escuché en silencio, pero no quiere tener hijos

Tomé sus manos y las acaricié. Yo entendía muy bien lo que me estaba contando. Mi madre lo sufrió en sus carnes y siendo niño fui víctima indirecta de su desgracia. Describen la prostitución como una forma de elección, pero son ellos los que eligen. Sonia necesita expulsar todo lo que siente; contar la experiencia vivida. Y prosigue su relato:

– Las putas son personas muy vulnerables y caen en las redes de las mentiras que les cuentan. Ninguna de las mujeres con las que he estado en contacto habla de sexo o de placer; hablan de dolor, de depresión, de ansiedad, y algunas tienen pensamientos suicidas. Las supervivientes de la prostitución hemos experimentado como los puteros no sienten ningún respeto por las mujeres que compran. Pueden ser simpáticos maridos y amorosos papás, que solo muestran parte de su personalidad; la otra parte, la más oscura, la que  esconden al resto del mundo la muestran con las mujeres que compran. ¿Por qué no hablan ellos? ¿Por qué no cuentan a sus mujeres y a sus familias lo que hacen? ¿Por qué no hablan de su comportamiento hacia las prostitutas? ¿Por qué no hablan de sus intentos de exceder todos los límites? La prostitución es solo el derecho de los hombres a comprar sexo. La prostitución afecta a todas las mujeres; una sociedad que acepta la prostitución no reconoce a las mujeres como seres humanos iguales.

Entiendo su indignación. Yo viví la degradación de mi madre, su alcoholismo, sus dos intentos de suicidios. Primero sentí un gran desconcierto, pero aquellas vivencias también me dieron fuerzas para estudiar las causas de conflictos incomprendidos y ayudar a personas vulnerables. Acaricio su rostro. Sonia tiene una mirada cálida que no pudo romper el dolor pasado. Ha recobrado la autoestima. Me agradece el tiempo que escuché en silencio, pero no quiere tener hijos. Yo asumo su deseo y no insisto.


Este cuento pertenece al libro de relatos, Daños Colaterales

Sonia